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Sobre este blog

“Podría definirme como médico de formación y docente de vocación. Profesional y madre a jornada completa, lo cual no siempre es fácil de compaginar. Apasionada de las cosas sencillas, de pensamiento positivo y agradecida al universo por las experiencias vividas. Profesionalmente dedicada en cuerpo y alma a mis embarazadas y a sus bebés. Dirijo un Centro de Educación Maternal en Córdoba (www.cemlosarcos.es) desde 1998, el cual surge como un proyecto personal fruto de mi experiencia como madre, y en el que mis hijos y mi instinto me han ido mostrando el camino correcto. Mi trabajo consiste en aportar información actualizada y asesoramiento profesional a padres y madres, educándolos para el Nacimiento y la Crianza de sus hijos. Soy Asesora de Lactancia y reconozco en ello mi gran pasión, además de Educadora de Masaje Infantil . Ayudo a mis pacientes a recuperarse tras el parto y me declaro obsesiva con el tema del Suelo Pélvico, qué le vamos a hacer, soy humana y tengo defectos, como todos. En continuo reciclaje…..como la vida misma, lo que me lleva actualmente a embarcarme en un nuevo e ilusionante proyecto: La Consulta Médica de Nutrición. Aquí llego tras cursar un Máster Universitario de Dietética y Nutrición, y tras especializarme en Obesidad, Nutrición Clínica y Nutrición Vegetariana. El objetivo de este nuevo servicio ha sido complementar mi maravilloso trabajo ofreciendo asesoramiento nutricional a mis pacientes, facilitándoles la adquisición de buenos hábitos que repercutan en su salud y en la de sus familias. Y en ello estamos, intentando desterrar viejos mitos arraigados sobre nutrición y tratando de que coman más aguacate, jaja.... Reconozco que mis palabras salen mejor de mi pluma que de mi boca, me gusta escribir, me relaja.”

Mujer y feminista sin etiquetar

Mujer ejerciendo su derecho al voto

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Mis queridos lectores. Tras un año de sequía literaria por problemas técnicos en el blog, ajenos completamente a mi voluntad, pero que imposibilitaban la escritura en el mismo, hoy desempolvo mi pluma y retomo mi buena costumbre de plasmar mis reflexiones por escrito, ahora que todo está de nuevo en orden. En el blog, digo.

Y el hecho de hacerlo hoy precisamente es porque me apetecía reiniciarme en tan señalada fecha, dada la importancia del día que conmemoramos, el Día de la Mujer. Y de momento, es lo que soy.

Y he de confesaros que mi idea inicial era hablar algo del feminismo tal y como yo lo entiendo, porque he de admitir que no todo lo que circula actualmente etiquetado como feminismo encajaba en el perfil de lo que yo consideraba ser feminista, pero al final he cambiado de idea. ¿Y por qué? Pues mis queridos lectores, porque tras documentarme para escribir mi artículo y buscar fuente de inspiración, tengo tanto lío en mi cabeza, que ya no sé si soy feminista o no.

La Historia no deja duda de que el feminismo como movimiento de lucha por los derechos de la mujer surgió en el siglo XVIII, en el transcurso de la Revolución Francesa, aunque está claro que aún no definido bajo el apelativo de feminismo como tal, sino más bien como movimiento social y político de mujeres que reivindicaban la liberación o el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres, aunque aún de manera un poco clandestina. Ésta ha sido considerada como la primera ola del feminismo según los eruditos, aunque también ha sido ninguneada por otros.

La segunda ola del feminismo, tuvo lugar en Estados Unidos y Europa, desde mediados del siglo XIX y hasta principios del siglo XX, y trajo consecuencias tan potentes para la lucha como el Sufragio Universal. Gracias a esta corriente debidamente organizada, el 21 de diciembre de 1918, votaban las mujeres por primera vez, de ahí que en algunos textos se sitúe injustamente el origen del feminismo en la Ilustración. Este movimiento estaba enfocado además de a los derechos políticos, a la reivindicación del derecho a la educación, la propiedad o el matrimonio.

Entre los años 60 y 70 tiene lugar la llamada tercera ola del feminismo y su enfoque parecía estar más dirigido hacia los derechos sexuales y reproductivos, así como la eliminación de las diferencias entre hombres y mujeres en todas las esferas de la vida, incluida la abolición del patriarcado.

Hasta aquí muy resumidamente, todo lo que la historia nos cuenta sobre los orígenes del feminismo y su instauración formal aunque errónea, en el contexto de la Ilustración. A partir de aquí, momento en el que yo ya estaba formando parte de la historia, y puedo aportar algo de perspectiva, es cuando se complica la cosa con la llegada de la cuarta y actual ola.

¿Y por qué se complica? Porque ahora la definición de feminismo no deja claro cuál es su propósito en fin último. O se tergiversa. O se prostituye. O se banaliza. O se desprestigia. O se prepondera. O se politiza. O se manipula. O se criminaliza. O se radicaliza. Vamos, que se lía la cosa de tal forma, que ya no sé si soy feminista o no.

Conceptos como feminismo radical, feminismo abolicionista, feminismo de igualdad, transfeminismo, feminismo de la diferencia, ecofeminismo, ciberfeminismo, feminismo socialista, feminismo filosófico, hembrismo, feminazismo,  afloran en textos, discursos y redes colándose en nuestras mentes y trastocándonos la visión que los mortales teníamos de esa idea de feminismo como movimiento que reivindica que hombres y mujeres somos iguales en derechos y obligaciones y que desgraciadamente, sigue siendo necesario visualizar hasta que se acabe con las desigualdades existentes entre ambos sexos en cuestiones laborales, económicas y sociales.  

Qué duda cabe de que hombres y mujeres somos diferentes, aunque se empeñen también ahora en liarnos con el tema del género. Las mujeres tenemos una capacidad que nos pertenece y diferencia y es la posibilidad de gestar, parir y amamantar. Por supuesto que el hecho de poder hacerlo no significa que el fin último de nuestra existencia sea este. Sí que pienso que cada vez hay más mujeres que no se identifican con este estereotipo de mujer y no forma parte de sus expectativas el ser madre o formar una familia, frente a otro tipo de inquietudes personales o profesionales. Y afortunadamente, ser madre ya es una opción y no una obligación. Esa mujer que no desea ser madre debería ser respetada y no juzgada, aunque aún andamos algo en pañales en este sentido.

Precisamente, esa Maternidad, que considero que es un gran bien para la Sociedad, desgraciadamente, ha sido el desencadenante de la gran brecha existente entre hombres y mujeres tras la incorporación plena de la mujer al terreno laboral. Aún se nos penaliza por parir y por cuidar nuestros hijos (de los dos) mediante una baja maternal más que justificada (y carencial, todo sea dicho). Y se nos discrimina por ser mujer a la hora de acceder a un puesto laboral en igualdad de preparación que un hombre, por el simple (y a la vez tan complejo) hecho de estar en etapa reproductiva y “expuesta” a la posibilidad de preñarnos. Aquí es donde creo que tenemos que seguir trabajando verdaderamente, para evitar esas penalizaciones y discriminaciones, amén de luchar por la igualdad real de oportunidades. Y que con idéntica preparación, se nos considere en similar categoría intelectual y económica. Pero la realidad es que las mujeres ganamos menos, trabajamos más horas, dedicamos más tiempo a la casa, al cuidado de los hijos o de los mayores, accedemos a menos puestos directivos, encabezamos las listas del paro o sufrimos más violencia de género (y no cuestiono ni dudo que la violencia se da en ambas direcciones, es decir que no niego la existencia de la violencia doméstica contra el hombre por parte de la mujer, que es como la ley la define en este otro caso). Esta es para mí la causa de la más que justificada lucha feminista. Y esta es mi manera de manifestarme y de contribuir a la causa con lo que sé y puedo hacer, con mi pluma y con mis actos.

 

Hasta lo que yo sabía (antes de hoy) el machismo era un concepto o ideología que se aplicaba a la supremacía del hombre sobre la mujer, y lo defiende y justifica como dominación sobre esta, mientras que el feminismo era esta corriente o movimiento social-político cuya finalidad en sus orígenes era acabar con la desigualdad y eliminar la opresión patriarcal ejercida contra la mujer a lo largo de la historia. Hasta aquí, bien. No creo que el feminismo justifique una exaltación de la violencia, o una falsa y manipulativa idea de que la mujer es superior al hombre (el concepto de hembrismo, contrario al machismo), no creo que eso nos represente a la mayoría de las mujeres, al menos no a mí. No es mi forma de pensar o proceder.

Por eso, yo siempre había pensado que era feminista porque no me cabía no serlo por mi condición de mujer. He tenido la gran suerte de nacer en tiempos privilegiados en los que he podido acceder a estudios universitarios superiores, he podido embarcarme en solitario en un proyecto empresarial exitoso y dignificante para mí, y he tenido dos maravillosos hijos entre idas y venidas al trabajo (aunque reconozco que no fue fácil compaginar plano laboral y maternal durante muchos años, pero lo conseguí,  o eso creo, no sé qué pensarán mis hijos) y todo esto se lo debo a esas mujeres que iniciaron el movimiento reivindicativo ya desde el siglo XVIII. Gracias a ellas, a esas mujeres valientes, nosotras tenemos la libertad y el poder de decidir qué queremos hacer en la vida, cómo queremos ganárnosla, con quién y cómo queremos relacionarnos, o si queremos hacerlo en solitario. Insignificantes cosas hoy para nosotras, pero que hasta hace poco tiempo nos estaban vetadas y aún continúan vigentes en ciertas culturas donde la mujer sigue siendo ninguneada y menospreciada. De ahí mi agradecimiento infinito hacia ellas y hacia la lucha feminista.

Pero todo hay que decirlo, la idea del feminismo radical actual no me representa, no creo que el enemigo sean los hombres, no todos los hombres son lo peor. Algunas de nosotras también tenemos tela que cortar. Y dicho sea de paso, no me molesta que me piropeen por la calle (educadamente, sin mala intención ni grosería) ni que me ceda el paso un caballero (aunque yo también lo cedo por igual). No me molesta que un hombre me invite, (lo cual no quita que tenga que hacerlo siempre, yo también invito a mis amigos y ellos no se molestan), pero no veo en ello un acto de machismo irreductible u ofensivo, o es que no quiero buscarle los tres pies al gato, quizás sea esto. Llámalo galantería, deferencia, educación, civismo, cortesía o llámalo “X”, pero no me molesta. Y podía seguir con el lenguaje inclusivo y con dos millones de tonterías más, pero ya estoy un poco cansada de remover tanta sinrazón.

Tengo la suerte de atesorar muchos amigos feministas y maravillosos que educan en igualdad a sus hijos e hijas y esto es algo que agradezco enormemente y valoro, porque nuestra lucha es también su lucha, y la de sus hijas y la de sus nietas. Y porque les sale del corazón.

Concluyendo, ser feminista o no serlo, ésa es la cuestión. Y yo, ahora sólo sé que soy mujer, y que lucho por mis derechos, los de mi hija y los de las nuevas generaciones de mujeres que están por llegar. Lucho desde que me levanto hasta que me acuesto, en cada cosa que hago y transmito, y que aunque las etiquetas estén confusas actualmente, y yo al menos no encuentre mi lugar en ellas, sé lo que soy y lo que quiero ser. No sé si soy feminista o qué tipo de feminista soy, más bien, pero si volviera a nacer, me pediría ser mujer de nuevo.

Dedicado a mi madre, a mi hermana, a mi hija (mis tres grandes fuentes de inspiración), a mis amigas (las que están y las que se marcharon) y a todas las mujeres maravillosas que pueblan el universo y lo iluminan. Y dedicado a esos maravillosos hombres que nos acompañan a nuestro lado en el camino, ni delante, ni detrás.

Sobre este blog

“Podría definirme como médico de formación y docente de vocación. Profesional y madre a jornada completa, lo cual no siempre es fácil de compaginar. Apasionada de las cosas sencillas, de pensamiento positivo y agradecida al universo por las experiencias vividas. Profesionalmente dedicada en cuerpo y alma a mis embarazadas y a sus bebés. Dirijo un Centro de Educación Maternal en Córdoba (www.cemlosarcos.es) desde 1998, el cual surge como un proyecto personal fruto de mi experiencia como madre, y en el que mis hijos y mi instinto me han ido mostrando el camino correcto. Mi trabajo consiste en aportar información actualizada y asesoramiento profesional a padres y madres, educándolos para el Nacimiento y la Crianza de sus hijos. Soy Asesora de Lactancia y reconozco en ello mi gran pasión, además de Educadora de Masaje Infantil . Ayudo a mis pacientes a recuperarse tras el parto y me declaro obsesiva con el tema del Suelo Pélvico, qué le vamos a hacer, soy humana y tengo defectos, como todos. En continuo reciclaje…..como la vida misma, lo que me lleva actualmente a embarcarme en un nuevo e ilusionante proyecto: La Consulta Médica de Nutrición. Aquí llego tras cursar un Máster Universitario de Dietética y Nutrición, y tras especializarme en Obesidad, Nutrición Clínica y Nutrición Vegetariana. El objetivo de este nuevo servicio ha sido complementar mi maravilloso trabajo ofreciendo asesoramiento nutricional a mis pacientes, facilitándoles la adquisición de buenos hábitos que repercutan en su salud y en la de sus familias. Y en ello estamos, intentando desterrar viejos mitos arraigados sobre nutrición y tratando de que coman más aguacate, jaja.... Reconozco que mis palabras salen mejor de mi pluma que de mi boca, me gusta escribir, me relaja.”

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