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El sabor de lo prohibido

Juan José Fernández Palomo

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Leo en El Periódico del 28 de enero de 2013 la siguiente noticia encabezada por un impactante titular:

HOMICIDIO VAGINAL FRUSTRADOUn hombre 43 años de la localidad de Sao José do Rito Preto, en Brasil, ha denunciado a su mujer por intentar asesinarle. Según publican varios medios locales, la mujer ideó un curioso método para acabar con su marido: ponerse veneno en la vagina y pedirle que le practicara un cunnilingus.La mujer, que conocía el gusto de su marido por esa práctica sexual, impregnó sus genitales con una sustancia tóxica, tras lo cual, le pidió a su compañero que le practicara sexo oral. Ya en materia, el hombre se percató de un olor extraño y salió despavorido.Sospechando lo que podía haber ocurrido, se dirigió a un hospital, donde le realizaron varios análisis. Las pruebas concluyeron que había ingerido una sustancia venenosa, tras lo cual, le hicieron un lavado de estómago. Gracias a la rápida actuación de los médicos, pudo salvar su vida.

De manera automática, no me pregunten por qué, resuena en mi cabeza el bolero Perfidia interpretado por Los Panchos o, mejor, por Nat King Cole: “si puedes tú con Dios hablar pregúntale si yo alguna vez te he dejado de adorar (…) espejo de mi corazón las veces que me ha visto llorar la perfidia de tu amor”.

Luego, mi educación judeocristiana me hace volverme al Libro del Génesis 3:15-17, después de que Eva acepte la proposición de la serpiente y coma el fruto del árbol prohibido y se lo dé a probar a Adán: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre su simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo -Multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces, con dolor darás a luz a tus hijos, y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo -Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol que te prohibí, maldita será la Tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”.

Y para remate del asunto me acuerdo de una añeja canción de Genesis, La cena está lista (Supper´s ready) en la que Peter Gabriel canta un cuento en el que un vagabundo golpea el césped de un parque para que salgan las lombrices de sus agujeros y así poder comérselas.

Soy sospechoso de haber comido venado o jabalí estofado en tiempo de veda. A no ser que hubiera estado crionizado como Walt Disney. Hay bares secretos donde sirven unos pajaritos fritos de rechupete y algunas lasañas llevan trazas de carne de caballo.

Tal vez esto demuestre que lo prohibido no tiene por fuerza que ser peligroso.

Ahora bien, mejor nos iría en este mundo si la autoridad competente prohibiera los peligros, porque las tentaciones son muy malas.

De todos los sucesos relatados -y del proceso mental seguido tras leer una simple nota de prensa- yo, señores del jurado, me confieso culpable.

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