Antonio Agredano: “Lo ideal es que yo no estuviese hoy en Cosmopoética”
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Esta es la historia de un poeta que ha cruzado una frontera que nunca le hubiera gustado traspasar: la de ser director artístico de Cosmopoética 14. Una tragedia, la muerte repentina del poeta y anterior director, Nacho Montoto, lo ha traído hasta aquí. Pero la vida sigue buscando hacernos crecer, reflexionar y soñar, mientras le vemos el culo a la muerte. Así, el próximo jueves vuelve a abrirse el telón de una de las más importantes citas culturales de la Córdoba contemporánea. Durante diez días la calle se convertirá en cosmolugar y en vez oír hablar de referéndum, separatistas o nacionalismos, en Córdoba se escucharán las voces más sofisticadas lanzando mensajes encerrados en versos. Y ésta volverá a ser la ciudad civilizada.
Antonio Agredano (Córdoba, 1980), escritor futbolero del Parque Figueroa, será el nuevo director de esta orquesta lírica. En ella tocarán poetas de todas las edades y ortodoxias, se entonará poesía de planetas diferentes, se incluirán versos de las afueras de los poemarios, en una cita que hará que se encuentren en Córdoba músicos, periodistas, raperos o guionistas de cine frente a frente con la poesía. Estarán algunos de los poetas presentes, pero también se dibujará a los ausentes con homenajes a Gatta Catana, Gloria Fuertes, Ricardo Molina y Nacho Montoto. Todo ello en una edición en la que correrá el tequila gracias a México como país invitado. “Qué país mejor para romper prejuicios”, en palabras de Agredano.
Al nuevo director artístico de Cosmopoética lo conocerán los lectores por su blog de Cordópolis Rotura de menisco. Una joya en forma de artículos en los que el escritor habla de la vida como trasunto del fútbol. O al contrario, no sé bien. También músico, colaborador de varios medios -teles, radios y periódicos-, trabajador de una ONG, hooligan benigno del Córdoba y autor de En lo mudable, un libro sobre su amado-odiado Córdoba CF. Una hora de charla con Agredano significa contagiarse de la alegría de vivir y olvidarse por un rato de que el mundo es un lugar que apesta. Y nada de eso suena a impostura en su voz.
En uno de los clímax de su vida, el poeta está a punto de cruzar la gran frontera: ser padre. Y todo puede ocurrir durante Cosmopoética. La vida. La poesía.
P. ¿Eres como el estadio vacío a la espera del gran momento?
R. Sí, utilicé esa metáfora en Lo mudable. La vida es así, siempre estamos en una espera. Hay una tradición en mi familia que quien está muy feliz siempre le sucede alguna desgracia, ese miedo cultural a que no te pueda ir bien. Siempre tengo esa sensación de estadio vacío cuando uno está esperando algo importante y no sabe si va a llegar una victoria, una derrota o un empate que uno va a dar por bueno o por malo. Entonces para mí la vida es esa gran expectativa de un gran acontecimiento.
P. Y ahora mismo ¿le temes más a Cosmopoética o a ser padre?
R. Bueno, realmente no le temo a ninguna de las dos cosas porque no es una cuestión de valentía. Son sensaciones llenas de otras cosas. No tengo miedo a ser padre, tengo miedo a no estar a la altura como educador. Sí tengo miedo a que afecte a mi pareja, a mi matrimonio, esas horas sin dormir, esa presión de horario, de trabajo, de aspiraciones personales que se vean interrumpidas por ese hijo, no sería lógico. Lo normal es que un niño venga a sumar y tengo miedo de que tener un hijo, de alguna manera, me cree algún tipo de inseguridad. Sería culpa mía por no saberlo canalizar, claro. Con Cosmopoética me pasa algo parecido. Siempre me ha gustado la poesía, creo que soy un gestor que sabe escuchar, que no impone nada, que no va de lumbreras para iluminar al mundo, pero sí temo fallar, no estar a la altura, de que alguna propuesta no guste. Son inseguridades y se mezclan con otras cosas, pero no es miedo sino más bien incertidumbre.
Para mí la vida es esa gran expectativa de un gran acontecimiento
P. Sé que sería un gran lío pero también hermoso que tu hijo naciese en medio de Cosmopoética. No sé qué clase de mensaje del universo sería ese.
R. Está claro que el niño en cualquier caso traerá un libro de poemas debajo del brazo. María cumple el 8 de octubre. Cada noche le digo a la barriga que espere a que termine. No por nada, porque está hablado con el equipo y supliría mis obligaciones, pero sí quiero que termine por una razón, porque quiero disfrutar de este primer Cosmopoética, quiero estar el día 7 en el Góngora en el homenaje a Nacho [Montoto] y ya el 8 que venga lo que tenga que venir.
P. ¿Cuántas veces has pasado como invitado por Cosmopoética?
R. He estado como autor y como público. Cuando yo empezaba escribir, Cosmopoética tiene 14 años, había una generación de poetas que tuvimos la oportunidad de ver a la gente que nos marcaba. Cuando Xul [la empresa que está detrás de la coordinación del festival] me ofreció estar en el equipo del proyecto, pensé en mí y en lo que podía ofrecer no como gestor sino como espectador, como persona interesada en la poesía que ha estado viviendo en esta ciudad durante muchos años. Y eso lo tiene el festival, una visión muy de abajo a arriba y no al contrario.
P. Cuéntanos algún gran recuerdo que tengas de Cosmopoética.
R. Yo creo, pero es un recuerdo difuso, que estuve en la inauguración del primer Cosmopoética. No sé si como invitado, aunque creo que sí, que leí en un instituto, pero sí que tengo el recuerdo de que estaba empezando algo grande. Recuerdo a Sabina, que no es santo de mi devoción, pero recuerdo una lectura suya muy divertida de sonetos que me gustó y lo pasé bien. Recuerdo la visita de muchos amigos poetas a la ciudad, acompañarlos y sentirme anfitrión de alguna manera. Como cordobés me sentía orgulloso de que Cosmopoética se celebrara en Córdoba.
P. Y cómo es saltar al otro lado, ser el míster de este festival.
R. Pues mira, ha sido sorprendente y desgraciado. Lo ideal es que yo no estuviese hoy aquí, en Cosmopoética, y que la entrevista se la estuvieses haciendo a Nacho [Montoto], que es quien debería estar aquí. No vengo a sustituirlo, solo vengo porque él ya no está. Entonces tengo una sensación de que todo esto no es real, igual que su marcha no lo fue. Casi pasados diez meses de su marcha tengo esa sensación de irrealidad. Cuando paseo por Sevilla, tengo la sensación de que me lo voy a encontrar. Entonces parece que no estoy aquí. Eso no vale nada cuando mis compañeros me llaman pidiéndome algo, entonces vuelvo a la realidad y sé que tengo que hacer mi trabajo. Me gustaría pensar que mi paso por aquí es un paso respetuoso con la poesía, con la cultura de la ciudad y con un público que quiere al festival Cosmopoética.
[sobre Nacho Montoto] No vengo a sustituirlo, solo vengo porque él ya no está
P. ¿Costó mucho convencerte?
R. Un café. Básicamente eso. Dije sí con miedo e inseguridad. Soy un hombre muy inseguro.
P. Ah, ¿sí?
R. Soy muy seguro trabajando pero muy inseguro a la hora de tomar decisiones. Siempre me han dicho que no lo parece y parece que lo digo para disimular, pero es la verdad y la gente que me conoce lo sabe. Mi mujer y mi familia saben que tengo muchas dudas y siempre la sensación de no estar a la altura, algo que me hace estar más despierto para muchas cosas. No fue muy difícil porque el equipo lo conocía, me gustaba y era una oportunidad a la que no podía decir que no.
P. ¿Hay que ser un poco púgil y luchar contra los elementos para montar un festival de estas características?
R. Bueno, el equipo es bueno y trabajador, sabe sortear los inconvenientes. Hay momentos desagradables, de un autor que parece que tienes cerrado y luego se cae del cartel, encuentros inesperados de los que sientes que has descubierto algo… En general hay obstáculos porque tiene que haberlos. Este es un festival que se hace con dinero público e implica que todo sea transparente, que es lo mínimo que le exijo a una institución, y por eso hay trámites que duran más, pero todo se hace con un sentido que no es el de molestar al gestor, sino que quede claro a qué va cada cosa. La transparencia ralentiza algunas cosas. Luego están los obstáculos humanos, diferencias, objetivos que no se cumplen, intentos frustrados… eso pasa en cualquier gestión o en cualquier trabajo. Es lo normal. Lo importante es que los problemas no derrumben al equipo y yo me siento muy arropado.
Me gustaría pensar que mi paso por aquí es respetuoso con la poesía, con la cultura de la ciudad y con un público que quiere a Cosmopoética
P. Nadie escapa a la poesía fue el lema del año pasado, pero se escaparon el poeta Nacho Montoto y la rapera Gata Cattana. Ambos tendrán homenajes en Cosmpoética. ¿Cómo los vais a enfocar?
R. Bueno, le hemos dado muchas vueltas. El de Gata Cattana será en su ambiente, con gente que la conocía y la respetaba, tendrá mucho de poesía urbana, que es lo que ella era y a lo que se dedicaba, estará su familia con nosotros porque quieren estar y agradecen que nos hayamos acordado de ellos, aunque no hay nada que agradecer, es lo que merece una creadora de su tamaño que habría llegado a ser un referente de la cultura urbana si la vida no se le acaba. Y en el de Nacho Montoto no queremos caer en sensiblerías. Creo que vamos a hacer un ejercicio de contención. Un homenaje pegado a su obra, a su poemario póstumo [La orquesta revolucionaria], que saldrá en enero, basado en la música clásica, porque ese poemario gira en torno a ella, y será un homenaje emocional pero no va a buscar la sensiblería, no lo queremos ni él hubiera estado cómodo organizando algo así. La música dirá todo lo que nosotros no podemos decir, los poemas dirán todo lo que nosotros no podemos decir. La gente querrá ver y oír algo que recuerde a Nacho.
P. El hip-hop estará presente en esta edición más allá del homenaje a Gata Cattana. ¿Qué le dices a los que discrepan de la lírica de este género?
R. He tomado una decisión y creo que tiene que estar Nach en este festival igual que hace diez o doce años se hizo una antología de la poesía joven andaluza y estaba la Mala Rodríguez y estaba Junior. Hubo gente que discrepó y me parece muy sano que se discrepe. Nach ha sacado un libro de poemas que está muy bien, él representa a una lírica que no es la ortodoxa pero que puede serlo dentro de diez años, eso no lo sabemos y yo creo que tiene un público que no se acercaría a Cosmopoética si él no viniera. Cuando decimos que la poesía cruza, también cruza públicos. Y si un chico de 18 años solo ha leído la poesía de Nach, tiene que venir a Cosmpoética. Creo que el que diga que no quiere ese público no entiende lo que es la cultura.
Nach representa a una lírica que no es la ortodoxa pero que puede serlo dentro de diez años
P. De hecho hay una fuerte presencia en esta edición de invitados que apenas tienen una leve vinculación con el género lírico entendido en su sentido estricto: periodistas, músicos y hasta guionistas de cine. ¿Es esta la única forma de popularizar la poesía en nuestro tiempo?
R. Realmente no vamos a popularizar la poesía porque la poesía ya es popular. Vamos a ampliar el foco. La poesía, para mí como director, es un lenguaje. Ésa es mi gran apuesta. La poesía puede estar en todo, en la crónica deportiva, en la novela, en el cine… La poesía no es solo la que sale en los libros de poesía, está en otras partes. Está en la música y no lo digo yo, le han dado el Nobel de Literatura a Dylan, a un cantautor, no a un poeta. La poesía es un lenguaje y tiene cabida en todo y ahí debe estar Cosmopoética. No debe solo ceñirse a los poetas que editan poemarios con una editorial.
P. Recuerdo a Pablo García Casado en la edición de Cosmopoética del año pasado diciendo que la poesía está en el aire, en las canciones de Cadena Dial y también en Mercadona, que no es un cuerpo extraño.
R. Pablo García Casado dice eso de menos Bécquer y más Sevilla Este. Y no es pop, es decir que de cualquier parte se puede extraer lírica. Ésa es mi historia, que hago poesía del fútbol, que no es lo más poético y para mí sí lo es.
P. Sin embargo, otro Pablo, García Baena, poeta de una generación ya lejana, decía en una entrevista a principios de año que esperaba que la poesía nunca fuese popular. Porque es un hecho para cada uno.
R. Pero ya está pasando. Hay gente que nunca ha leído poesía y están leyendo poemas gracias a autores como Marwan, que te puede gustar más o menos, pero la poesía busca su propio espacio y como el agua busca sus propios caminos. Quién me iba a decir que después de haber leído a Neruda iba a encontrar un poema llamado Dixan de Pablo García Casado. De repente, no tiene nada que ver con los 20 poemas de amor de los que yo venía. Pues esto es igual, lo que hacen Nach, Nacho Vegas o Xoel López es una búsqueda poética, musical y cultural que tiene que tener un hueco. No podemos tender al estatismo y no es una crítica, es que tiene que haber de todo. De hecho, este festival está en el equilibrio. Hay autores que tienen que ver con otras poéticas, con otras edades y con otro concepto de la cultura. Nosotros tenemos que poner la lupa en muchos lugares.
No vamos a popularizar la poesía porque la poesía ya es popular. Vamos a ampliar el foco
P. Recuerdo que el temor de Pablo García Baena, cuando reflexionaba sobre todo esto, era a la vulgarización de la poesía. A que lo popular fuese populachero.
R. Claro, pero también es popular la copla y el tango. Sin embargo, ayer con la guitarra, después de un día muy largo de trabajo, con Joaquín [Dobladez], nos pusimos a tocar Volver, uno de los poemas más maravillosos que se han escrito. Y es un tango y es popular. ¿Qué es la popularidad? ¿Es algo negativo? Neruda es popular. Lo veo en Twitter, en Facebook, lo veía en Tuenti... Al final ¿Qué queremos? ¿La poesía en vitrinas? Yo creo que tiene que estar en la calle. Ésa es mi apuesta. Que cruce la ciudad de barrio a barrio. Por eso vamos a Palmeras con un recital de poesía. La lírica también está allí. Nadie se puede apropiar de la cultura, eso sí lo tengo claro.
P. Con tantos años de Cosmopoética en la mochila de la ciudad y con un poeta en cada esquina de Córdoba, ¿crees que se ha logrado que la calle capture el pulso de la poesía?
R. Sí, aquí se respeta a los poetas. Es una cosa bien vista en Córdoba y eso es bonito. Que la gente crea que tiene que haber gente que cuente con sensibilidad el mundo. También tiene que ver los talleres que se han hecho y que estas iniciativas partan del Ayuntamiento. Ser poeta en Córdoba es una suerte. Luego están las calidades, los que se mantienen y los que no, pero Córdoba es una ciudad perfecta para ser poeta y los de mi generación y la anterior hemos encontrado más o menos acomodo para ser poetas.
P. El 1-O en toda España se estará hablando de Cataluña y en Córdoba se hablará de poesía. Escribiste que la patria es transparente. ¿La patria puede ser la poesía?
R. Sí, la cultura es patria. La inauguración de Cosmopoética de este año va a ser la lectura de cuatro autores en sus lenguas. En gallego, catalán, euskera y castellano. Recuerdo en Mapa poético hace unos años, en la Casa del Ciprés, que Harkaitz Cano leyó unos poemas en euskera, que yo pensaba que era una lengua dura, y me impactaron. A la hora de pensar en esta inauguración tenía la cabeza en aquel recital. La lengua es patrimonio y la cultura es nuestra verdadera patria. La frontera, la política, yo tengo mi opinión de lo que está ocurriendo y cómo veo la situación en Cataluña, tengo mi ideología, pero lo que está claro es que allí hay creadores escribiendo en catalán que tienen que tener presencia en Cosmopoética y tienen que ser respetados por los castellanoparlantes. La lengua se está utilizando como arma arrojadiza políticamente, pero eso no es culpa de la lengua, no es culpa de la cultura.
Al final ¿Qué queremos? ¿La poesía en vitrinas? Yo creo que tiene que estar en la calle (...) Nadie se puede apropiar de la cultura
P. Últimamente ha existido cierta reflexión en torno al modelo administrativo de Cosmopoética. Algunas voces se alzan contra la adjudicación del festival a una empresa vía concurso, que ahora se concede por un periodo de dos años. Hay quien piensa que sería más lógico volver al modelo anterior en que el Ayuntamiento seleccionaba a un director artístico que prácticamente estaba todo el año trabajando en el diseño del festival.
R. Creo en las licitaciones. Creo que son modelos válidos y no creo que sea una privatización de la gestión. Este es un equipo que hace una propuesta, efectivamente es una empresa, pero el Ayuntamiento es una parte que trabaja y opina. Ideológicamente y no porque me haya beneficiado esto, creo que esto es transparencia pública. No digo que no la hubiera antes pero, ¿quién es ese coordinador y por qué se elige?
P. Lo que ocurre es que cualquier festival importante y con peso, aquí o fuera de España, responde a ese modelo de un equipo que trabaja volcado en la cita ininterrumpidamente.
R. Ese es el que teníamos aquí antes y estaba bien. Pero creo que sea una empresa que opta cada dos años, porque cada año es excesivo, también te permite que haya pluralidad, que sean varios los agentes culturales de la ciudad que puedan involucrarse, que no cierras el camino a ninguna propuesta, sino que el concurso es público, tiene una baremación… Cuando me presenté con Xul yo no sabía que iba estar hoy aquí, no sabía si había otra empresa ni cuál sería el resultado. Voy a un concurso con un proyecto y eso te abre más puertas a que otra gente pueda participar. La idea de una persona contratada todo el año, tal vez tendría más tiempo para trabajar, garantizaría a más autores porque los conoce de otros años. A mí me gusta que se vayan alternando. ¿Y si en dos años llegase una propuesta mejor que la nuestra, más ajustada a precio y más innovadora? Es lógico que gestione el festival y daré por finalizado mi trabajo aquí. Es público y está baremado, no es algo cerrado.
La lengua es patrimonio y la cultura es nuestra verdadera patria
P. ¿Te gustaría ver a Alejandro González [presidente del Córdoba CF] en alguna cosmocita?
R. Bueno, no sé, si quiere venir que venga, a mí me encantaría que viniese el día de Juan Villoro, que es un gran narrador de fútbol. A lo mejor tiene que abrir un poco su visión del mundo. Mis problemas con Alejandro González, a quien le doy mucha caña en mi blog de Cordópolis, tienen que ver con la mala gestión de un club que es patrimonio de todos sus socios. Igual que hablábamos de la poesía antes, y decíamos que la idea de poesía no tiene que estar en manos de alguien que cree que la poesía no es Marwan y sí Pablo García Baena, el Córdoba no es suyo porque sea el dueño de las acciones del club, el Córdoba es de muchas generaciones de socios y de las que vendrán. Mi hijo será socio del Córdoba, espero.
P. A lo mejor no le gusta el fútbol, por reacción.
R. Lo primero que haré será apuntarlo a ballet. Quiero que sea bailarín y que pierda la vergüenza a mostrarse en público y cuando tenga dominado su cuerpo, que se meta a futbolista. Quiero que sea artista en cualquier caso, aunque él será lo que quiera. Pero el problema de Alejandro González es que cree que el club es suyo y que el sentimiento es suyo y moldea ese sentimiento. Considero que tiene que escuchar más a la gente y considerarse menos como líder de un club del que solo tiene sus acciones. No tiene legitimidad con muchos socios que estamos disconformes con su gestión.
Creo en las licitaciones. Creo que son modelos válidos y no creo que sea una privatización de la gestión
P. ¿Sigue siendo el Córdoba el rey del caos?
R. Tengo amigos de muchos clubes y en todos lados cuecen habas. Todos los clubes son un desastre. Siempre hay gente interesada, gente disconforme, las derrotas hacen que todo se vea peor y la victorias son un bálsamo de aquí no ha pasado nada. Como cuando el Córdoba subió y Carlos González era un monstruo. Pero dejó lo que dejó y se tuvo que ir. El Córdoba es un caos porque Córdoba es una ciudad muy compleja. Yo me siento muy cordobés aunque lleve tiempo viviendo fuera. Cuanto más haces para la ciudad más compleja me parece. La gente tiene una manera de sentir, esto de senequismo, que tiene muchos laberintos y es difícil cogerle el punto. Y eso pasa también en los clubes de fútbol. Y este no le ha cogido el punto a la ciudad.
P. Laberintos negativos, entonces.
R. Bueno, si te escapas del laberinto es un flipe. Pero también te puedes quedar dentro. Para mí Córdoba es una ciudad maravillosa para lo bueno y para lo malo.
P. ¿Por qué ahora está bien visto que los escritores hablen de fútbol?
R. Es una moda. Pasará. Recuerdo justo aquí donde estamos [en la sala Orive] a Pardeza, un jugador del Madrid, de la Quinta del Buitre, en una presentación de Cosmpoética, Fútbol a patadas, ¿te acuerdas? Pues estaba aquí Pardeza y contó la anécdota de que cuando iban los jugadores del Madrid o del Zaragoza a su casa le preguntaban que por qué tenía tantos libros, y él contestaba que para leerlos (risas). Ahí Cosmpoética fue pionera cuando aún no había llegado aquel boom, dio una oportunidad la poesía y al fútbol. Había muy poquitos, estaba Villoro, Enric González, Galeano, pero pocos más. No como ahora, que está de moda. Por otro lado, la culturización del fútbol le está quitando esencia al propio fútbol. De tanto convertirlo en poesía lo estamos amanerando y para mí fútbol es afonía, gritos, tristeza cuando termina y, solo a veces, hago reflexiones poéticas. Pero el fútbol no es un espectáculo cultural. Es titánico, desgarrado, eso da literatura como lo da el boxeo y nada más.
[Sobre Alejandro González] Me encantaría que viniese el día de Juan Villoro, que es un gran narrador de fútbol. A lo mejor tiene que abrir un poco su visión del mundo
P. ¿En serio que se puede saber cómo es un hombre viéndolo jugar al fútbol?
R. Absolutamente. Y nunca me he equivocado. Uno es como se muestra en la vida. El fútbol es un deporte de equipo, que ya dice bastante. Hay una sociedad minúscula. El hombre o la mujer tiene que relacionarse con otros compañeros y ahí ya está mostrando una manera de ser y de qué manera se relaciona con los compañeros. Puede ser una persona simpática que une al equipo, puede ser alguien que solo quiere destacar él y no el resto, puede ser un futbolista perezoso al que le da igual la derrota… Todo eso son características del ser humano que se manifiestan en otros ámbitos. Hay siempre un trasunto del fútbol en la vida. Y, con licencias, es una manera muy divertida de imaginar futbolistas como ciudadanos. Yo creo que ahí Pablo García Casado, que es el autor de la cita, no se equivocó.
P. A lo mejor por eso las mujeres, como pauta, no jugamos tanto al fútbol.
R. Bueno, mi mujer juega al fútbol y es tal y como juega. Cada vez son más las mujeres que juegan al fútbol, afortunadamente.
El Córdoba es un caos porque Córdoba es una ciudad muy compleja
P. Te defines en Twitter como escritor y pintor de monas.
R. (risas) Me encanta la expresión pintamonas. Me gusta esa clase de insulto aunque no sepa lo que signifique. Soy una persona a la que le gusta hacer muchas cosas y encuentro mucho entusiasmo en hacer cosas nuevas cada cierto tiempo. Entonces muchas veces, de repente, se viraliza una tontería que escribo en Twitter y salgo en la SER explicándolo o en otra cadena hablo de fútbol, y escribo un blog que habla de mí sentimentalmente, hago crónicas en Sevilla… El que me vea dirá que este es un pintamonas porque no me define nada, estoy a muchas cosas. Dirijo Cosmopoética, trabajo en una ONG, que es lo que más me gusta, he trabajado muchos años en Málaga con menores en riesgo de exclusión y yo creo que eso es parte de lo que soy pero, ¿qué soy? El otro día me lo preguntaban en maquillaje en la tele [donde colabora en el programa de Movistar + Minuto 0]. Oye, tú a qué te dedicas. Y les dije: yo qué sé, a muchas cosas. Creo que eso es bonito porque la vida siempre te pone delante situaciones nuevas y es la vida que me apetece vivir, la que estoy viviendo. Aunque muchos dicen que con el niño se me acabará la tontería.
P. ¿Sientes impulsos de huir de las redes sociales?
R. Lo he hecho muchas veces, esto de cerrar mis perfiles y vuelvo siempre. Es una tontería. Twitter es una porquería, siempre lo critico. Pero gracias a que comparto mis artículos en Twitter me ofrecieron trabajo en El Mundo Andalucía porque me descubrió en Twitter su director aquí, Rafael Porras. Así que no puedo criticar a Twitter. Es cierto que tiene tantas oportunidades como situaciones desagradables e insultos y linchamientos que explica estupendamente Juan Soto Ivars en Arden las redes.
P. ¿Te ha ocurrido algo desagradable en las redes?
R. Insultos, muchos. Discusiones desagradables, demasiada trinchera. Yo doy mi opinión y me mojo porque creo que me tengo que mojar, en Twitter y en los artículos. No me han linchado, a eso no he llegado, pero sí me han insultado. Pero creo que también es una gran oportunidad y hay que aprovecharla. A veces uno debe desaparecer pero yo tengo la sensación de que no puedo desaparecer con Twitter, Facebook o el Whatsapp, esa esclavitud moderna que por el mero hecho de tener un móvil en el bolsillo estás disponible. Siempre tengo la sensación de que alguien siempre te puede decir algo a cualquier hora del día y debes contestarle. Y eso me parece más peligroso que Twitter.
P. Pero tienes la libertad de contestar cuando quieras.
R. Pero la sensación de que al apagarlo estás inquietando a gente al otro lado, eso no me lo quita nadie. Es muy desquiciante pero se puede vivir con ello. Me está cambiando hasta los hábitos de lectura. Ya es difícil echar un rato leyendo porque siempre hay interrupciones con notificaciones al móvil. Los libros densos los dejo para la mesita de noche. Los más livianos los tengo en la mochila para los viajes, la narrativa en casa y los que necesitan más concentración los dejo para la noche, cuando apago el móvil.
La culturización del fútbol le está quitando esencia al propio fútbol
P. He leído en un blog del que fue tu instituto, el López Neyra, que cuando terminaste COU en junio de 1998 recibiste, junto a dos compañeros, una mención especial por la que se te reconocía tu participación “crítica y creativa en la vida del centro”. Parece que ya eras así.
R. Así de insoportable (risas). Te voy a contar esa historia que es muy divertida. Yo soy del Parque Figueroa, ese es mi barrio aunque luego nos mudamos a Miralbaida. Yo llegué al López Neyra desde el Colegio Mediterráneo. Siempre había escrito y cuando estaba en segundo de BUP escribí en el periódico Apuntes, que era el periódico del instituto, que se hacía con fotocopias, pues escribí un artículo criticando mucho a la iglesia católica. Es que pasó algo, que creo que ya no pasa, y es que pusieron a los alumnos un vídeo para concienciarlos en contra del aborto. Creo que eso ahora ya no se puede hacer. Yo no daba religión, daba ética, y como estaba yo solo en esa opción, me iba al patio. Entonces escribí un artículo muy incendiario criticando a la iglesia católica por eso y lo firmé con seudónimo. El artículo causó mucho revuelo y los del departamento de Religión pusieron un cartel buscando a esa persona para que fuera a hablar con ellos, diciendo que el artículo no era verdad y que era tendencioso. El que llevaba el periódico descubrió por la letra que era yo quien había escrito el artículo, me felicitó y me ofreció llevar el periódico el año siguiente porque él ya se marchaba del instituto. Y entré en el Apuntes con dos amigos, uno que dibujaba, Pablo, y David Prieto, que hacía el diseño. Fuimos muy guerreros y muy cañeros, el periódico creció mucho, hicimos actividades y nos reconocieron.
Concretamente fue la directora, Julia Aguilar, que es un encanto, una profesora espectacular que nos dejaba el salón de actos para ensayar con los grupos, no ponía cortapisas a los artículos que publicábamos, eso sí era libertad de expresión porque escribíamos lo que nos daba la gana. Pues bien, esta mujer es ahora mi suegra. Mi mujer era la hermana pequeña, además, de uno de mis amigos y nos volvimos a reencontrar muchos años después. Esa es la historia que es imposible que tú lo cuentes todo en esta entrevista.
P. Por supuesto que lo pienso transcribir palabra por palabra. Es un un mini-relato.
R. Es un historión y gracias a aquel periodiquillo, para que veamos lo importante que es la educación. Teníamos la osadía del adolescente que tiene ideas, yo estaba en el sindicato de estudiantes y era trotskista en aquella época y ahora, puede que gracias a eso, trabajo en un periódico...
P. Y ese final de tu historia, que cierra un círculo.
R. Julia aún le dice a su hija: yo lo quería antes que tú (risas). Ellos entendieron en aquel instituto tan bonito que me ha dado tanto, que había alumnos comprometidos y que debían tener un reconocimiento, que fue el de ponernos una banda verde. Recuerdo a mis padres llorando porque lo que había hecho era ser un ciudadano. Eso sí es educar.
P. Llevas tiempo viviendo fuera de la ciudad. ¿Se extrañan los bares de Córdoba?
R. Bueno, los bares no, porque me reencuentro con ellos los fines de semana que vengo. Echo de menos mi ciudad de una manera que nunca pensé que la iba a echar de menos. Cuando me fui de aquí estuve tres años viviendo en Fernán Núñez, después me fui a Málaga, ciudad que adoro y donde hice el trabajo más bonito que he hecho nunca, trabajar con menores en riesgo de exclusión, donde aprendes todo y entiendes todo. A Córdoba la echo menos porque, y esto puede sonar un poco poético, tiene un intangible, un laberinto, y no es porque sea la mía pero es una ciudad donde siempre encuentro algo nuevo, siempre se está cociendo algo, iniciativas, proyectos, incluso polémicas nuevas. Me parece súper chula esta ciudad, está muy viva. Está en permanente sensación de reconstrucción y siempre se está repensando. Y están cambiado cosas que antes no me gustaban nada.
P. ¿Cómo cuáles?
R. La cultura tan estática, la tendencia al conservadurismo, la excesiva atención al patrimonio y la historia sin pensar en lo que viene… Creo que Córdoba ha ido superando eso y ahora está en el camino. ¿En el camino de qué? No lo sé, tal vez en el camino de ser patrimonialmente tan importante como en otros facetas, como en la creación, la música, en fin. Espero que humildemente Cosmopoética sirva para forjar esa nueva identidad reconstruida.
Córdoba está en permanente sensación de reconstrucción y siempre se está repensando
P. Como escribió en un verso Dorothy Parker, tampoco están tan mal la vida, ¿no?
R. No, la vida es maravillosa. Mira, para hablar de la vida primero hay que hablar de los que ya no están. Con mi familia siempre brindo por los presentes y los ausentes. Cuando alguien no está, uno se da cuenta de lo maravilloso que es estar y a mí me gusta mucho vivir. Eres un disfrutón me dice la gente. Eso es una cosa y otra ser un vividor. Me gusta vivir, compartir, me gustan los barrios de Córdoba, me pego unos paseos alucinantes por la ciudad, ayer fui del centro a Miralbaida por el mero hecho de volver andando desde el trabajo, me gusta comer en esta ciudad. Creo que en el desprecio a la vida hay impostura. Todo está en la vida, todo está en lo que somos nosotros. Voy a tener un hijo, estoy felizmente casado, mis padres están, los de mi mujer están… Y todas estas oportunidades me hacen dar las gracias a lo que llevo caminado y esperar a lo que viene.
Creo que en el desprecio a la vida hay impostura
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