Radiante de felicidad
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En una mañana espléndida, tiene la Semana Santa de Córdoba un brillante epílogo con la hermandad del Resucitado | Es día de alegría en el ambiente y de luz y color en las calles
Cuando comienza la mañana se adivina un día hermoso. El cielo es tan claro como en anteriores jornadas. O quizá mucho más. El color de las calles es igual pero diferente. Todo tiene un brillo especial. Como el sol, que de nuevo acompaña en plenitud. Tiene este domingo aroma de epílogo brillante, de luz y de sonidos; desprende olores de incienso y notas. Es la sonrisa en el rostro de la ciudad, pues Córdoba es feliz y la vida celebra. A las puertas de Santa Marina una multitud espera minutos antes de las diez, instante exacto en que el templo abre su corazón. Aparece la cruz de guía; anuncia la llegada de Jesús. Está entre niños y mayores. Ya está en la calle. Suenan con fuerza las campanas y en la mirada de cordobeses y turistas resplandece el gozo. Resucitó. Y en la cara de María resplandece la alegría.
Después de dos años sin poder hacerlo, la hermandad del Resucitado realiza estación de penitencia. La incertidumbre ni siquiera tiene lugar en una mañana esplendorosa. El camino lo abre la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena. Son los sones de Poniente; son los sones de Córdoba. El paso de misterio inicia su recorrido por las calles cordobesas tras una difícil salida del fernandino templo de Santa Marina. En ese momento, el ambiente que se respira es de júbilo. El sepulcro queda vacío y los romanos quedan asombrados. En compañía del ángel anunciador, Nuestro Señor Resucitado comienza su trayecto por la ciudad con las notas que pone la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención de Sevilla.
Hispalenses son los sonidos también para María Santísima Reina de Nuestra Alegría, pues marcha en compañía de la Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor. La imagen de Juan Martínez de Cerrillo pasea hermosa como siempre, primero por su barrio y después por los demás. La luz se hace a su paso, cuando “Aniversario en Nervión” llena Moriscos o en el instante en que “Mi Amargura” se deja sentir en la plaza de San Agustín. Camina bella y sobre todo sonriente la Madre. La cofradía se dirige, con paso calmado y bien llevado, a Carrera Oficial. Recorre Alfaros entre las aguas de un mar de gente.
Poco a poco la Semana Santa toca a su fin, que llega de manera definitiva en torno a las 16:00. Terminan los días más esperados y ya más añorados. Cierta sensación de desánimo surge entre quienes disfrutan del paso de la hermandad del Resucitado. Sin embargo, no es éste un domingo de tristeza; tampoco para pensar en la fugacidad de cada instante ni cada aroma, de las deseadas tardes de devoción popular y olor a incienso. Queda menos de un año para volver a sentir con fuerza desgarradora y es éste un domingo de alegría y para acabar de saborear lo vivido y por supuesto la Resurrección, que está presente en Santa Marina. Es éste un domingo radiante de felicidad.
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