A trompazo limpio
Córdoba registra el mejor dato de empleo en 16 años
En días como hoy, no es difícil imaginarse al señor Bellido tirándose en plancha sobre los datos de empleo en Córdoba. Tampoco a la señora Yolanda Díaz retorciéndole la cabeza para apropiarse del mayor descenso del paro en los últimos 16 años. Una nube de polvo cubriría a los dos mientras se revuelcan sobre la arena con la fiereza de un partido de rugby. Moreno Bonilla, mientras tanto, aguardaría impaciente a que la brusca caída del 7% del desempleo salte por los aires y pueda agarrarla como si fuera de su propiedad.
Cuando las cifras del empleo sonríen, nuestros tiernos dirigentes se lían a tortazos para apropiarse de las estadísticas. Se trata de una lucha feroz. A hierro pelao. El alcalde de la ciudad dirá que la mejoría del paro se debe a su audaz política de atracción de inversores, simplificación burocrática y abaratamiento del suelo industrial. La competencia de empleo es de la Junta, recordará ufano el presidente autonómico. Perdona, bonito, pero si hay trabajo de calidad es gracias a nuestro Ministerio, terciará la titular del ramo.
Los datos oficiales acaban de certificar 4.362 parados menos en Córdoba que hace justamente un año. Desde la crisis planetaria de 2008 no se registraba una cifra tan manifiestamente positiva. Y, claro, nuestros representantes públicos se dan de collejas para colgarse la medallita de la eficacia, la capacidad, la competencia y el sursum corda.
Cada administración se arroga la autoría de los datos de empleo. Es la liturgia de cada año. Salvo que los datos de empleo sean una castaña pilonga. En ese caso, la responsabilidad absoluta recae en la puerta de al lado. La Junta, el Ayuntamiento, la Diputación o el Ministerio correspondiente. A mí qué me cuenta, le contestará el dirigente de turno con un aplomo acojonante.
Hasta antes de ayer pensábamos que la estadística es una ciencia exacta. Un conjunto de números incontrovertibles perfectamente medibles, ponderables y analizables. Otra cosa es la paternidad de las cifras. Ese ámbito impreciso donde la gente acaba a trompazo limpio la primera semana de cada mes.
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