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Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia
El Concurso como refugio de la agitación social

Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia (1936)

Rafael Ávalos

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Corre el año 1936. El país atraviesa una de las etapas más complejas de su historia reciente. Quizá no lo sepan pero sí lo intuyan, los españoles están a punto de vivir sus años más oscuros. La agitación es máxima, la paz social es una quimera. Sucede ya de tiempo atrás. Mientras se enciende la mecha, Córdoba procura una normalidad que resulta difícil de mantener. Igual que en el resto de municipios. Sobre todo, lo intenta hacer durante su mes festivo, un mayo que, en realidad, va a ser el último dentro de un sistema democrático -aunque fallido-. A la Feria de Nuestra Señora de la Salud le precede el Concurso de Patios, que volvió al calendario en 1933, después de más de una década desde su primera edición.

Hasta el instante en que regresó, el certamen hoy plenamente afianzado sólo tuvo una edición. Fue aquella de 1921, que resultó un fracaso debido a que apenas participaron tres viviendas y casi no obtuvo espacio en la prensa. Cierto es que entre 1925 y 1929, las tradicionales casas tuvieron protagonismo en el mayo cordobés gracias a otra cita recién creada. El Concurso de Cruces devolvió los emblemáticos recintos en materia de fiesta a la capital. Y éste gozó de sobresaliente éxito, pero no fue suficiente para que perdurara a partir de 1930. Entonces España se encontraba bajo una dictadura amparada por la monarquía, un régimen que varió por completo el 14 de abril de 1931. Ese día se proclamó la Segunda República.

Lo cierto es que no fue hasta 1933 cuando el Ayuntamiento decidió recuperar la idea del Concurso de Patios. En esa fecha, la Alcaldía la ocupaba Francisco de la Cruz Ceballos, quien sin embargo entendió que el certamen de Cruces no debía celebrarse por el carácter laico del país. Su figura, olvidada en la actualidad, fue relevante en la época y borrada poco después, tras los hechos provocados el 18 de julio de 1936. Poco menos de dos meses antes, Córdoba disfrutaba, o procuraba hacerlo, con un evento al que todavía le restaba mucho para convertirse en tradición. Entre el 13 y el 23 de mayo las casas abrieron de par en par sus puertas para recibir visitantes y además, de nuevo, competir por un premio en metálico. El bastón de mando lo tenía ya Manuel Sánchez-Badajoz y Cano.

Alegría, sin procesiones, entre la inestabilidad

El primer edil durante la celebración de 1936 lo fue sólo durante unos meses. En este caso, la situación sobrevino; durante la Segunda República, simplemente fue habitual. Porque entre 1931 y 1936, en un lustro es esto, el Ayuntamiento de Córdoba llegó a contar con hasta siete regidores, con ocho cambios de mandato. Se trata de una clara muestra de la inestabilidad que sufría la ciudad, como el resto de España. Ejemplo del clima de tensión es que durante esos años apenas hubo procesiones en la calle una Semana Santa tras otra. Las corrientes anticlericales invitaban a la precaución a las hermandades. En 1936, sin ir más lejos, únicamente realizó estación Nuestra Señora de las Angustias, y no sin temor.

Como precedente, entre 1932 y 1934 no salió un solo paso y en 1935 únicamente se celebró una procesión del Santo Entierro. «En 1936 sólo las Angustias se atrevió a hacer estación de penitencia y lo hizo con miedo y en un clima muy agitado que presagiaba lo que iba a suceder muy poco después», rememora en su web oficial la mencionada corporación. La magna obra de Juan de Mesa, por cierto, inició su tránsito por la ciudad desde San Agustín. Al tiempo, las fiestas de mayo parecían ser un oasis en tan difícil contexto. Y dentro de ellas, el propio Concurso de Patios, que a lo largo de este período tuvo una notable acogida entre los residentes de las casas y también en la prensa, sobre todo en La Voz de Córdoba.

Pero también en el certamen se dejaba sentir la problemática sociopolítica del país. De hecho, algunas viviendas mostraron elementos partidistas o ideológicos durante 1936, un hecho lamentado en el referido diario. «Tras de meditar el asunto distendidamente, no hemos podido averiguar la relación que guarda lo típico con lo político. Decimos esto porque nos ha extrañado mucho que los propietarios o vecinos de algunos patios presentados al concurso hayan incurrido en la descabellada idea de exornarlos con emblemas o atributos de determinada secta política. Y esto nos ha parecido un motivo de marcado mal gusto», se escribió en La Voz de Córdoba. Son estas líneas sólo un brevísimo extracto de un reportaje a página completa del 23 de mayo de ese año.

El Concurso: más patios y mejores premios

A su vuelta, el Concurso recogió muchas más solicitudes de participación que en su estreno. Tampoco es que fuera difícil que esto sucediera, ya que en 1921 sólo fueron tres las viviendas que intervinieron. En gran medida, la repercusión creció porque se establecieron unas reglas más claras y unas bonificaciones mucho mejores. En este período los premios fueron de 500, 300 y 200 pesetas, altas cantidades para la época, para el primero, segundo y tercero respectivamente. Durante estas ediciones surgieron en el palmarés casas que terminarían por convertirse, con el tiempo, en ilustres dentro del certamen y del propio Mayo Festivo.

Sin ir más lejos, lograron algún reconocimiento recintos como el 13 y el 15 de la calle Badanas, muy próxima a la Ribera, o el 84 -hoy 11- de San Juan de Palomares, en el barrio de San Lorenzo. En la última vía se situó el tercer clasificado de la edición de 1936, en concreto en el número 4. Ese año el triunfo fue para el patio del 26 de Mayor de Santa Marina y el segundo lugar lo ocupó el de una casa sin número en Tinte. Por cierto, en esta ocasión la normativa impedía el acceso a galardones de los vencedores de años anteriores. «La Comisión lamentó tener que eliminar a los tres primeros premios, con arreglo a las bases aprobadas, los patios de las calles Badanas 15, Santa Marina 24 y San Juan de Palomares 84, no obstante ser los más vistosos y mejor presentados», expuso Diario de Córdoba en su información del 22 de mayo.

Sólo unas semanas después, el 18 de julio de 1936 todo terminó por saltar por los aires. Tuvo lugar la sublevación de parte del Ejército y comenzó la cruenta Guerra Civil que se prolongó durante tres años casi exactos. Aunque en la capital no hubo batalla pues triunfaron los golpistas en cuestión de horas. Eso supuso la detención, no sólo suya, del alcalde, Manuel Sánchez-Badajoz y Cano, que fue fusilado el 8 de agosto. ¿Y qué ocurrió con el hombre que retomó el certamen? Francisco de la Cruz Ceballos murió el 30 de septiembre de 1937 por los graves problemas de salud que le ocasionó su estancia durante un año en la cárcel, porque también fue arrestado. Acababa de empezar la represión, si bien ésta es otra historia, quizá la siguiente relacionada con el Concurso de Patios…

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