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Una mágica danza de carcajadas

Chirigota 'Qué bien bailan las hijas de Putin' | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Por supuesto, es sinónimo de instante de felicidad, de esos que a veces parecen cuasi inalcanzables en el largo camino de la vida. Supone un cobijo a los malos momentos y es reflejo de otros que por breves no dejan de ser, en ocasiones, memorables. Cuenta el refrán que lo bueno lo es por partida doble si no es extenso. Aunque mejor sería que fuera mucho más duradero. Segundos y después minutos que se suceden veloces, como siempre pero más, y que gracias al mejor medicamento existente. Porque sobre todo es salud. La risa cicatriza cualquier herida, guarda en un cajón los pensamientos negativos y en cierto modo detiene un tiempo que sin embargo continúa impasible. Las carcajadas rompen la monotonía y regalan un brillo especial a un día, una tarde o una noche. Como la de este viernes, en la que el Gran Teatro floreció la alegría al ritmo del tres por cuatro y una nada desdeñable cantidad de letras simpáticas y entretenidas. El colofón al Concurso de Agrupaciones Carnavalescas de 2017 no pudo ser mejor en lo que se refiere a la modalidad de chirigotas y cuartetos, con una última sesión de gran diversión. Y también cargada de emoción…

Esta vez los maestros de ceremonia fueron el carnavalero Juan Domínguez Patato y Mari Ángeles Mellado, compañeros de Procono Televisión, que condujeron con acierto una última función que arrancó con una primera dosis de buen humor. Arrancó el fin de fiesta en el principal espacio escénico de la ciudad con el Cuarteto de Santa Cruz, a la postre primer premio de su modalidad. El extraño retrato de los Reyes Católicos que ofreció el grupo que contó con autoría y dirección del histórico Manuel Serrano Manolete el de Santa Cruz consiguió arrancar de nuevo las risas de un público en ese momento todavía insuficiente para una cita como ésta. Los que ya estaban en el Gran Teatro respondieron como en las dos anteriores fases del Concurso, de manera muy positiva. Sobre todo con aquello de “ay, ay, ay qué tonto eres, Fernando”. El conjunto repitió parodia y tema libre y varió los cuplés. En el primero versó sobre el rey Juan Carlos y sus supuestas relaciones fuera del matrimonio. En el segundo un señor se lamentó de la importancia que le da su mujer al perro que compró. Por si fuera poco… “Se ha comío la Viagra que yo guardo con to mi empeño, y ahora duerme con mi mujer y yo dentro de un barreño”.

Justo antes de que tomara las tablas la primera chirigota de la noche llegó el primero de los reconocimientos que se ofrecieron en la final a carnavaleros destacados. Esta vez fue en el estreno de los Antifaces de oro por parte de la Asociación Carnavalesca Cordobesa, que quiso reconocer a tres veteranos del febrero cordobés. Patrocinadas por Procono Televisión, las insignias fueron para Eduardo Molero Chache, Amador Luque -si bien recogió su hija Rosa- y José Cabello Pollito, a quienes les fueron otorgadas por sus 30 años entre los seguidores de Don Carnal. Dos actuaciones después fue momento para que la Asociación Pasión por Córdoba hiciera lo propio con su ya tradicional entrega del Micrófono de oro. Con la presentación del compañero de El Día de Córdoba y Sol FM, Rafael Alonso Butelo, el galardón tuvo este año un significado especial. Principalmente porque no se quiso homenajear a un autor o a un director sino “a los que hacen Carnaval desde la base”. Es decir, un componente de grupo, que lo fue de diversos. El galardón lo recibió Hipólito Moyano Poli, que después escuchó un pasodoble escrito para la ocasión y que cantaron varios compañeros en su trayectoria.

De vuelta a las actuaciones, el tercer turno, entre un reconocimiento y otro, deparó uno de los momentos de la noche. Poco menos de media hora intensa, a medio camino entre la carcajada desbordante y la emoción. Volvieron al escenario las danzarinas rusas de ‘Qué bien bailan las hijas de Putin’, que sellaron un pase completo en todos los sentidos. El buen humor no faltó en ningún momento, con una puesta en escena genial y un repertorio bien elaborado. Encima, esta agrupación femenina, que volvía al Concurso tras un año de ausencia, cantó tan bien como normalmente acostumbró. No faltó la reivindicación en su primer pasodoble, con crítica sobre esa idea de que resulta incómodo ver a una madre dar el pecho a su hijo en cualquier lugar. Más razón que un santo. Que una santa en este caso. En el segundo, llegó el primer chispazo emocional. La Chirigota de Las Niñas de la Koski anunció su adiós: “Tenía que despedirme de estas tablas y tenía que hacerlo desde aquí […] gracias por estar conmigo”. Se hace difícil para las componentes de estas chirigoteras compaginar sus vidas, ya con hijos además de otras tareas, con la actividad del grupo. El público contestó cómo debía, en pie y con una sonora ovación que hizo soltar alguna lágrima a las componentes.

A los aficionados siempre les quedará la esperanza de que la vida da muchas vueltas y quizá tras una despedida, por mucho tiempo que pueda pasar, haya otro saludo. Ojalá, pues en falta se les echará. Lo cierto es que Las Niñas de la Koski dijeron adiós por todo lo alto, con una gran tanda de cuplés y un entretenido popurrí. Por cierto, que en su estribillo tuvieron un guiño para la Peña de Los Mayas, que lograra el primer premio en 2016 con ‘Los trápalas’. “Me han dicho que aquí se gana con mallas”. El siguiente pase chirigotero trajo acento de la provincia, muy presente en la final de esta noche. Fue de la mano de la Asociación Esto está ganao de Cañete de las Torres, que también cerró una más que divertida actuación. En sus pasodobles, los cañeteros dedicaron una especial letra a Andalucía, que es una maravilla pero necesita, como en su día soñara y escribiera Blas Infante, levantarse y regalaron una copla a sus madres: “Hoy te entregaré el pasodoble que siempre soñé”. La chirigota ‘Manolo para los amigos’ disfrutó al máximo de su pase, en el que tiró dos graciosos cuplés: en el primero, con todo el dinero gastado decidieron poner “en venta toas las chaquetillas pa las cofradías que quieran un manto”; en el segundo, hicieron un simpático resumen de lo que suponía volver al Gran Teatro por tercera vez.

Tras un descanso de poco más de 20 minutos, la final del Concurso retomó su pulso con más buen sentido del humor. Lo hizo de la mano del Cuarteto de David Reyes y su alocada versión del programa televisivo Pesadilla en España. En su tercer pase el propio creador del repertorio del trío, Rafa Muñoz y Juan Carlos Torrebruno ofrecieron en su parodia un repaso a los mejores momentos de la actuación de semifinales. La voz en off de Juan Domínguez Patato anunció cada parte de esa reposición. En su primer cuplé, el trío habló sobre la habilidad de los latinoamericanos para manejar las redes sociales y lo enlazó con la lamentable idea de Donald Trump para la frontera al sur de Estados Unidos: “Fíjate los mexicanos, van a tener un peaso muro”. El segundo de la tanda fue dedicado en tono de broma a Torrebruno. Mientras, el tema libre dejó a las claras que la imposibilidad de reflotar el restaurante de ‘Pesadilla en España’, en el que terminaron ebrios los tres protagonistas: el dueño, el chef y Alberto Chicote, o don Chiquito como le llamaba el cocinero. Por cierto, aquí brilló también el soniquete de “olé los jefes rumbosos”.

Una comparsa tomó el testigo del cuarteto y después fue turo para otra chirigota. En este caso la de Los Mayas, que buscaba revalidar su primer premio del pasado año. No pudo ser, pero la agrupación también ofreció un pase cargado de humor al público del Gran Teatro. En su presentación el conjunto tuvo un guiño para Las Niñas de la Koski, que en su estribillo decía eso de que “me han dicho que hay primer premio con mallas”. Pepe Caballero danzó cual bailarina hasta el centro del escenario y apuntó: “Las mallas dicen las hijas de Putin”. Gran primer pasodoble ofreció ‘Los que le dan el biberón al panda y al león’, pues éste fue para el Hospital Reina Sofía con motivo de su 40 aniversario. En el segundo, golpe duro y acertado a La Manada, esa panda de… que violó a una chica en San Fermín y encima se jactó de ello. En su tanda de cuplés, esta agrupación tiró dos letras escritas y montadas a última hora. En uno habló de la Monarquía e incluyó la sentencia a Urdangarín por el caso Nóos y en el otro enlazó un programa televisivo de cambio de estilismo con una modificación que se dio en el jurado una noche antes.

Estaba bien entrada la madrugada del sábado, ya en el momento en el que pisaron las tablas los componentes de Los Mayas, cuando correspondió actuar al último grupo de la modalidad de chirigotas. En este caso, penúltimo turno de la larga función, que acabo casi a las cinco, fue la de Fleky, Fae y Marco. Apareció con fuerza el conjunto, que no sólo discutió el primer premio sino que finalmente se lo llevó. Repitió su éxito de 2015 con ‘Cordobeses por el mundo’. La formación ofreció un gran pasodoble a la iniciativa promovida por el Teatro Avanti de llevar las sonrisas al Hospital Reina Sofía para los más pequeños. En el segundo de la tanda realizó una certera crítica a la situación actual del Carnaval. “Y es que la envidia es la que ha hecho que se pierda aquí a veces la vergüenza y hasta el respeto… aquí no somos artistas… yo te juro que quitaba tos los premios, compañeros”. En sus cuplés, Álvaro Castillo, componente de la Comparsa de Rafa Cámaras, fue protagonista accidental de uno y una confusión de elementos hogareños dio pie al segundo. El popurrí hizo vibrar, como consiguieron Las Niñas de la Koski, al Gran Teatro, que de nuevo hizo la ola. Mejor reír que llorar, mejor un baile que la quietud. Mucho más si es una mágica danza de carcajadas.

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