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Esto es más que una bienvenida a un árbol

Árbol plantado en el Centro Social Rey Heredia.

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Cuando somos semillas, nadie nos dice dónde echaremos raíces. No hay explicaciones ni promesas, solo nos trasladan de un lugar a otro, desde nuestras pequeñas macetas en el vivero hasta destinos inciertos. Con suerte, evitamos acabar en un alcorque en miniatura, asfixiados bajo el cemento, olvidados entre el gris y el calor de la ciudad.

Pero mi historia es distinta. Soy un algarrobo hecho y derecho, y un buen día me sacaron del vivero para llevarme a un patio lleno de flores, justo al lado del río. Al principio, creí que mi destino sería el mismo de siempre: permanecer en mi maceta, creciendo a duras penas hasta que alguien decidiera, si acaso, cambiarme a una más grande. Me preparé para la rutina de la espera, resignado a las decisiones humanas.

Sin embargo, algo diferente sucedió. Observé cómo, a mi alrededor, levantaban el cemento del patio y construían un macetero amplio. Gente iba y venía, ocupada en los preparativos de lo que parecía una gran celebración. No imaginaba que la fiesta era, en realidad, para darme la bienvenida. Vinieron familias enteras, con peques sonrientes y personas entusiasmadas. Me colocaron con sumo cuidado en aquel nuevo hogar, junto a plantas aromáticas que pronto serían mis compañeras. Volcaron tierra fértil a mi alrededor, asegurándose de que tuviera el mejor espacio posible para extender mis raíces. Además, no se les olvidó detalle de construirme un banquito a mi vera, para que la gente se siente a estar de cháchara y a integrarme en sus historias.

Ahora crezco en este rincón privilegiado de la ciudad, ofreciendo sombra a quienes descansan bajo mis ramas y purificando el aire que toda la gente respiramos. Sé que aún me falta mucho por crecer, pero cada día siento cómo mi tronco se fortalece y mis hojas bailan con el viento, agradecidas. No entiendo por qué tantas ciudades siguen optando por llenar sus espacios de cemento y asfalto, condenándose al calor sofocante y al vacío gris. ¿Por qué no seguir el ejemplo de estos humanos que me han dado una oportunidad de vida? Afortunadamente, hay quienes desafían la moda del hormigón y trabajan incansablemente por reverdecer sus barrios, recordando que las ciudades deberían ser espacios para la vida, no para la muerte térmica.

Los humanos necesitan la naturaleza para sobrevivir, porque, aunque a veces lo olviden, son naturaleza. Sin embargo, a veces persisten en sembrar sus calles de gris y de calor, alejándose del frescor y de la vida comunitaria. Se multiplican las plazas duras, los bancos solitarios, los aparcamientos que sustituyen parques, como si el hormigón y el ruido pudieran suplir la calidez de un árbol o la brisa en una tarde de verano. ¿Esperan que alguien, como Momo en su historia, los despierte de este letargo?

Algunos ya han decidido no esperar más. En muchas ciudades, colectivos ciudadanos han tomado las riendas de su entorno, tejiendo lazos entre el vecindario, recuperando espacios olvidados y llenándolos de verde y de color. No solo plantan árboles, también siembran esperanza. Con cada pequeño jardín comunitario, con cada alcorque convertido en refugio de vida, crean resistencia. Resistencia climática, al construir refugios naturales contra el calor extremo; resistencia social, al formar redes de apoyo donde nadie queda desamparada; resistencia económica, al colectivizar la energía y los recursos.

Yo, un simple algarrobo, ahora formo parte de ese cambio. Y aunque mis raíces apenas comienzan a expandirse, sé que mi sombra será un respiro, que mi presencia será un recordatorio de que la naturaleza y la comunidad pueden florecer juntas. Que la vida, al final, siempre encuentra un camino.

Mis raíces ahora sienten el frescor de la vega del Guadalquivir, en el Centro Social Rey Heredia, gracias a un puñado de gente muy motivada, que cree que podemos transformar nuestras ciudades y que se llena de una esperanza activa y activadora para hacerlo.

Esta acción se enmarca dentro del proyecto La transformación comunitaria como respuesta a la emergencia climática llevada a cabo por la Asociación El Brote Educación Ambiental con la financiación del Cuerpo de Solidaridad Europeo.

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