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Rafael Guzmán: “Podemos llegar a 110 años si respetamos las leyes básicas de nuestro cuerpo”

Entrevista N&B a Rafael Guzmán, director de Metódica

Aristóteles Moreno

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Una película le cambió la vida. Tenía 18 años y acababa de matricularse en Trabajo Social. Un día se metió en el cine para ver ‘A propósito de Henry’, la historia de un abogado de éxito, magistralmente interpretado por Harrisond Ford, que es víctima de un disparo accidental en un atraco. El abogado sufre graves daños neurológicos y una amnesia profunda. Con la ayuda de un fisioterapeuta, logra recuperarse milagrosamente, transformar al hombre que existía antes del impacto y reiniciar una vida más plena, más consciente y más auténtica.

Al día siguiente, Rafael Guzmán anuló la matrícula de Trabajo Social y se inscribió en Fisioterapia. “Siempre he sido un cuidador nato”, asegura. Han pasado 34 años desde entonces. Y hoy dirige un impecable centro de terapia integral ubicado en la Avenida de Santa María de Trassierra. Por aquí desfilan religiosamente personajes rutilantes de la vida pública española. Desde Santiago Segura a Bertín Osborne, pasando por José Mota, Susanna Griso o Ara Malikian.

Metódica, el proyecto de Rafael Guzmán, se ha convertido en un fenómeno mediático. A caballo entre la medicina, la nutrición y hasta la filosofía, el terapeuta cordobés ha desarrollado un método holístico de intervención que busca restablecer las “leyes naturales que gobiernan nuestro cuerpo”. En 45 minutos de conversación, el director de Metódica transita desde las bondades de la luz solar a la función de los oligoelementos, la trascendencia capital del biorritmo, la amenaza de los móviles y las virtudes del ayuno. “Todo está conectado”, proclama sentado en su minimalista despacho.

PREGUNTA. He leído en la web corporativa: “Especialistas en medicina de estilo de vida”. ¿Nos lo explica?

RESPUESTA. Es una rama de la medicina que se fundamenta en el estudio de los principios básicos de la salud humana. ¿Qué ocurre cuando rompemos el biorritmo? El biorritmo es establecer unos comportamientos en el ser humano atendiendo a los ciclos de luz y oscuridad. Los seres humanos somos fotoperiódicos. Dependemos de la luz y de la oscuridad para poder llevar a cabo todas nuestras reacciones químicas y metabólicas. Si un paciente cena a las diez de la noche y se acuesta a las dos de la mañana, está rompiendo lo más fundamental, que es el biorritmo. Así tendrá alterada la secreción de casi la totalidad de nuestras de hormonas y neurotransmisores. La medicina de estilo de vida se encarga de estudiar principalmente el biorritmo, la toxicidad, la exposición a tóxicos, el sueño, el ejercicio físico, la nutrición y, quizás, la exposición a la luz solar.

P. También leo: “Método integrativo. Enfoque holístico”. ¿Todo lo que nos sucede está conectado?

R. Absolutamente todo. Desde nuestro dedo del pie derecho a la cabeza y desde la comida al sueño y las relaciones sociales. Uno de los grandes fracasos, bajo mi criterio, de la medicina ortodoxa convencional es la parcelación de nuestro funcionamiento. Está claro que para poder entender e integrar al cuerpo humano tenemos que parcelarlo. Y que tendremos que estudiar el hígado en su unidad y saber cómo funciona. Pero una vez que tenemos estudiado el hígado lo tenemos que relacionar con el estómago y con el páncreas porque son inseparables.

¿Cuál es el problema de la medicina? Que está en un grado tan sumamente grande de especialización que se nos ha perdido ese matiz de integración que tenían los médicos en la antigüedad. Ahora hay traumatólogos especializados en el hombro, pero no le cuentes nada de lo que te ocurre en la rodilla. Esta especialización conlleva un gasto sanitario brutal, porque a la hora del diagnóstico se producen muchos fallos.

Comemos infinitamente peor que hace cien años

De la fisioterapia pasó a la osteopatía. Y de la osteopatía llegó al territorio de la nutrigenómica y la nutrigenética. Poco después Rafael Guzmán (Ciudad Real, 1972) se inscribió en el Máster de Psiconeuroinmunología de la Universidad Pontificia de Salamanca. “Aquella ciencia me enamoró”, afirma. Completó su formación en Cataluña, con estudios de nutrición y salud, y hoy ayuda a pacientes con patologías crónicas a cambiar sus hábitos de vida.

P. ¿La psiconeuroinmunología es una ciencia?

R. Absolutamente. En algunos países ya está aprobada como profesión independiente. Aquí se estudia como máster. Se ha aprobado la Cátedra de Psiconeuroimología clínica en la Universidad de Granada y espero que llegue un momento en que se implante como parte de la medicina convencional porque nos da una visión muy holística e integrativa.

P. ¿Qué es la enfermedad?

R. La enfermedad es un desajuste de los ejes neuroendocrinos de nuestro cuerpo. No es otra cosa. Estamos gobernados por distintos ejes. Por ejemplo, el eje tiroideo. Cuando a nosotros nos falla el eje tiroideo, es decir, la secreción sincronizada de las hormonas tiroideas, empezamos a tener cansancio e hipertensión. Podemos sufrir calambres en las manos y fibromialgia. Cuando se desajusta el eje hormonal sexual en el caso de una mujer, puede tener miomas, endometriosis o infertilidad. Cuando no hay buena sincronización entre el sistema hormonal, el sistema nervioso, el sistema inmunológico y la esfera psicoemocional aparecen las enfermedades.

P. Hay enfermedades que están en el ADN.

R. En torno al 5 o 10 por ciento de las enfermedades son genéticas primarias. El resto son extra genéticas y adquiridas. Es decir: son como consecuencia de una mala expresión de los genes y la interacción con el ambiente, que no es solamente lo que nos rodea. Nuestros pensamientos forman parte de nuestro ambiente. Y nuestra bioquímica. Es decir, cuando yo tengo carencia de vitamina B12, ácido fólico o de cualquier micronutriente estoy alterando mi microambiente. Y eso da lugar a la expresión de unos genes que posiblemente lleguen a la enfermedad.

P. ¿El ayuno es salud?

R. El ayuno, en términos generales, es salud siempre. Si hablamos de personas que tienen ya diagnosticada una diabetes, un ácido úrico o alguna otra enfermedad habría que pormenorizarlo y estudiarlo con detenimiento. El ayuno forma parte de una de las estrategias más potentes que tenemos para conseguir salud y sacarnos de la enfermedad crónica.

El ayuno siempre es salud

P. ¿Cuántas veces hay que comer al día?

R. Por términos generales, la fisiología del hombre es ligeramente distinta a la de la mujer. Y consideramos que el hombre debería de comer en torno a dos veces al día. La mujer tres. Todo va a depender también de la actividad y las circunstancias de cada uno.

P. ¿Desterramos las legumbres?

R. No. Pero sí hay que tener en consideración que mientras estamos en un proceso de recuperación de algunas patologías deberíamos de minimizar su ingesta o erradicarla durante meses. Las personas que comen legumbres y tienen gases, sensación de hinchazón o pesadez a la hora de la digestión, yo casi las desterraría o comería como máximo una vez cada 7 o 10 días. No más. Las legumbres tienen bastantes antinutrientes. Quizás nos roben más nutrientes que nos aporten.

P. ¿Qué hacemos con el gluten?

R. Desterrarlo.

P. Radicalmente.

R. El gluten actual radicalmente. Si nos vamos al gluten de cereales primitivos, como pueden ser el centeno puro, la espelta o el camut, podemos incorporarlo en nuestra alimentación. Pero el gluten de trigo industrial hay que desterrarlo.

Tenemos los supermercados llenos de productos pero escasos de alimentos

P. ¿Cada persona merece una dieta?

R. Sin duda. Hay generalidades pero deberíamos de personalizar la dieta. Por eso existe la rama de nutrigenómica y nutrigenética. Para poder identificar cuáles son las mutaciones genéticas que tenemos cada uno y que determinan qué alimentos nos condicionan o nos predisponen a enfermar.

P. ¿Adiós al café?

R. No necesariamente. Si metabolizamos mal el café, por supuesto, adiós al café. ¿Cómo sabemos que metabolizamos mal el café? Si yo me tomo un café a las cinco de la tarde y me cuesta trabajo conciliar el sueño, hay que desterrarlo. Si me tomo un café y el pipí me huele a café, hay que desterrarlo. Si me tomo el café y el sabor perdura en la boca durante mucho tiempo, hay que desterrarlo. Si sufro de hipertensión, pulsaciones altas, ansiedad o estrés, hay que desterrarlo.

P. ¿Comemos peor que hace cien años?

R. Infinitamente peor. Tenemos los supermercados llenos de productos pero escasos de alimentos.

P. Supongo que peor que en la posguerra no.

R. No. Lo que pasa es que lo poquito que se comía en la posguerra era de más calidad. El problema ya no es solamente la calidad, sino la cantidad de lo que comemos.

P. ¿Y cómo es posible que una sociedad tan rica como la nuestra coma peor que hace cien años?

R. Porque vivimos en una época donde la falta de tiempo impera y se genera adicción a ciertos alimentos. Cuando uno analiza la composición química de los alimentos que hay en un supermercado nos damos cuenta de que en torno al 85% tienen como aditivo el azúcar. Y un porcentaje muy alto tienen potenciador del sabor. Y cuando uno lo estudia en profundidad se da cuenta de que eso lo único que hace es activar los circuitos de recompensa para que consumamos más y más.

P. O sea, es una droga.

R. Absolutamente. Estimula el mismo área que la cocaína, los videojuegos o el sexo. Es el área mesolímbica dopaminérgica. Es el área de la adicción.

Hoy muchos alimentos activan el mismo área de la adicción que la cocaína

P. ¿Habría que prohibirlo?

R. Si no prohibirlo, sí regularlo. Sin lugar a duda. ¿Por qué? Porque está dando lugar a una población enferma. Tenemos más esperanza de vida que hace unos años, pero con menos calidad de vida. Muchas personas pasan de los ochenta años pero con la mesita de noche llena de pastillas.

P. A usted la industria agroalimentaria no le querría de ministro de Sanidad.

R. Sin lugar a dudas. Pero, como sanitario que soy, yo tengo que mirar por la salud de mis pacientes.

P. ¿La sal y el azúcar son las dos muertas blancas?

R. No. La sal es sumamente saludable y beneficiosa. Lo que no es saludable es la sal refinada. Pero cuando nosotros tomamos la sal de las marismas, estamos incorporando en nuestra alimentación más de 70 minerales y todos los oligoelementos. Cuando alguien se pone malo y lo llevan al hospital lo primero que le meten en vena es un suero glucosalino. El sistema inmunológico es dependiente de la sal. Por lo tanto, sin sal no hay vida. Pero como decía Paracelso, la dosis hace el veneno. Lo que no podemos es pasarnos de diez gramos de sal al día. En la época primitiva, consumíamos en torno a siete gramos de azúcar al día. Hoy unos 70 gramos. Claro: nos enferma. No hay que desterrar nada. Simplemente hay que buscar el punto de equilibrio.

P. ¿Qué hay que desayunar?

R. Es interesante introducir en el desayuno la proteína. Los estudios dicen que cuando desayunamos proteínas la capacidad para tomar decisiones correctas es mayor. Estoy hablando de jamón ibérico, mejillones o gambas. También debemos introducir grasas saludables, tipo frutos secos, aguacate, salmón, aceite de oliva e hidratos de carbono no refinados, como, por ejemplo, el trigo sarraceno o el centeno puro. Eso es lo que deberíamos de desayunar si queremos desayunar. Porque no es necesario desayunar. Yo no desayuno nunca. O prácticamente nunca. Y no pasa nada.

P. ¿No toma nada para desayunar?

R. Nada de nada.

P. Hasta medio día.

R. Hasta medio día.

No es necesario desayunar. Yo no desayuno nunca

P. Usted ha dicho: “Donde entra el sol, no entra el doctor”.

R. El sol regula en torno a 1.300 genes, de los cuales 900 son del sistema inmunológico. Cuando nos exponemos a todas las frecuencias de onda que nos proporciona el sol, si me pongo una crema, ya estoy restando longitudes de ondas. El sol nos aporta electrones. Es decir, nos aporta energía baja en entropía, que ayuda a la construcción de materia. La vida no sería posible en la Tierra sin el sol. Cuando estamos comiendo algo lo que estamos haciendo realmente es consumir alimentos que nos van a aportar electrones para que mis células los transformen en energía y me capaciten para moverme, pensar o trabajar. Esos electrones proceden del sol. Aparte, nos proporciona serotonina, oxitocina, filagrina, óxido nítrico y una serie de sustancias químicas que son necesarias para la vida. Si no tomo el sol, tendré carencia de vitamina D y eso es uno de los factores de riesgo para casi la totalidad de los tumores, por ejemplo.

P. Muchos médicos nos previenen contra el sol.

R. Claro. Nos previenen contra el exceso de sol. Y esto habría que estudiarlo en profundidad. Si yo estoy todo el día bajo cuatro paredes, tengo un mes de vacaciones y en ese mes quiero tomar todo el sol que no he tomado en todo el año, ese sol me va a matar. Lo que promovemos es lo que llamamos el escudo solar. Primero: controlar bien nuestra alimentación para que las grasas de la piel sean grasas que no se oxiden fácilmente. Ahí tenemos todos los alimentos que vienen del mar: pescados, mariscos y algas. Huevos ecológicos también. Nos aportan omega 3 de cadena larga, que es un ácido graso que nos previene de las enfermedades de la piel, entre otras cosas.

Y una vez que llevamos un tiempo comiendo en condiciones, deberíamos exponernos cinco o siete minutos al sol cada día e ir incrementando poco a poco hasta llegar a los quince o veinte minutos para producir melanina. Es decir, ese pigmento que es el mejor protector solar que hay en el mundo y que lleva miles de años con nosotros. Una vez que hemos conseguido sintetizar la melamina, el sol solamente nos aporta beneficios. Ahora: si tengo la piel blanca y me pongo al sol, las posibilidades de enfermar son grandes.

P. También ha dicho usted que los alimentos bañados por nuestro sol son más sanos que los que vienen desde miles de kilómetros.

R. No es que los alimentos que vengan desde miles de kilómetros no sean sanos. Claro que lo son. Siempre y cuando se hayan criado sin estar bajo plástico. El problema es que cuando nosotros ponemos un cristal o un plástico entre el sol y el alimento ya no recibe tantos electrones. Tiene menos carga energética. Y segundo: nuestros microbiomas son las bacterias que viven con nosotros en el aparato digestivo desde hace cientos de miles de años y están preparadas para metabolizar los alimentos de nuestro entorno. Pero cuando yo incorporo la soja que viene de oriente y no tengo una flora bacteriana para digerirla, casi me va a producir más daño que beneficio.

P. ¿Cuanto más duermes, más vives?

R. Nunca va a fallar esa regla de tres. La verdadera vida la hacemos de noche, no de día. Durante el día estamos destruyendo el organismo. El simple hecho de estar despiertos y tener hormonas del estrés ligeramente altas induce a la destrucción del hueso y el músculo, la oxidación de los tejidos y la toxicidad del sistema nervioso. De día destruimos, de noche reparamos y construimos. Por lo tanto, si no dormimos durante un mínimo de siete horas las personas adultas, nuestra esperanza y nuestra calidad de vida se irá mermando día a día.

P. ¿Por qué nos cuesta cada vez más dormir?

R. Porque Edison apareció en nuestra vida. Inventó las luces artificiales, hemos prolongado voluntariamente el día y acortado la noche. Cuando se va el sol y nos exponemos a la luz artificial lo que le estamos diciendo a nuestro cerebro es que no se duerma porque es de día. Por lo tanto, el uso de luces artificiales y las pantallas están retrasando nuestro biorritmo y la producción de melatonina. Actualmente estamos durmiendo entre una hora y media o dos menos que hace treinta años. Eso nos lleva al hospital.

Para combatir la ansiedad, lo primero es incluir el deporte en la agenda

P. ¿El sedentarismo mata?

R. Más que el tabaco. En torno a 150 personas en España mueren al día por culpa del sedentarismo. Después del insomnio, quizá, es el factor de riesgo más importante que hay para la enfermedad.

P. ¿Cómo se combate la ansiedad?

R. Hay varias estrategias. La número uno es identificar el factor causante y eliminarlo. Si no podemos acabar con ese factor, tendré que hacer cosas en paralelo para mitigar el daño. Lo primero es incluir el deporte en mi agenda de trabajo. Y no me vale decir que no tengo tiempo. Si no tienes tiempo, no te preocupes: acabarás en el hospital. Primero deporte. Segundo, contacto con la naturaleza. Y tercero, dedicar unos minutos al día a lo que nosotros llamamos la atención plena o mindfulness o meditación. Debemos intentar, no parar la mente, sino anclarla al momento presente. La ansiedad ocurre cuando nuestra cabeza está proyectada en el futuro o anclada en el pasado. Y cuando no nos traemos la mente al presente, aparece la ansiedad.

La alimentación juega un papel fundamental. ¿Por qué? Porque las bacterias que viven con nosotros regulan la fabricación de los neurotransmisores. Cuanto más hidratos de carbono, más ansiedad tendré. Cuando como hidratos de carbono siento una sensación de calma, de paz y de tranquilidad porque mi cerebro me ha recompensado con dopamina. Pero luego me va a aparecer un repunte de ansiedad.

P. ¿Se puede parar la mente?

R. Hay quien lo consigue, pero es sumamente difícil. ¿Cómo intentamos parar la mente? Buscando cosas en el exterior. ¿Por qué han triunfado las plataformas digitales de Netflix, Amazon Prime o HBO? Porque cuando estamos viendo una serie nuestra mente está en la serie. He dejado de pensar en el futuro o en el pasado y estoy en ese presente aunque sea un falso presente. Eso no genera cambios morfoanatómicos en mi cerebro. La meditación sí cambia la estructura de ciertas áreas del cerebro. Y ojo: la aromaterapia.

P. ¿Qué es eso?

R. La aromaterapia es exponernos voluntariamente a distintas fragancias de origen natural: lavanda, romero, orégano, tomillo. El aroma natural activa ciertas áreas del cerebro que también generan paz, calma, sosiego, tranquilidad y previene contra muchas enfermedades.

P. ¿A través de qué hilo se une el estilo de vida y el cáncer?

R. El cáncer es una patología multifactorial. Eso quiere decir que hay una predisposición genética. Y cuando digo predisposición, no estoy hablando de condena. En el 5% o 10% de los casos, la causa es genética, como por ejemplo los niños con tres años que tienen leucemia. Pero cuando pasamos de los 20 o 30 años y tenemos un diagnóstico de cáncer, ya es adquirido. Cuando empezamos a meter en una misma coctelera el sedentarismo, la mala alimentación, el estrés crónico, la falta de contacto con la luz solar o la exposición a los tóxicos, estamos creando un ambiente celular que da lugar a mutaciones genéticas que predisponen al cáncer. Entonces, ¿la medicina de estilo de vida en qué se basa? En crear unos patrones de comportamiento que generen un micro ambiente celular para mantener silenciados aquellos genes que nos predisponen al cáncer o activar los que nos salvaguardan. Por eso, la medicina de estilo de vida previene el 85-90% de todas las enfermedades.

El sedentarismo, la mala alimentación o el estrés predisponen al cáncer

P. Usted ha dicho también que los dos peores hábitos son la exposición a la luz artificial y la adicción al móvil. O sea, nuestra vida misma.

R. Así es. Y no hay nada más que ver el gasto sanitario que tenemos hoy día y cómo están los hospitales a rebosar. El abuso de la tecnología o del teléfono móvil genera un efecto dominó. Cuando yo estoy con el móvil no me estoy moviendo. No estoy haciendo deporte. No estoy interactuando con mis seres queridos. No estoy haciendo una alimentación consciente. Estoy expuesto a una luz blanca que me está literalmente deshidratando las células de la cara o está afectando a mi tiroides. Y estoy expuesto a un campo electromagnético que también me va a alterar ciertas proteínas de las membranas celulares. El móvil es la punta del iceberg. Detrás del móvil hay una serie de factores que van a poner en detrimento mi salud. Y cuando estoy con el móvil dejo de pensar. Dejo de construir. Dejo de orientarme en el espacio. Ya no tengo que memorizar nada. Por lo tanto, la neurogénesis o formación de conexiones neuronales se ve frenada. Desde que apareció el ser humano en este mundo, el cerebro ha ido incrementando su volumen hasta adquirir 1.460 centímetros cúbicos aproximadamente. Pero desde que han aparecido las nuevas tecnologías es la primera vez en la historia de la humanidad que el volumen cerebral está disminuyendo.

P. El móvil es una catástrofe.

R. Absoluta. Yo rezo cada día porque se caigan los satélites.

P. Usted tiene móvil.

R. Tengo móvil.

P. ¿Y lo gobierna?

R. Absolutamente. Cuando hago uso del móvil es por trabajo o para buscar estudios científicos. Pero yo lo gobierno cien por cien.

P. ¿Vivimos en una sociedad enferma?

R. Sin duda. Lo que pasa es que muchas veces no somos conscientes de que estamos enfermos. Pero vivimos en una sociedad enferma. Cien por cien.

P. ¿La industria agroalimentaria nos gobierna?

R. Esa pregunta es muy delicada. Pero le digo que sí. Detrás de la industria agroalimentaria hay científicos estudiando como respondemos ante los olores, los sabores y los estímulos visuales para que cuando vayamos al supermercado seamos autómatas comprando. No elegimos lo que compramos voluntariamente. Existe el neuromarketing en la industria agroalimentaria.

Hemos evolucionado demasiado rápido

P. ¿Tenemos que volver al comercio de cercanía?

R. Ojalá pudiéramos volver al comercio de cercanía. Haríamos una gran labor para despejar los hospitales.

P. ¿El método Guzmán es el método cartujo? ¿Hay que vivir como un monje para seguir sus recomendaciones?

R. No. Hay que ser habilidoso e inteligente y combinar la era primitiva y la era tecnológica. Se puede convivir con las dos. Lo que pasa es que hay que buscar el punto de equilibrio. Yo puedo vivir en una sociedad súper tecnológica pero comer alimentos de temporada y de huerto, tener tiempo para mí, irme a la naturaleza o estar en contacto con el sol. Todo lo que yo promuevo es de sentido común y es respetar las leyes fundamentales que gobiernan nuestro cuerpo. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo siguen operando bajo unas leyes muy primitivas. Ahí está el problema. Que nuestro cuerpo sigue siendo primitivo pero nuestro escenario es totalmente artificial. De plástico. Hemos evolucionado demasiado rápido.

P. ¿Añora la era de piedra?

R. Me encantaría volver a esa era.

P. El frío que iba a pasar.

R. El cuerpo tiene estrategias para adaptarse al frío. Cuando yo me expongo al frío todos los días, empiezo a producir grasa parda que me aísla. En la época en la que vivimos lo que estamos haciendo es enfermar cómodamente. No estoy diciendo volver a la época de las cavernas, que eso es durísimo. Pero sí a la época de mis abuelos.

P. Pero hoy vivimos mucho más. La esperanza de vida ha aumentado enormemente y una persona de 60 años hoy es un joven en comparación con hace 150 años.

R. Sí. Estoy de acuerdo. Pero mi pregunta es: ¿y no se puede llegar a los 80 años con calidad de vida? ¿Tenemos que llegar con los índices que tenemos de patología autoinmune? ¿De personas con asistencia física? ¿Con los niveles que tenemos de fármacos para la depresión? ¿Para la ansiedad? ¿Tenemos que llegar a esa edad con tantos problemas? Nos estamos conformando tontamente con una esperanza de vida muy corta. El ser humano podría llegar a los 105 o 110 años de esperanza de vida media. Y sin pestañear. ¿Cómo? Respetándonos. Respetando nuestras leyes. Y ahí tiene las zonas azules, donde hay mayor concentración de personas centenarias.

P. ¿Cuáles son esas zonas azules?

R. Pues mire: tiene Okinawa, en Japón, ahora en Galicia, en Costa Rica, en algunas islas de Grecia. Y cuando uno estudia los denominadores comunes de todas esas civilizaciones siempre hay lo mismo. Contacto con la naturaleza, comer alimentos ecológicos, contacto con nuestros vecinos, tener un momento de espiritualidad, de rezo, de oración, de meditación. Llámelo como quiera. No estamos inventando nada. El ejercicio físico no está en contacto con tanta tecnología. Allí no hay barredoras que hagan que tú no barras manualmente. No hay cortadores de césped. No hay. Es decir: volver otra vez a utilizar al cuerpo como herramienta.

El móvil es una catástrofe. Rezo cada día porque se caigan los satélites

P. Usted no toma Coca Cola.

R. Evidentemente que no.

P. Como Cristiano Ronaldo.

R. No tomo Coca Cola.

P. Tiene entre sus clientes a Manuel Carrasco, Bertín Osborne, Santiago Segura, Ara Malikian, Susanna Griso, Los del Río, José Mota. ¿Qué les da?

R. No les doy nada. Simplemente les enseño cuáles son las leyes que nos gobiernan. Y les enseño qué es lo que deben comer, atendiendo a sus condiciones y a su ritmo de vida. Les asesoro en cuanto a la higiene del sueño, en el ejercicio físico, en los hábitos de vida. No les doy otra cosa.

P. He leído en El País hace una semana sobre sus teorías lo siguiente: “Es un atentado contra la ciencia”.

R. Hay muchos intereses por medio.

P. ¿Qué tipo de intereses?

R. Intereses económicos evidentemente. Esta medicina es una medicina sostenible pero desde un punto de vista económico no es rentable. ¿Por qué? Pues porque si uno lleva a cabo todas estas recomendaciones que yo hablo la posibilidad de tener una patología crónica se reduce notablemente.

P. La industria farmacológica no le tendrá mucha simpatía.

R. No.

P. ¿La medicina alternativa es medicina?

R. Es que no hay ninguna medicina que sea alternativa. Medicina es todo aquello que cura. Yo no estoy a favor de sustituir la medicina convencional por ninguna otra medicina. Lo que estoy a favor es de complementar la medicina convencional con medicina complementaria. La medicina alternativa es un término un poco despectivo para hablar de algunas ciencias donde ya hay mucha argumentación científica. Por ejemplo, medicina alternativa se le llama a la medicina ayurvédica. O incluso ya se le está llamando a la medicina china. Y eso para mí no es medicina alternativa. Eso es medicina. Los chinos llevan utilizando la acupuntura más de 3.000 años. Y algo tendrá de evidencia científica. Pero, ¿qué ocurre? Que ese tipo de medicinas pueden sustituir a la medicina convencional en algunas patologías. Por ejemplo, en la ansiedad. La acupuntura puede generarme un estado de calma que choca de frente con las benzodiacepinas o con algunos fármacos. Es un tema difícil porque es meternos en terreno fangoso.

P. ¿Quién es Rafael Guzmán?

R. Un buscador del porqué ocurren las cosas. Por qué estamos todavía tan lejos de la verdad y por qué nos creemos que tenemos la razón en todo. Estoy en contra de todo aquello que se afirma radicalmente. No tenemos todavía casi ni idea de nada.

150 personas mueren al día en España por culpa del sedentarismo

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