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A oscuro cielo, luz de Esperanza

Rafael Ávalos

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La hermandad de San Andrés no realiza su salida extraordinaria debido a la lluvia | La alcaldesa impone la insignia de oro de la ciudad a la Virgen de Juan Martínez Cerrillo | Centenares de cofrades visitan el templo

A veces basta con que un ligero contratiempo cambie los planes para que todo tome un aspecto incluso mejor. Más brillante, aunque no tanto. Cada instante tiene su propia marca de esplendor. La lluvia, siempre ingrata en estos días, hace acto de presencia. Parece firme su intención de no desaparecer. Paraguas abiertos por doquier dibujan a las puertas del templo una plaza sin apenas espacio, un cuadro de paisaje otoñal. Es 17 de octubre. De 2015. La fecha señalada meses atrás en el calendario. Al segundo son más cuantos en el lugar se reúnen. Miran al cielo, aguardan y desean. Pero el día no está para brindar una jornada como unos y otros hubieran soñado. Fieles, cofrades, hermanos, todos creen que todavía puede ser. En el interior de San Andrés, la ilusión deja paso a la tristeza. Quince minutos antes de la hora prevista, la junta de gobierno de la Esperanza decide, vista la batalla que anuncian las nubes, suspender su salida extraordinaria con motivo del 75 aniversario de su fundación. Una ocasión que debiera ser memorable… y que finalmente, de otro modo, lo es.

Quizá en su pensamiento estuviera la forma en que, de cualquiera de las maneras y siempre, aparece la “Esperanza cordobesa”. Es probable que entonces, dedicado a componer dicha marcha, Rafael Ramírez Caballero musicalizara una realidad: la lluvia nunca vence a los sentimientos. No lo hizo este sábado, a pesar de impedir una procesión largo tiempo esperada, tanto -mucho más, como es lógico- por la propia hermandad como por los cofrades de la ciudad. Después de meses de trabajo, las imágenes de Nuestro Padre Jesús de las Penas y de María Santísima de la Esperanza no pudieron recorrer este sábado de octubre, convertido en modo alguno en Domingo de Ramos, las calles de Córdoba rumbo a la Mezquita-Catedral. Pero Córdoba sí que supo estar junto a los titulares de la corporación de San Andrés, donde de repente la luz cobra fuerza tras los momentos de llanto y decepción. La entrada al tempo no cesa por parte de cientos de cordobeses, que tras su desafío a la lluvia quieren visitar estar junto a las imágenes que tallara Juan Martínez Cerrillo.

La parroquia de San Andrés se convierte entonces en el corazón cofrade de la ciudad. Es muestra de devoción, señal de superación. Hora y media de sentimiento en San Andrés. Tiempo antes, cuando la incertidumbre acompañaba a quienes en la plaza se daban cita o entre los que caminaban por un engalanado Realejo, la visita corrió a cargo del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que acompañó a la hermandad en unos minutos complicados. Pero en una conmemoración que, a pesar de todo, siguió su curso. Instantes después, la alcaldesa impuso la insignia de oro de la ciudad a la Virgen de la Esperanza ante la bella imagen de Martínez Cerrillo. Isabel Ambrosio, que entregó el distintivo al hermano mayor de la cofradía del Domingo de Ramos, Javier Baena, también participó de una levantá del paso de palio, dirigida por el capataz de su cuadrilla, Rafael Ramírez.

Entonces, todavía estaba por llegar la respuesta de los cofrades cordobeses, de los fieles al Señor de las Penas y María de la Esperanza. “He ahí la Esperanza”, que interpretó la Banda de Música homónima a la imagen, sonó por vez primera antes de que las puertas del templo quedaran abiertas de par en par. Fue el estreno de la marcha de Rafael Wals dedicada a la titular mariana de la corporación, que si bien vio deslucido su gran día lo pudo celebrar de manera íntima en el interior de su sede canónica. También en la Mezquita-Catedral, donde a las 19.30, tal y como estaba previsto, se celebró la solemne eucaristía conmemorativa del 75 aniversario fundacional de la hermandad. Quizá la lluvia pudiera romper el sueño de caminar por Córdoba en esta ocasión, aunque desde luego el cielo oscuro no logró apagar la luz de Esperanza.

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