Humildad y Paciencia ante la luz del Cristo de los Faroles

Los cofrades cuentan los días, ya casi las horas. Más aún si integran una hermandad y tienen previsto participar en su cortejo. Porque la Semana Santa está próxima. Tanto que puede sentirse. Y las jornadas previas son intensas, como ocurrió el lunes con el traslado de los titulares de la Sentencia a la nueva sede de la corporación. O igual que sucedió este martes en la plaza de Capuchinos. Era noche para Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, que recorrió el centro de la ciudad en Vía Crucis.

Como es habitual la hermandad de la Paz y Esperanza realizó en Martes de Pasión el rezo de las Estaciones en la feligresía de su templo. Aunque alcanzó otro cercano. La noche había caído ya a las ocho y cuarto cuando la imagen de Juan Martínez Cerrillo cruzó el vano de la iglesia conventual del Santo Ángel. Se encontraba el Señor ante el Cristo de los Faroles en una estampa especial. Frente a frente con las luminarias de la escultura encendida. Comenzaba el tránsito del cortejo.

Fue portado Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia en una nueva parihuela. Ésta, según informó la cofradía del Miércoles Santo, se realizó con carpintería de José Luis Jiménez, talla de Ismael López y dorado de Francisca González. La imagen vistió túnica morada bordada en oro fino. Es decir, lució el color propio de la Cuaresma, que después de abrirse con el Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús de las Penas durante el Miércoles de Ceniza comienza a tocar a su fin.

El Señor fue sobre calvario de clavel rojo y tras dejar atrás Bailío, ante la mirada de no pocas personas, se dirigió hasta la plaza de San Miguel. Precisamente en el interior de dicho templo tuvo lugar el rezo de una de las Estaciones. Se hizo entonces el silencio del cuarteto de viento-metal que acompañó al titular de la Paz y Esperanza durante un recorrido que había de concluir a las diez y media de la noche. Fue día de Humildad y Paciencia ante la luz del Cristo de los Faroles.