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La luz de nuestra memoria

Obras en el arroyo Pedroches.

Aristóteles Moreno

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Denunciamos la destrucción hidromorfológica del lecho y la vegetación de ribera

Plataforma Ciudadana en Defensa del Arroyo Pedroches

El arroyo Pedroches forma parte de nuestra memoria como los Juegos Reunidos Geyper. De lunes a viernes, nos rendíamos al balón en el patio del bloque, y los sábados enfilábamos para el arroyo Pedroches por la cuesta de la antigua prisión y el paso a nivel con barreras. Recuerdo el viejo puente de la carretera de Almadén y la explanada de la Fuente del Sombrero del Rey, donde los incautos aparcaban el Seiscientos para lavarlo de arriba a abajo con el agua todavía abundante del cauce.

En ese punto se abría un universo impagable de libélulas y renacuajos al que nos entregábamos felices con un bocata de mortadela y unas zapatillas de loneta. Remontábamos el curso del río en dirección al Puente de Hierro cuando aún transitaban vagones de mercancías sobre sus raíles. La naturaleza se nos ofrecía espléndida y salvaje, plagada de tesoros indescifrables con olor a hinojo fresco y espárragos trigueros.

Ya entonces el arroyo era un ser vivo acosado por las canteras de Asland y las pistas de tiro al plato. La cementera había tendido una cinta transportadora por encima de nuestras cabezas y vomitaba sus deshechos de piedra amarilla en tres enormes vaciaderos que medio siglo después allí siguen mimetizados en el paisaje. Nadie ha desmantelado la cinta transportadora y su esqueleto metálico pervive como un espectro de hierro aferrado a las dos orillas. Los dos márgenes del río estaban sembrados de perdigones de plomo, que coleccionábamos como diminutos trofeos en redondas cajas de hojalata.

Muchos años después, la construcción del polígono industrial y la variante del Cerro Muriano desbarataron el cauce del arroyo con la insolencia implacable del desarrollo. Hoy, la Fuente del Sombrero del Rey, formidable vestigio de origen árabe, languidece en alguna escombrera de aquel paraje herido de muerte.

La semana pasada fueron denunciados dos “ataques destructivos” contra el lecho fluvial. Los presuntos actos lesivos fueron perpetrados por el Ayuntamiento de Córdoba y, al parecer, autorizados por la Conferencia Hidrográfica del Guadalquivir. El señor portavoz del Gobierno local argumentó que la actuación persigue limpiar dos tramos del arroyo para evitar desbordamientos futuros y precisó que su alcance es muy limitado. “Solo ha sido presupuestado en 3.000 euros”, adujo como prueba material de inocuidad.

Las denuncias fueron formuladas por la Plataforma Ciudadana en Defensa del Arroyo Pedroches. Que la Madre Tierra tenga que ser defendida por un grupo de vecinos en sus horas de tiempo libre ya explica con claridad en qué momento de la historia planetaria nos encontramos. El desarrollo y la naturaleza son dos vectores en permanente conflicto desde que el Homo Sapiens afiló una lasca de piedra para matar rinocerontes. El primero va ganando la batalla por goleada. Pero de las libélulas y los renacuajos del arroyo Pedroches alguien tendrá que velar aunque solo sea para mantener con vida la luz de nuestra memoria.

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