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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

De trans, historia y libertad

La Paquera en el carnaval de Córdoba.

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No sé si conocen que la primera persona trans de la historia europea  -al menos documentada- nació cerca de aquí y, lo más importante, fue la primera médica y cirujana de la historia, hija de esclava y además mulata. Como lo oyen. Nacida Elena, fue luego Eleno de Céspedes. Llegó a parir un hijo de un marido al que aborrecía, escapó y luchó como hombre contra los moriscos en las tropas de Felipe II, estudió medicina y cirugía y hasta consiguió casarse con una mujer. El juicio al que fue sometida por ello ante la Inquisición fue sencillamente aterrador.

Les recomiendo la lectura de un capítulo sobre la Historia de la Urología española que Emilio Maganto dedica al juicio de esta cirujana transexual, capaz de obturarse ella misma su vagina y colocarse un artificio de varón con el fin que “engañar” a la Santa Inquisición. Ni la auto cirugía que se practicó en dramáticas condiciones evitó su condena en Toledo en 1587. Doscientos latigazos por herejía, hechicera y sodomía. Ostracismo y repudio. 

Los latigazos inquisitoriales no fueron mucho peores que las palizas, las humillaciones y la falta de libertad que en una época no tan remota, de un pasado demasiado próximo, han sufrido las mujeres trans. Hay que ser muy valiente para reivindicarse física, mental y espiritualmente como lo que te sientes que eres, aún llevándote eso a la cárcel. La aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes, cárceles, violaciones, prostitución, mas cárceles inmundas, persecución y burlas, chantajes, palizas, incomprensión y hasta el repudio de la propia familia y, aún así, tirarte a la calle sobre unos tacones para estar en la primera línea del frente de la reivindicación. 

Cuando era pequeña - y después- había un “personaje” en la Córdoba provinciana que causaba revuelo público. La Paquera (no de Jerez, sino de Córdoba ), una de las primeras activistas del Frente de Liberación Homosexual de Andalucia (FLHA). Con aquel desparpajo inédito en una sociedad estrecha y oprimida gritaba a los cuatro vientos ser “maricón de nacimiento” y una “travesti auténtica”. Abandono, repudio y prostitución en las noches de la Ribera; encalaba paredes y fachadas de día como si tratara de blanquear las conciencias ajenas; el rechazo de un padre que purgó su mala conciencia dándole en el lecho de muerte las 150.000 pesetas que le costó la operación que la hizo libre; cárcel, soledad y una muerte repentina y extraña de una mañana cualquiera envuelta en bata de seda. 

El pasado martes el Gobierno dio luz verde a la tramitación del anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans. Si evita un solo caso como estos, bienvenida sea. Bajo el principio de la libre autodeterminación de género ha levantado ampollas en muchos y hasta en algún sector del feminismo. No lo entiendo, como tampoco que alguien prefiera a un inocente en la cárcel antes que a un culpable suelto. 

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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