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Verónicas de Pasión, sinceras y emotivas

Rafael Ávalos

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Juan Serrano ‘Finito de Córdoba’ anuncia la Semana Santa de Córdoba con un Pregón cargado de sentimiento, con tinte taurino y especial mención a Nuestra Señora de los Dolores y Nuestro Padre Jesús Caído | La Banda de Música María Santísima de la Esperanza abre el acto

Una tenue luz ilumina el escenario. Sobre las tablas, un torero. Un taconeo flamenco en el silencio. Muleta y estoque en mano, termina la faena. Ante una dorada Cruz, a la que otorgan mayor presencia unas pequeñas velas. Los asistentes observan callados, como lo es la plaza de Capuchinos en la madrugada; como lo es Córdoba, de pocas palabras, pero siempre con un mensaje. Quizá el de la emoción, el del sentimiento. O quizá, y sobre todo, el de la devoción, el de la Fe. Quizá es el mensaje de quien se enfrenta a un reto desconocido como lo hace con un astado, el de aquél que confiesa sentir más miedo en este ruedo que en el de albero. Pero sale airoso, probablemente porque expresa cuanto desea expresar. El Gran Teatro, al final, contesta con una justa ovación a Juan Serrano Pineda ‘Finito de Córdoba’, que con la maestría del matador anuncia la Semana Santa de esta ciudad.

Una ciudad que recorre a lo largo y ancho durante su discurso, el mismo en que mira a su pasado para buscar en su presente. Recuerda aquella ocasión en que, a hombros del padre, ve salir la Borriquita desde San Lorenzo. Rememora las tardes de toreo de salón en la casa familiar, la que a lo largo de años tiene en Sabadell. Porque ésa es su tierra natal, aunque Juan Serrano es de Córdoba. La conoce y quiere. Por ella camina a lo largo de poco menos de una hora. Es en la plaza de Capuchinos, frente al Cristo de los Faroles y a las puertas de la iglesia hospital de San Jacinto donde acaba su trayecto. Cerca, muy cerca de Nuestra Señora de los Dolores, imagen a la que profesa mayor devoción, realiza toreo de salón. Cerca, muy cerca de la Señora de Córdoba, a la que tiene en su particular capilla. Esa capilla que cada torero tiene en su habitación de hotel, de un hotel cualquiera de cualquier ciudad.

Con ese toreo de salón culmina una noche distinta para él, ésa en que se encarga de advertir de que está próximo el Domingo de Ramos. Y con este día, la Semana Santa de una Córdoba que aguarda el paso de María Santísima de la Esperanza por la cuesta del Bailío, como dibuja el pregonero, o la Gracia de la que se llena cada Jueves Santo el Alpargate, como recuerda el pregonero. En el atril, ligeramente iluminado, ‘Finito de Córdoba’ combate los nervios, así como el miedo que al inicio de la noche, de esta noche de sábado, admite tener. En el escenario, le acompañan el estandarte y el hábito nazareno de la hermandad de los Dolores; también los faroles del paso del Santísimo Cristo de la Clemencia, titular de la corporación servita. La estampa cuenta con una esencia especial, la del Viernes Santo. Pero el cordobés de Sabadell no se olvida del Señor de los toreros, del Señor de San Cayetano. A Nuestro Padre Jesús Caído también dedica palabras de devoción. Y a las dos imágenes une con nombres como ‘Lagartijo’ o ‘Manolete’

Este sábado, Juan Serrano ‘Finito de Córdoba’ pregona la Semana Santa de la ciudad. Lo hace con palabras sinceras y con el claro deseo de alcanzar el sentimiento de quienes se dan cita en el Gran Teatro. En el patio de butacas, en la primera fila, se encuentran el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y el alcalde, José Antonio Nieto. Están acompañados de otras autoridades civiles y religiosas, así como del presidente de la Agrupación de Hermandades, Francisco Gómez Sanmiguel. Pero también ocupa un asiento privilegiado Rafael Cremades, pregonero del pasado año y encargado de presentar al torero. El periodista, que recuerda su paso por las tablas en 2014, habla del valor de quien en esta ocasión anuncia los días de Pasión. Lo hace después de que la Banda de Música María Santísima de la Esperanza ofrezca sones cofrades a los presentes. Es noche de verónicas surgidas del corazón.

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