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¿Esto dónde sale?

Víctor Molino

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Hubo un tiempo donde Córdoba se veía en simultáneo por varios canales de televisión. Donde había pluralidad audiovisual e incluso calidad en alguna de las programaciones. En esos tiempos, existían la Televisión Municipal (TVM), Procono, Localia, Onda Mezquita y Canal Córdoba.

Alguna de ella fue dejando paso a otros canales que llegaron a emitir con las siglas CRN o VIVE. Estas dos últimas, al igual que lo hicieron Canal Córdoba y Localia, ya no existen. Ahora el pantallazo local lo sostienen en digital la TVM y Una Mezquita, sucesora de la antigua.

Por su parte, a través del cable, aún sigue existiendo y operando con el mismo nombre Procono. Ésta última, con un mérito aún mayor dado que es la que, con mayor periodicidad en su parrilla, ha sido capaz de poder contar la realidad cordobesa durante más años.

Focalizado el árbol audiovisual presente cabe hacer algo de retrospectiva sobre lo ocurrido para llegar al contexto actual. Con ello, además, se puede aclarar la evolución de la crisis periodística que vive la capital cordobesa.

El punto de partida de la matanza en la pequeña pantalla provincial comenzó a dejarse notar cuando uno de los dueños de una televisión comenzó a no pagar a sus empleados. Estos, enamorados de la profesión aguantaron estoicamente hasta que no pudieron más. Así comenzaron las denuncias y los desastres en una de los canales denominados como locales.

De otro lado, en otro de ellos, en el que mayor inversión hizo un potente grupo de comunicación, de la noche a la mañana, todos sus empleados, venidos a menos en número desde hacía algún tiempo por circunstancias, supieron que tenían fecha de caducidad. Tan sorprendente como ingrato. Así fue. Ya en enero de 2009 Córdoba contaba con dos canales menos.

Con la crisis haciendo efervescencia, parecía impensable que en una de esas frecuencias naciera un nuevo canal. Tan pretencioso como inviable; en 2010 hubo un nacimiento que murió con las elecciones de 2011. Esa cita, de manera indirecta, también contribuyó para agilizar la eutanasia del canal que por obligación pagan todos los cordobeses con sus impuestos.

En apenas siete párrafos se resume la historia de tantos y tantos minutos de televisión. Un recuerdo este negativo para quienes ejercían la profesión periodística dentro de cada una de ellas. Un recuerdo aún más negativo para quienes han dejado de ver y de mirar su entorno por circunstancias de sustento.

La evolución de todos y cada uno de los canales es proporcional al grado de fracaso de quienes las gestionaban. Hoy no queda ni uno de esos empresarios que vieron en el negocio de la tele un apoyo indispensable para llenar el ego y sus carteras con publicidades de calidad reducida.

Tampoco parecen quedar políticos con pretensiones propagandísticas. En realidad, poco queda que se parezca al pasado. Mérito guardan quienes todavía trabajan para contar la vida más próxima porque, ellos aún mantienen firme una máxima en el localismo televisivo que reza: ¿Esto dónde sale?

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