Un teorema inquietante
Las políticas climáticas van en contra de nuestra nación
La frase que figura más arriba esconde un teorema inquietante. Si para salvar al planeta necesitamos frenar el calentamiento global y las políticas climáticas van en contra de nuestra nación, la pregunta cae por su propio peso. ¿Qué diablos es una nación? La lógica cartesiana nos llevaría a pensar que es imposible salvar a las personas sin rescatar al planeta que les da cobijo. Pero claro. Hay artefactos sagrados que no responden al principio de racionalidad. Y la nación puede ser uno de ellos.
La señora Badanelli sostiene que las emisiones cero de los gases contaminantes ponen en una situación crítica nuestra supervivencia. Quiere decirse, si seguimos el hilo conductor de su singular teorema, que para garantizar el futuro de la humanidad conviene dar rienda suelta al monóxido de carbono, los vertidos de metales pesados, el deshielo de los casquetes polares, la deforestación del Amazonas y el envenenamiento de los embalses para consumo humano, tal como sucede, por cierto, en un lugar de los Pedroches de cuyo nombre no quiero acordarme.
La doctrina de la concejala no es nueva. Ya fue esbozada por otro destacado experto en la materia. José María Aznar. En una conferencia pronunciada en 2008, ya nos previno de los “abanderados del apocalipsis climático” y aseguró que la ecología es el “nuevo comunismo” que ha venido para sabotear a las sociedades libres. Lo sorprendente es que solo diez años antes, el ex presidente del Gobierno había suscrito de su puño y letra el Protocolo de Kioto para luchar contra el cambio climático.
El teorema de la señora Badanelli (y el señor Aznar) choca frontalmente con todos los informes científicos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que, como todo el mundo sabe, es un comando antisistema que se ha propuesto dinamitar los cimientos del mundo civilizado por pura ideología.
Pero oiga. En una cosa sí acierta el teorema del señor Aznar (y la señora Badanelli). Sale más barato. Ahorra una barbaridad en depuradoras, energía renovable, gestión de residuos, políticas agrarias, reconversión industrial y todo ese endiablado laberinto burocrático que tortura la vida de la gente por el simple placer de hacer daño. Entonces, el planeta se irá a la mierda pero la nación brillará como una patena.
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