Manilva, el sabor de los veranos de siempre
El mundo cambia, las modas también pero es llegar el verano y todos buscamos lo mismo: sol, playa, pescado fresco, cerveza fría, descanso y diversión. Un verano como los de antes, como los de siempre, de días eternos, de noches vibrantes, de placeres sencillos. Pocos sitios conservan esa esencia intacta como la localidad de Manilva.
Situado en el extremo más occidental de Málaga, justo en el límite con Cádiz, este municipio, que combina el cultivo de la tierra con una magnífica uva y vino, y el mar, representa todo aquello que amábamos de los veranos de la infancia; un tiempo sin reloj, sin reglas ni preocupaciones, donde disfrutar de la familia, de los amigos, de las tradiciones y los pequeños lujos de la vida.
Con un ambiente animado y familiar, este término, compuesto por los núcleos de Manilva, Sabinillas y El Castillo, ofrecen la oportunidad de levantarse sin prisas entre parajes extraordinarios a los que se unen sus impresionantes vistas al mar, y luego elegir entre cualquiera de sus magníficas playas. Hay más de ocho kilómetros de costa para ser disfrutadas con características para todos los gustos, desde las playas más urbanas a las más salvajes, abiertas al mar o recogidas en pequeñas calas. Una de ellas, además, constituye un auténtico tesoro natural. Hablamos de Punta Chullera, considerada una de las últimas playas vírgenes de la Costa del Sol, un santuario animal y vegetal ideal para prácticas deportivas como el buceo. La Reserva Ecológica Playas de Manilva completa un recorrido gustoso en plena naturaleza y paralelo al mediterráneo.
Tratándose también de un pueblo pesquero, la cocina es otro de los pilares fuertes en la época estival. De sus ricos caladeros provienen una amplia variedad de pescados y mariscos, emblema de su gastronomía. Ya sean preparados de forma sencilla a la parrilla, al horno o siguiendo la tradicional receta malagueña del ‘pescaito frito’, su frescura y sabor convierte a estos platos en una auténtica delicia. Mención aparte merecen sus espetos de sardina, elaborados según la receta tradicional de la mano de algunos de los mejores espeteros de España, un manjar imprescindible para acompañar, bien con una cerveza fría o con un buen vino. No hay que olvidar que Manilva es una zona vitivinícola por excelencia, el municipio está rodeado por un jardín de viñas centenarias –las viñas más al sur de Europa-, donde la uva Moscatel de Alejandría es la auténtica reina.
Después de un buen almuerzo y una plácida siesta todavía se pueden aprovechar las largas tardes de verano, por ejemplo con una salida a su paseo marítimo o una visita al Puerto de la Duquesa, su bello puerto deportivo, donde es posible caminar entre elegantes yates y veleros.
A medida que se acerca la noche y sus calles se iluminan y refrescan con la brisa del mar, este enclave ofrece a sus visitantes una variada oferta de restauración que incluye su cocina de toda la vida, pero también una amplia carta internacional, desde comida china, india o italiana o hasta todo tipo de hamburgueserías y bagueterías. Luego siempre se puede alargar la noche con un rico helado o un cóctel en uno de sus numerosos bares y locales nocturnos. La vida en Manilva, lo decíamos antes, es animada y vibrante y, por supuesto, la noche no es una excepción.
Si además se visita la localidad coincidiendo con cualquiera de sus fiestas veraniegas la experiencia será de lo más completa. Nada mejor para vivir la esencia alegre y mediterránea de esta bonita localidad que compartirla con sus habitantes, por ejemplo durante las ferias patronales de Santa Ana -26 de julio- y San Luis -26 de agosto-, o durante la celebración de la Noche de San Juan -23 junio-, de la Virgen del Carmen -16 de julio- o la popular “Fiesta de la Luna Llena”, considera fiesta de interés turístico y que desde hace varios veranos llena la localidad de música y velas blancas. ¿Acaso puede haber algo más puro y veraniego?
Manilva, con su vida relajada y sencilla, reúne todo lo necesario para vivir un verano en mayúsculas, un verano de esos por los que merece la pena esperar todo el resto del año.
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