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Lo oficial y Caballero

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Paco Merino

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Primero asumió en público su “error” a través del director de comunicación del club. Horas después, el presidente lo explicó “muy fácil” en una volcánica comparecencia ante los medios: “Nos nos sentimos responsables de lo que ha ocurrido, pero lo lamentamos mucho por tratarse de una persona como Caballero”. ¿Se tramitó el transfer internacional? ¿La Federación revisó tarde o comunicó la falta de documentación al Córdoba y éste no respondió? ¿Por qué no se paralizó la validez de la licencia hasta se adjuntaran los papeles necesarios? ¿Por qué el club no hará nada porque “nada se puede hacer” y “el pataleo no tiene mucho sentido”?

El Córdoba se ha marcado un golazo en propia puerta en los despachos, donde la identidad del culpable siempre es difusa. En el campo es distinto. Domingo Cisma desvió la trayectoria del balón en el Córdoba-Alcorcón y despistó a Falcón. Fue el 0-1 ante los alfareros. Lo vio todo el mundo. En el césped hay focos. De puertas para adentro, quién sabe qué pudo pasar. Unos te cuentan una historia, otros otra... Son cosas que pasan. El caso quedará como un expediente X más, un suceso con víctimas muy claras en el que se han echado en falta más explicaciones. O, más bien, la explicación. Por los pasillos de El Arcángel se seguirá cruzando el presidente, Carlos González, con el director deportivo, Emilio Vega, o con Antonio Romero Campanero, responsable del área jurídica, y con algunos otros cargos que puede que tuvieran algo que ver en el asunto. O no. La vida sigue. Hoy empieza el otoño y enero está a la vuelta de la esquina.

Oltra, que quería una plantilla corta, cada vez la tiene más. El valenciano dedicó la victoria del domingo a Carlos Caballero, que va todos los días al trabajo sabiendo que le quedan seis meses sin poder jugar. El club ya ha advertido que el futbolista madrileño no hará declaraciones a los medios. La suya es una historia singular. Fue el primero en llegar a la entidad de la plantilla actual -lo hizo en verano de 2011, al lado de su inseparable López Silva- y su contrato expira en 2018. Sin comerlo ni beberlo, pasará un año sin faena. En febrero del año pasado, el nigeriano Nwanko Obiora le rompió los ligamentos de la rodilla con una dura entrada en un entrenamiento. Seis meses de baja. Para que se recuperara le mandaron el pasado invierno al Veria de Grecia. Volvió este verano para tener protagonismo. Oltra le estaba dando buenos minutos... Pero el otro día llegó Carlos González -“quise hacerlo yo a solas con él”, desveló el mandatario- y le dijo que no podría salir al campo hasta enero. Su licencia estaba invalidada. Vaya tela con el fuego amigo.

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