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Flor de agosto para el corazón

Rafael Ávalos

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Nuestra Señora del Tránsito recorrió este lunes las calles del Alcázar Viejo rumbo a la Mezquita-Catedral | Centenares de personas acompañan a la Virgen de Acá a lo largo del casco histórico

Lenta pero inexorablemente comienza a caer la noche. El cielo, con su tonalidad, juega con la torre la Mezquita-Catedral. Entre los naranjos camina, en una estampa ya conocida pero siempre igual de hermosa, la flor de agosto en Córdoba. Centenares de personas, fieles y cofrades en general, aguardan el paso de Nuestra Señora del Tránsito. Rostro que ilumina, gesto delicado. La Virgen de Acá, como es conocida popularmente, se adentra en las naves del primer templo de la Diócesis después de impregnar a la ciudad de la dulzura en su quietud. De la felicidad de su glorificación. La luz de los nuevos candelabros de su paso es menos intensa en el corazón de todos cuantos esperan en las calles del casco histórico que la de María, claridad contra tiempos oscuros.

Es 15 de agosto, día de la Asunción. En Córdoba la jornada festiva, de Fe, comienza con la salida procesional de la imagen bajo dicha advocación en Figueroa. Es la tarde la que trae una cita ineludible para los cofrades de la ciudad. Como cada año, el Alcázar Viejo aguarda a Nuestra Señora del Tránsito. Pared blanca, aroma eterno del tiesto de mayo, carácter propio, inconfundible sello. El barrio que al otro lado de la muralla y más allá de las Caballerizas Reales se levanta desde siglos atrás está a punto de ver de nuevo por sus calles a la Virgen de Acá. Es a las ocho cuando las puertas de Nuestra Señora de la Paz quedan abiertas a María yacente. Paz en cuerpo y alma. Tras Ella, la Banda de Música Tubamirum de Cañete de las Torres pone sus sones. El momento posee, como cada año, una gran carga emocional. Nace de una devoción cada vez mayor.

Centenares de personas se reúnen en cada punto de un recorrido único, marcado por la grandeza del legado patrimonial. El escenario es en todo momento el idóneo para la conjunción perfecta. Los sentimientos sobrevuelan la Puerta del Puente y guían hasta el Alcázar Viejo en el regreso de Nuestra Señora del Tránsito a su templo. El calor es intenso y al paso de María pareciera que una brisa, suave y aliviadora, recorre la calle de una Córdoba más luminosa. También en la noche y cuando otro día, con la luna de testigo, va a empezar. Es en torno a la medianoche cuando el cortejo se encamina de nuevo a la blancura de San Basilio. Ilumina la Virgen de Acá, una vez más, a quienes entre faroles la aguardan. Devoción eterna, flor de agosto en el corazón.

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