Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Paco el Negro

Juan José Fernández Palomo

0

Paco el Negro, era un amigo del barrio. Un tipo con gracia natural, se le notaba en las conversaciones y bebiendo cerveza –sin pagar, mucho mejor- con los colegas.

Decía que tenía habilidad para las cosas electrónicas y que te podía arreglar baffles o equipos de música o transistores o lo que fuera. Tenía un soldador de estaño y lo enarbolaba siempre que podía: “yo tengo esto y yo te lo apaño”. En esos tiempos, un equipo de música analógico era nuestro tesoro más preciado. Mi amplificador Kenwood estuvo un año en el maletero del Opel Corsa rojo de Paco el Negro; al final me lo devolvió reparado. No me cobró, claro; ya lo había hecho.

Paco era también un gran anfitrión. Más de una vez nos invitaba a comer habichuelas con perdiz en su piso del barrio y, después, jugábamos al Trivial mientras nos emborrachábamos Fernando, la Palmi, María, yo y Tiffanny.

Tiffanny era una guiri de Minessotta que andaba por aquí y, no sabemos por qué, acabó de pareja con Paco. Rubia, de pelo corto, guapa, de complexión fuerte, ni alta ni baja, con una sonrisa llena de dientes blancos y la risa suelta y grave a la par. Un exotismo de señora en el barrio, podría decirse. Algo estaría haciendo en la Universidad y se encontraron en un bar; supongo.

Paco el Negro viajó a Minesotta un verano a conocer a la familia de Tiffanny y sus circunstancias. Tenían un rancho de vacas y caballos.

No sé qué pasó, pero Paco volvió y Tiffanny nunca más.

El Negro, siempre feliz, nos contaba que de Estados Unidos, lo más impresionante “era la Naturaleza” y montar a caballo. Incluso llegó a decir que le pareció ver a Bob Dylan montando a caballo al otro lado de la linde del rancho de su –aún- suegro.

Paco contaba las cosas muy bien. Me trajo un mapa de carreteras de USA con una marca en rojo a la altura de Duluth, Minnesotta. Lo tengo pegado en la pared. Lo miro ahora.

El Negro murió hace unos pocos años. Solo, en una casita a la que se había mudado, en la sierra de por aquí cerca, junto a un riachuelo.

No sé por qué escribo esto. Tal vez porque es el día de los Inocentes. Cualquiera sabe.

Etiquetas
stats