Don Luis
“La memoria es invadida constantemente por la imaginación y el ensueño, y puesto que existe la tentación de creer en la realidad de lo imaginario acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira”. Esto es palabra de Dios. Es decir, palabra de Luis Buñuel, ateo, español y cineasta (o sea, insisto, Dios, por resumir).
He vuelto a comprar -y a leer- Mi último suspiro,
las memorias que Buñuel dictó a Jean-Claude Carrière tras años de colaboración.
Yo lo había leído antes y se lo presté a un amigo. Mi amigo expiró el último suspiro y no pudo devolvérmelo, así que me lo he vuelto a comprar. No tengo amigo pero vuelvo a tener el libro. Qué cosas pasan.
Me pregunto si yo hubiera sido capaz de entrar en la habitación de mi amigo muerto y recoger el libro que le había prestado. No sé.
No sé si estará el libro entre otros, entre apuntes, papeles o cintas de grabación, la carta de una novia, un cenicero, un pastelito a medio comer, media litrona sin gas, la cama sin hacer o algún sueño desecho. O si ya no existe nada parecido a eso, nada en la habitación deshabitada.
La memoria está continuamente invadida por la imaginación y el ensueño. Y, sí, efectivamente, somos capaces de hacer una verdad de alguna de nuestras mentiras.
Y sí, efectivamente, cerramos el círculo.
Y nadie dijo nunca que llorar sea malo.
De hecho, yo lo estoy haciendo ahora mismo.
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