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Respuestas tardías

Alba Ramos

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Me pidieron el otro día que improvisase una frase para una campaña contra el fracking (ya, momento raro, se me dan bien) en modo reivindicativo contra esta práctica mortalmente dañina medioambientalmente enlazándolo con algo que me gustase. Ay no.

El caso es que debía continuar la frase “menos fracking y más___” añadiendo algo que me pareciese molón. Mi respuesta fue clara y concisa: “me dejé la imaginación en parvulitos (escuela infantil o cómo lo llamen en cada comunidad autónoma que creo, una vez más, no coincidimos en el término) así que echadme una mano”. Y así fue que, tras varias sugerencias relacionadas con el mismo tema por parte del tipo que me preguntó (estaba claramente obsesionado), terminé abogando por la defensa del carril bici no siendo yo nada de eso. He debido montar en bicicleta aproximadamente ocho veces en mi vida, aunque sí he agredido ligeramente a dos ciclistas por ir por la acera... Digo yo que de ahí mi apuesta por esa infraestructura urbanística tan necesaria para que no nos arrollen a los viandantes tan majos y despistados (hacéis daño al chocar gente verde).

Días después (por qué correr) me dio por pensar en la increíble capacidad de improvisación del resto de personas a las que el tipo Stop Fracking engatusaba (menos mal que le dio por colarme lo de la bicis porque mi única respuesta era “Mahou” y no creo que quedase demasiado bien) y completaban al segundo la frasecita con “amor”, “vacaciones”, “ballenas”, “conciertos” y qué sé yo (hola qué tal, recuerdo un porcentaje más bien bajo de las cosas que escucho).

Total, no sé si esto es un trauma universal, pero en mi caso las grandes respuestas siempre vienen a la mente de forma tardía.

Por equis motivos, cuando quieres quedar genial sólo se te ocurre basurabasura. Ya sea ante una pregunta de tu jefe y tu estupendo chascarrillo fuera de lugar (festivales del humor innecesarios), la incapacidad de reacción vocal (e incluso física) ante un reencuentro con un archienemigo, o cuando quieres quedar de ultra cosmopolita cultureta en una conversación y... ¡sí! Confundes al artista de vanguardia de turno del que se está hablando con, un poner, Chiquetete. Sea como fuere, has quedado de culo.

Puede que también me dejase en el colegio el ingenio (sumado a mogollón de sudaderas de chándales, perdí mucho en aquellos años) pero a grandes preguntas penosas contestaciones. Desde un “yo también te quiero” a destiempo hasta un “que te peten” mudo.

Creo que existe un mayor grado de dificultad en las respuestas de odio e ira máximas para las que esperamos de nosotros majestuosas demostraciones de originalidad aunque tampoco se quedan atrás los halagos ideales que se te ocurren cuando el interlocutor ha desaparecido. Fantástico.

Mi grado de descoordinación molonadas vs. respuestas va más allá todavía (confío alguien coincida en toda esta humillación pública permanente). Incluso cuando alguien me pregunta cuál es mi libro preferido, el grupo de música que más me gusta, mi color favorito, la ciudad de mis sueños, la comida con la que enloquezco... Ahí viene: la contestación absurda (si alguien me puede explicar por qué dije 'Sólo en Casa' [la 1 y la 2, que una tiene su criterio] sería de agradecer) o el mítico “no sé” + expresión facial de ser sin personalidad.

Al no tener más conocimiento que lo que ocurre en mi mente (y no tanto), es bastante probable que no coincidáis conmigo (para quejas podéis escribir a perdonadequevaelcajondisasterdehoy@cordopolis.es) pero algunas de las mejores respuestas aparecen en momentos como la puesta en común de la situación respondil con tus amigos y el qué deberías haber dicho (mis braimstormings preferidos), los viajes en transporte público (más aún en los trayectos media-larga distancia que dan más tiempo para rayarnos las cabezas), mientras vamos caminando por la calle, justo antes de dormirnos o en la ducha.

Hablando del momento baño. ¿No os habéis planteado nunca por qué cada uno tiene una técnica para secarse? No entiendo cómo nadie ya ha desarrollado una Teoría del Secado Post Ducha que explique cómo eres en función de qué parte de tu cuerpo decides secar antes y cómo vamos perfeccionándola con los años. Se ve que más allá de basar nuestros caracteres según el horóscopo (dejad todo esto ya por el amor de dios) nadie le ha echado un par para aumentar clasificaciones humanas en base a algo objetivo (siempre y cuando en el momento que te pregunten sepas contestar cómo te secas y no contestes “Mahou”).

Ya, esto no venía a cuento de nada. Ostras, lo siento.

En fin, ojalá no seamos muchos los que padecemos el miedo a la respuesta tardía. Ese malestar cuando de pronto, horas (días, meses, ¿años?) después se te ocurre la respuesta ingeniosa. Cuando ya no hay nada que hacer.

Y lo peor es que, una vez nos viene a la mente, somos capaces de recordarla durante años. Una autoflagelación mental infinita al por qué no dijiste aquello. Chico, qué vas a hacer, la vida sigue.

Menos fracking y más Chiquetere.

https://www.youtube.com/watch?v=zxTL-D6sT5A

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