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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

El Tío Camuñas

El Tío Camuñas

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Mis mayores, mis mujeres mayores, mi abuela o mis tías abuelas, asustaban a los niños trastos con la inminente llegada del Tío Camuñas: “¡Como sigas así va a venir el Tío Camuñas y te va a llevar por los pies!”.

Era el malo malo, el sucedáneo o el substituto o el equivalente al “hombre del saco”, al “sacamantecas” o al “Coco”. Susto máximo, era el vengador, el que castigaba a los traviesos.

Es curioso que, en tiempos sin tele, radio o rrss, la figura del Tío Camuñas se hizo viral y acabó siendo un recurrente del terror infantil. Al parecer era un señor aguerrido de Camuñas, provincia de Toledo, un guerrillero que, con una panda de secuaces, causó el terror de los franceses por la Mancha en la Guerra de la Independencia. Se llamaba Frasquete; lo demás es leyenda.

Me acordé de él, y de las amenazas de las abuelas, cuando escuchaba el otro día al exministro Ignacio Camuñas decir que lo que ocurrió el 18 de julio de 1936 no fue un golpe de estado y que la culpa de la Guerra Civil Española fue del gobierno republicano –legalmente constituido- y esas cosas que esta gente sigue diciendo.

Esta momia, a la que nadie aún le ha soplado para que se desvanezca ante la presencia del aire puro, decía estas cosas ante la mirada arrobada del joven que preside el principal partido de la oposición y que, al parecer, tiene entre sus aspiraciones ser presidente del gobierno democrático del Reino de España en el siglo XXI.

Da una mezcla de corajito, grima y malaleche tener que seguir viendo y escuchando estos excesos de “que nos quiten lo bailao”.

Me acuerdo de tener 20 años e ir en un autobús con un colega y ver que un señor mayor escupía en el suelo. Mi amigo me dijo: “ves, no sé porque hay que tenerle respeto a las personas mayores. Como no sea por defecto o elegancia, pero ya les vale a más de uno”.

Hay muchas abuelas y tías abuelas que invocaban al Tío Camuñas cuando los niños trastos arramblábamos con los geranios del patio y guarreábamos con la leche con galletas de la merienda. Abuelas y tías abuelas con maridos y hermanos perdidos en las cunetas, superpuestos en las fosas abisales de cementerios de pueblo.

Ignacio Camuñas: no te mueras nunca. Aguanta la mirada eternamente. Y cállate. O que tu pariente te lleve por los pies.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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