Agustín Camacho: “Nos estamos cargando la biodiversidad”
El hombre que tienen en la imagen se ha adentrado en la selva amazónica media docena de veces. Ha explorado el desierto de Arizona y se ha sumergido en el océano de Australia para examinar el comportamiento de las serpientes marinas. Agustín Camacho ha dedicado su ya larga trayectoria investigadora a estudiar la tolerancia térmica de los reptiles en el contexto de un planeta amenazado por la emergencia climática. Y sus conclusiones no son muy alentadoras.
Dos palabras gravitan a lo largo de los 59 minutos que dura la entrevista. Ética y bien común. Y no es una mera coincidencia. Hablamos de dos vocablos cosidos irremisiblemente a la supervivencia de un mundo que está perdiendo de forma vertiginosa gran parte de sus ecosistemas milenarios. La entrevista tiene lugar en el margen izquierdo del Guadalquivir, bajo el puente de Miraflores. El bosque de ribera se ha adueñado de la cuenca urbana con la insolencia ingobernable de la naturaleza. Decenas de especies de aves anidan en este paraje excepcional, convertido ya en un espectáculo inesperado en medio de Córdoba. Son las 10.45 de la mañana. Y un cálido sol de primavera anuncia otro verano implacable.
PREGUNTA. Leo en la prensa esta misma semana lo siguiente: “La ventana para asegurar un futuro habitable se cierra”. ¿Solo nos queda rezar?
RESPUESTA. Rezar nunca ayuda. Te puede hacer sentir bien si crees en dios. Pero eso es lo último. Hay que hacer cosas.
P. ¿Qué cosas?
R. Hay que devolver al ambiente zonas estables y una capacidad de retener agua. Todo el mundo habla de la temperatura y si está asociada a un aumento de la humedad ambiental lo que tienes es un aumento de la productividad. Y el aumento de la evapotranspiración potencial está asociado a la biodiversidad.
P. O sea: la clave no es la temperatura sino la humedad.
R. La clave es la interacción de las dos. El aumento de temperatura tiene una capacidad de reducir la humedad ambiental muy grande. Hay que entender bien como interaccionan las dos cosas. Cuando tienes agua en un ambiente, las temperaturas locales no oscilan tanto y es más difícil que alcancen valores letales para los organismos. Y, aunque las temperaturas sean más altas, permiten que una serie de organismos adaptados a esas condiciones puedan producir a una altísima velocidad. Eso significa que funcionan de alimentos para otros o soporte de microhábitat.
Agustín Camacho (Córdoba, 1979) siempre sintió una atracción inevitable por los animales. De niño iba a pescar con su padre y se dedicaba a coger culebras y ranas. Luego llegó Félix Rodríguez de la Fuente, Gerald Durrell y decenas de libros de naturaleza que devoró con fruición. Su padre lo animó a estudiar Economía. Era una carrera práctica que abría infinidad de puertas profesionales. Pero el joven Agustín tenía ya otro proyecto en la cabeza. Se matriculó en Biología y el último año de carrera logró una beca para estudiar animales venenosos en Brasil. Nada menos.
El exuberante país sudamericano le abrió los ojos. Brasil era otro planeta. La desbordante naturaleza se colaba por cada rincón de Salvador de Bahía, donde se estableció en un principio. “En cualquier borde de la ciudad, ya veías monos, murciélagos enormes, lagartos en los tejados y colibríes gigantes. Si tienes un poquito de alma de naturalista, te engancha”. Ese mismo viaje ya entró en la selva. “Fue impresionante”. Luego se ha internado otras cinco veces más. En total, ha pasado 17 años investigando en Brasil, gran parte de ellos en la Universidad de Sao Paulo.
P. Brasil es el santuario de los biólogos.
R. No sé si lo llamaría santuario, porque es un lugar muy difícil para vivir, pero es un sitio que ha mantenido la posibilidad de que un biólogo se haga a sí mismo de modo independiente. Eso es muy difícil de conseguir en cualquier otro país del mundo.
P. ¿Difícil para vivir por qué?
R. Porque es muy peligroso.
Si hemos decidido manipular la naturaleza ya tenemos una responsabilidad
P. Los seres humanos son los peligrosos. No las serpientes.
R. Las serpientes pueden ser peligrosas. A varios colegas le han mordido porque no tuvieron mucho cuidado, pero es muy difícil que acabes muriendo. Sin embargo, a mí me han asaltado con casi todos los tipos de armas que conozco. Desde parando un autobús a tiros a usando un cutter. Y a algún amigo mío lo han matado en un asalto. No obstante, estoy agradecidísimo por la hospitalidad y simpatía sin igual que he recibido siempre de Brasil.
P. ¿Y no le interesa más estudiar a la especie humana y sus comportamientos tan animales?
R. Ha dado en el clavo. Me encantaría. De hecho, hay toda una componente instintiva que dirige una buena parte de nuestros comportamientos y se puede estudiar de modo paralelo a las técnicas que se usan hoy día para estudiar a otras especies.
P. Somos más animales que los animales.
R. Muchas veces sí.
P. Fue a Brasil a estudiar animales venenosos. Le gusta el peligro.
R. No me gusta el peligro por sí. Me gusta descubrir cosas. Desde pequeño, la selva tenía todas esas especies raras con formas extrañísimas que nadie conocía. Era curiosidad.
Hay especies que pueden tolerar temperaturas muy altas y que probablemente serán las vencedoras del cambio climático
P. ¿Hay que ser un poco suicida para meterse en la selva amazónica?
R. No tenerle mucho apego a la vida, eso sí, pero suicida no. Todo lo contrario. Cuando uno entra en la selva, lo que quiere es estar eternamente cruzándote con bichos que desafían lo que conoces.
P. Pero te juegas el tipo.
R. Sí. Hay animales que son una amenaza real, aunque la mayoría de ellos no se ven. Son parásitos, virus y mosquitos que transmiten enfermedades. El jaguar o la serpiente están ahí, pero cuando vas a buscarlos no es fácil encontrarte en una situación de peligro real.
P. Lo de Brasil ha sido un flechazo.
R. Lo fue desde el principio.
En todas sus expediciones a la selva amazónica, el naturalista Agustín Camacho ha integrado un equipo de científicos con el objetivo de efectuar inventarios de fauna. Constantemente se catalogan nuevas especies en el inhóspito universo amazónico. Suelen ser equipos numerosos. Se definen zonas concretas con un gran potencial y se realiza un exhaustivo muestreo en cada rincón. El investigador cordobés estudia la ecofisiología de los reptiles. Solo en Brasil, se conocen más de 1.200 especies, la mitad en el Amazonas. “Hay lagartos que parecen dragones y cecilias como una especie de trompa de elefante que son acuáticas. Los insectos palos simulan el musgo y no los reconoces. En cada viaje tienes diez encuentros con animales que te hacen flotar la mente”.
La noche amazónica es una experiencia cósmica. Una temperatura perfecta y una sinfonía colosal de sonidos nocturnos. “Todo canta. Las aves, los insectos, las ranas, los murciélagos, las ratas”, explica Camacho. Eso sí: es imprescindible dormir con mosquitera. De lo contrario, puedes ser presa de las escolopendras, los escorpiones, las arañas y, sobre todo, de los mosquitos. Los ataques de puma y jaguar son infrecuentes. Y es muy difícil toparte con una boa o una anaconda, que generalmente huyen del ser humano. En los alrededores de los poblados la gente las mata por miedo a que se coman los perros. Más peligrosos son los vampiros, que pueden morderte los pies mientras duermes y te transmiten la rabia.
En la campiña cordobesa queda un 3% de hábitat natural. Es una falta de responsabilidad para las generaciones posteriores
P. Estudia la tolerancia térmica de algunos animales. ¿Qué ha descubierto?
R. Que hay una gran variabilidad en la temperatura máxima que la especie puede tolerar. Hay especies que pueden tolerar temperaturas mucho más altas que las que tienen ahora y que probablemente serán los vencedores del cambio climático. Y otras que no lo consiguen. Son especies que viven escondidas en lugares donde el microclima las protege. Y esas lo van a pasar mal. He ido desarrollando un sistema lo más ético y rápido posible para conseguir la mayor cantidad de datos para identificar esas especies.
P. Con la voluntad de protegerlas.
R. Exactamente.
P. ¿Cómo?
R. Consiguiendo que el ambiente tenga más humedad. Todos los procesos de manejo del suelo desde la Edad Media han hecho lo contrario: extraer todo ese agua para transformarla en producción. Ha funcionado porque teníamos unos acuíferos y recursos fantásticos. Pero ahora no es el caso.
P. ¿Y cómo se puede mantener esa humedad?
R. Quienes lo pueden resolver son los ingenieros de montes y agrónomos. Tengo la sensación de que se puede hacer lo que se ha hecho toda la vida: crear sistemas de terrazas que protejan el avance del agua y faciliten la infiltración que permita que haya una cubierta vegetal y de piedras permanente.
Somos una especie inteligente, pero también despiadada
Agustín Camacho no únicamente ha investigado la selva amazónica. También el subdesierto espinoso, conocido como Caatinga, y la sabana de Brasil llamada Cerrado. En EEUU, ha explorado el desierto del Arizona, en cuyos picos la temperatura se desploma de forma drástica; y en Australia examinó los efectos sobre las serpientes marinas del tremendo impacto sonoro que usan los barcos que buscan bolsas de gas y petróleo.
P. Vamos jodiendo por donde vamos.
R. Sí. La gente no se puede permitir el lujo de dejar ningún jirón de ambiente para la naturaleza. Se han mejorado las técnicas de producción y estamos provocando más presión sobre la naturaleza.
P. ¿Usted es ecologista?
R. Es una pregunta difícil. Me identifico con los ecologistas muchísimo. A veces, no con los métodos. Pero es verdad: no estamos dejando nada.
P. ¿Con qué métodos no está de acuerdo?
R. Siempre hay que mantenerse dentro de la legalidad.
P. Es legal destruir el planeta.
R. Infelizmente es legal. Y eso es lo que hay que cambiar.
P. El verano pasado el río Guadiato se secó por primera vez.
R. También lo vi. Eso debe ser ilegal.
P. ¿Cómo se resuelve eso?
R. No se puede olvidar que estamos en el clima mediterráneo, en un ambiente extremadamente variable. Pero si tenemos embalses y hemos decidido manipular la naturaleza ya tenemos una responsabilidad. En la campiña queda un 3% de hábitat natural. ¿A qué estamos esperando? Es una falta de responsabilidad para las generaciones posteriores.
Me identifico con los ecologistas muchísimo, pero, a veces, no con sus métodos
P. Para actuar hay que cambiar el modelo. ¿Estamos preparados?
R. La gente tiene que aceptar que, por el bien de las generaciones posteriores, haya zonas que no se deben explotar. No se trata de que nadie pierda su finca, pero hay zonas que hay que dejar para la naturaleza.
P. El verano pasado, ante la crisis energética, se puso un límite del aire acondicionado a 27 grados y casi hay una revuelta popular. Imagine si se pide un esfuerzo mayor.
R. Una parte de la educación es ser razonable con el bien común. Es importante tener interés propio porque estamos en un mundo competitivo, pero hay que saber poner límites para que no nos lo carguemos todo.
P. ¿Tenemos conciencia del bien común?
R. La tenemos, pero en muchos casos no prevalece.
P. También leo en internet lo siguiente: “Ningún país del G20 cumple con el acuerdo sobre el clima”. ¿Somos realmente una especie inteligente?
R. Somos inteligentes y somos despiadados.
P. Dos cosas que se contraponen.
R. Yo pienso en las personas como una especie de monos que ha ido viviendo en grupo y donde los individuos que tenían características que le hacían imponer sus intereses sobre los demás han conseguido reproducirse más. En las últimas dos generaciones hemos inventado esta historia de derechos humanos y de ética. Todas esas iniciativas de organizarnos se contraponen a nuestro instinto. Lo que hace a la gente subir jerárquicamente es su necesidad de imponer su interés al de los demás.
P. ¿La meritocracia es compatible con el bien común?
R. No solo compatible sino indispensable. Si no tienes meritocracia, las personas suben a tomar responsabilidades y decisiones complejas sin estar preparadas.
Hay que hacer que las personas altamente competitivas no solo inviertan en su beneficio sino también en el bien común
P. En la meritocracia hay un impulso individualista muy grande.
R. Lo hay. Pero cuando creas meritocracia, que es subir por criterios, puedes conducir esos criterios. Y hacer que las personas que son altamente competitivas no solamente inviertan en su propio beneficio sino en el bien común. Eso se está haciendo ahora en ciencia con los principios DORA, que busca perfiles científicos que tienen un componente social importante. Gente que ha sido capaz de generar opciones para los demás.
P. ¿Qué quedará de la Tierra dentro de 500 años?
R. Lo mismo que ahora. Para la Tierra 500 años no es nada.
P. ¿Y de la especie humana?
R. Ya veremos. Estamos asistiendo a una velocidad de cambios muy grande. Me parece muy difícil de prever. Parecía que estábamos yendo en un camino inexorable de aplicación de la ética y, de repente, te encuentras con esta especie de guerra mundial velada de Ucrania. Sobreviviremos seguro. Es una especie extendida por toda la Tierra y solo una catástrofe planetaria se la puede cargar.
P. La catástrofe planetaria somos nosotros mismos.
R. Me refiero a algo que realmente cambie el ambiente. Nosotros lo estamos cambiando para nuestro beneficio. Mucha gente piensa que conforme explotamos el ambiente acabaremos con nosotros mismos. Creo que no. Vamos a hacer un ambiente peor para toda la biodiversidad, pero esa forma inexorable de cargarnos el ambiente va bien para nosotros.
P. Acaba de llegar de una expedición por el Amazonas. ¿Alguna novedad en el frente?
R. He encontrado algunos de los anfibios con menor tolerancia térmica que conozco. Por ejemplo, las cecilias, que son semiacuáticos y viven en charcos de barro en las turberas. A groso modo, encontré que los animales viven allí muy próximos de su límite de tolerancia. Lo que los salva es la cantidad de humedad tan increíble que hay. En el momento en que para de llover, ves que las temperaturas empiezan a oscilar cada vez más. Si dejara de llover constantemente, esas oscilaciones serían cada vez más potentes. Y eso es lo que está pasando aquí: que las lluvias se están concentrando en una parte del año.
P. ¿Allí la temperatura media ha subido?
R. No lo sé. Yo estoy un poco en contra de las temperaturas medias. En biología térmica, lo que mata no son las medias. Lo que mata son las oscilaciones. Los extremos.
P. Si sube la media significa que las máximas también ha subido.
R. Hay que tener en cuenta no solo las máximas, sino las mínimas disponibles en los momentos de más calor. Eso es lo que determina que una especie pueda sobrevivir en un sitio o no.
Solo una catástrofe planetaria se puede cargar la especie humana
P. Serra do Imerí es una de las regiones más antiguas de la Tierra, no pisadas antes por el ser humano. ¿Hay algo más sagrado?
R. Hay cosas mucho más sagradas. Cuando se viola un valor ético, por ejemplo. Cuando algo no se conoce debería ser sagrado ir a conocerlo, con respeto y cuidado. Lo sagrado es abrir paso al conocimiento.
P. ¿Y lo de las tribus no contactadas es un mito?
R. En absoluto. Es una realidad total. Allí quedan franjas inmensas de selva donde moverse es muy difícil y hay gente todavía no contactada o contactada de manera indirecta.
P. ¿Contactarla es un sacrilegio?
R. Es difícil responder a eso. Creo que no sería un sacrilegio pero va a ponerla en una situación muy difícil para ellos. La comunicación para los pueblos debería ser algo natural, pero infelizmente muchas veces acaba en guerras y no solamente para pueblos que están en condiciones neolíticas. Hay gente que está intentando llegar a ellos para exterminarlos. La gente que quiere extraer oro y madera de forma ilegal.
P. ¿Con Lula están más protegidos?
R. Que con Bolsonaro seguro. Eso está clarísimo. Y no me gusta posicionarme a favor de la izquierda o la derecha. Pero con el Gobierno de Lula las condiciones de conservación de la selva, que redunda en la protección de la gente que vive allí, fue mejor.
P. ¿Hay ciencia sin ética?
R. Sí. En cualquier sistema social, incluida la ciencia, la gente crece sin ética. Al final, lo que importa es conseguir reunir a las personas en torno de un bien común y que no puedas alcanzar el éxito a través de quitarle oportunidades a alguien.
P. ¿Qué nos dice la Amazonia de la salud del planeta?
R. La Amazonia es un sitio donde puedes ver lo que se ha hecho aquí desde tiempo inmemorial: destrozar un ambiente virgen.
P. Si perdemos la Amazonia, ¿qué perdemos?
R. Una cantidad absolutamente incalculable de posibilidades de resolver problemas de salud. En cada especie hay genes que producen sustancias con aplicaciones impensables. Perderíamos recursos que todavía no sabemos para qué sirven.
P. ¿Dónde hay más civilización: en los yanomamis o en Wall Street?
R. En Wall Street, sin lugar a duda. Con todo lo bueno y todo lo malo que eso tiene. La ambición sin límites y la capacidad de alterar el planeta. Los yanomamis que he conocido son humanos idénticos a nosotros, cuya única diferencia es que los valores sociales que los condicionan son los mismos que hemos tenido nosotros antes de este proceso de hacer valer los derechos humanos. Viven en condiciones muy duras e imponen su interés con valores que hoy no consideraríamos éticos. Los yanomamis, por ejemplo, no han desarrollado capacidad de criar animales y tienen una mortalidad infantil alta.
Me gustaría creer que el arroyo Bejarano no está sentenciado de muerte
P. Ha investigado la Amazonia, el desierto, los mares, hasta la campiña cordobesa. ¿A qué conclusión ha llegando?
R. Que nos lo estamos cargando. Es difícil llegar a un ambiente natural. En la Amazonia hay un pedazo grande pero para llegar tienes que hacer muchas horas de coche y avión. Segunda conclusión: las especies de cada lugar son increíblemente resistentes y en los pequeños jirones que hemos dejado está la semilla para recuperar lo que había. Se está haciendo un montón de inversión por el cambio climático para mejorar los ambientes en las ciudades y es absolutamente nefasto. Es bueno para nosotros, pero para la biodiversidad es nefasto porque las ciudades son la entrada de las especies invasoras. Teníamos que hacer al contrario: ir reforzando los jirones de ambiente natural. Hay que hacer crecer la naturaleza a partir de ahí. Lo que hacemos ahora es lo contrario.
P. Es usted el descubridor de la rana roja de ojos grandes en el Pico da Neblina de Brasil. Ha entrado en la historia.
R. ¿Ese es el nombre que le han puesto? Yo no soy taxonomista. Cuando voy a esos viajes se me da bien y muchas veces encuentro el primer espécimen de algunos de esos bichos. Pero la persona que realmente decide si es una especie nueva o no es el especialista del grupo. Yo estudio la ecofisiología de los bichos. Ver qué necesitan para vivir.
P. Es usted el impulsor del plataforma digital Vulneraweb, que dice en su portada lo siguiente: “Las temperaturas están aumentando en todo el mundo. Algunas especies no podrán soportarlo”. No parece una web muy optimista.
R. No lo es. Pero creo que es realista. Las temperaturas aumentan de modo heterogéneo y es complicado identificar dónde van a superar la tolerancia de la especie. Todo eso hay que factorizarlo para identificar donde hay una especie que hay que proteger. En la web hay todo un sistema de cálculo para mapear dónde pueden estar en peligro.
P. ¿Grita en el desierto?
R. A veces lo parece.
P. ¿En ese mapa estamos los humanos?
R. Los humanos vamos a retorcer la Tierra si hace falta para estar bien.
En la selva hay animales que son una amenaza real, aunque la mayoría de ellos no se ven
P. El futuro es de las lagartijas.
R. A algunas les va a ir muy bien. A otras fatal.
P. ¿El arroyo Bejarano está sentenciado de muerte?
R. Me gustaría creer que no. Para mi infancia ha sido un lugar importantísimo. Aquella vegetación de ribera era increíble. Era un santuario.
P. Habla usted en pasado.
R. Sí. Ahora no es lo mismo.
P. ¿Qué le pide a los gobiernos?
R. Que hagan lo que hay que hacer.
P. ¿Y qué hay que hacer?
R. Para salvar la biodiversidad hay que devolver la humedad al ambiente.
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