Villaviciosa: un cuarto de siglo exprimiendo la riqueza de las piñas de Sierra Morena
En medio de Sierra Morena, rodeada de frondosos pinares, se encuentra la localidad de Villaviciosa de Córdoba. En ese entorno natural, un grupo de recolectores de piñas de los montes aledaños vieron a mediados de los años 90 una oportunidad de desarrollo económico en el fruto de los pinos. Hoy, un cuarto de siglo después, allí se ha consolidado la única cooperativa de España, nacida de socios de la tierra, que recepciona piñas, las transforma y comercializa sus productos, desde el propio piñón a biomasa obtenida de las cáscaras.
Aquellos primeros recolectores de piñas vieron que la mejor forma para emprender en esta iniciativa era conformar una cooperativa. Y así, en 1999, nació Coforest, con 25 socios que actualmente llegan a ser unos 260, entre propietarios de fincas donde se recogen las piñas, arrendatarios, empresas de gestión forestal y también instituciones. Porque, desde su nacimiento hasta ahora, la cooperativa sumó el apoyo de las administraciones, desde el Ayuntamiento de Villaviciosa de Córdoba a la Diputación Provincial y la Junta de Andalucía, presentes en su consejo rector. La idea aunó la colaboración de todo un pueblo y ahora es referente nacional.
En la cooperativa se recibe, en un año normal, unos 150.000 kilos de piñas, con temporadas extremadamente buenas de producción en las que se ha llegado hasta los 2 millones de kilos de piñas recogidas en los montes de toda la provincia, explica a Cordópolis el vicepresidente de Coforest, Enrique Prieto.
La piña recogida que llega en invierno vehículos se pesa y se deposita en una enorme explanada donde se acumula, hasta almacenarse en un cobertizo a resguardo de la lluvia y los cambios de temperatura. En mayo, cuando el tiempo ya se estabiliza, las piñas se vuelven a extender en la explanada de recepción, donde el calor y la temperatura más alta harán su trabajo natural en unos pocos días: abrir las piñas.
A partir de ahí, con las piñas abiertas, se recogen y comienza el proceso de extracción, mediante un lineal de maquinaria que centrifuga las piñas, saca los piñones y aparta la corteza y cáscara de la piña. Con esta última, una vez triturada, la cooperativa produce biomasa, combustible para calderas, estufas y calefacción de granjas, que se comercializa en sacos de 15 kilos ya preparados para su uso.
Y, por otra parte, queda el fruto de la piña: el piñón. Limpio, con cáscara pero sin impurezas mediante un proceso “siempre natural y sin ningún otro producto” -explican desde Coforest-, los piñones obtenidos en la producción de cada campaña llenan una tolva desde la que se van metiendo en sacos.
De cada 100 kilos de piñas se obtienen 2,5 kilos de piñones
Desde Villaviciosa, los piñones de cada temporada viajan hasta Valladolid, donde se encuentran empresas con las que la cooperativa cordobesa mantiene un acuerdo para que extraigan el piñón blanco de la cáscara. “Por cada 100 kilos de piñas se obtiene 2,5 kilos de piñón limpio”, explica Prieto. Y tras esa labor, parte de los piñones cordobeses se venden directamente desde Valladolid y otra parte regresa a Villaviciosa, donde la cooperativa comercializa al por menor el producto.
En el horizonte de futuro, Coforest prepara una línea propia de envasado y etiquetado para comercializar el piñón que se obtiene de las piñas que recepciona, de manera que “toda la riqueza revierta en Villaviciosa”. Porque, para todo el municipio, la cooperativa ha supuesto, además de un valor económico en sí mismo para el pueblo, “otros valores como es la creación de empleo, el cuidado medioambiental y mantenimiento de los montes con la recogida de la piña y, con todo ello, actuar contra el despoblamiento” de la zona.
Para seguir creciendo en ese sentido, desde hace nueve años, Coforest también trabaja con el corcho que se extrae de los alcornoques y que se comercializa para producir tapones de botellas y envases o material con el que se crean distintos objetos de artesanía.
Piñas y corcho recogidos en fincas privadas y también en los montes públicos, desarrollo con fines económico, medioambiental y social, que desde la cooperativa quieren completar también abriéndose a visitas, además de a profesionales a la población, para mostrar su labor y concienciar sobre la importancia de cuidar el monte y la riqueza que este proporciona.
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