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Escenas brillantes de la picaresca española

José Luis Ábalos y Koldo García.

Aristóteles Moreno

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Pues Ariatna y Carlota, y a tomar por culo

Koldo García Asesor del ex ministro Ábalos

Que tengamos constancia, a lo largo de sus 490 páginas Córdoba aparece en dos ocasiones en el informe de la UCO sobre Santos Cerdán. Ninguna de ellas, por cierto, subraya las cualidades monumentales de la vieja capital de la Bética ni pone el foco en su ubicación privilegiada como nudo estratégico de comunicaciones. Todo parece indicar que el ex ministro de Transportes y el ex secretario de Organización tenían cosas más importantes en las que fijarse.

La primera vez Córdoba viene vinculada en el informe con un tal Cristian Corvillo, presunto intermediario entre el señor Aldama y el ex titular de Transportes, conocido usufructuario de whiskerías y otros locales de alterne. Que para eso era el máximo responsable de la red nacional de carreteras de este nuestro maravilloso país. La UCO sitúa al señor Corvillo, ex vicesecretario de la Agrupación socialista de Ciudad Jardín, a las órdenes del comisionista y supuesto cerebro de la organización criminal que defraudó 182,5 millones a Hacienda en la trama de los hidrocarburos.

Al parecer, Cristian Corvillo gestionó la adquisición de un chalé en la Línea de la Concepción que la trama del señor Aldama puso al servicio del ex ministro de Transportes para su uso y disfrute. Como puede observarse, todas ellas actividades comprometidas con la consecución de los principios de justicia social, solidaridad, honradez pública y tiro porque me toca.

En la segunda ocasión que aparece Córdoba, el señor Ábalos negocia con su asesor la contratación de tres chicas de alterne. El ministro apenas llevaba diez meses en el cargo y, por lo que se deduce de las grabaciones, no había perdido un minuto de su tiempo. El diálogo que reproduce la UCO entre Koldo y Ábalos no desmerece las páginas más brillantes (y más cutres) de la novela picaresca española. Sobre las inversiones que su departamento tenía previsto anotar en Córdoba para los futuros presupuestos, ni una maldita palabra. Para qué.

La pregunta, por lo tanto, cae por su propio peso: ¿quién diablos metió a estos personajes del hampa en el Consejo de Ministros? No contesten todavía. A la vuelta de la publicidad.

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