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De esos tiempos de gloria en el ‘Pepe Montalbán’

Imagen de un duelo entre el Maderas Miguel Pérez y el Talavera de la 207-08 | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Mucha lluvia es la que cayera durante el tiempo transcurrido. La recurrente expresión es más que un tópico una realidad en este caso. Porque son nada más y nada menos que diez años los que separan un momento de otro; los que dan forma a un trayecto complejo desde el origen -de esta historia, no el real- hasta la actualidad. Una década cumplida hace algunas semanas con una ilusión renovada. Es la generada por un club que pretende recuperar parte de la categoría perdida en ese período. Muy lejos queda aquella segunda categoría, entonces denominada División de Plata, en la que llegara a afianzarse e incluso luchar por el ascenso a la elite. Al menos, estos días cuenta con la opción de dar un paso hacia delante y regresar a Segunda B. Tal es la esperanza con que encara el Bujalance el play off exprés -y tanto porque es a sólo un duelo- y mucho más la que tiene su afición. Quizá sea el instante de hacer realidad el sueño.

El impulso total: a División de Plata

El objetivo que persigue el sábado, cuando se enfrenta en partido decisivo en un raro play off ante el Alcalá de Guadaíra -desde las 20:45-, es alcanzar la división perdida una temporada antes. La misma en que como mínimo debería de militar una entidad venida a menos desde 2010. También es la categoría desde la que hace aún mucho más consiguió asaltar la Segunda División. Ocurrió la campaña 2003-04 cuando los rojillos se posicionaron en el segundo escalón de la elite. Se hizo con una de las tres plazas que quedaron vacantes con Antonio Arellano en el banquillo. Probablemente en ese momento no lo supieran en el club o en la localidad pero arrancó de esta forma la mejor etapa histórica de un Bujalance que fue creado no mucho antes y que entonces se denominaba Maderas Miguel Pérez.

Una vez llegado a División de Plata, el Bujalance trabajó desde la humildad para lograr la permanencia. El entrenador del ascenso, Antonio Arellano, abrió una campaña que sin embargo resultó bastante complicada. El cordobés fue destituido y después de él otros tres hombres desfilaron por el banquillo: Younes Behlamar, Eduardo Basso Morruga y Antonio Alcalá Kubala. Por mucho esfuerzo que pusieron el descenso fue inevitable al acabar en decimoquinta posición del Grupo A -mientras el Grupo Pinar Adecor se clasificaba para su primer play off-. Sin embargo, hubo renuncias y el club del Alto Guadalquivir pudo seguir en la categoría. El verano de 2005 supuso un punto de inflexión para la entidad, entonces presidida por Manuel Pérez. También porque se elaboró un proyecto a largo plazo, con más esfuerzo económico y un entrenador que con el tiempo habría de convertirse en uno de los mejores.

Al Pabellón José Pérez Pozuelo, conocido popularmente como Pepe Montalbán, llegó Fede Vidal. El técnico jerezano cambió por completo la filosofía del equipo y ya en su primera campaña al frente del mismo logró dejarlo en una notable octava plaza del Grupo A –mientras el Grupo Pinar Adecor repetía en play off; fue el principio del fin de los azulones en competición sénior-. Desde ese momento el polideportivo que acogía los choques como local del Maderas Miguel Pérez se tornó en un hervidero y contaba con una especial presencia en la División de Plata. Ya en la 2006-07, los rojillos dieron un paso adelante más para finalizar en un séptimo lugar del Grupo A. La entidad ya gozaba de un nombre a nivel nacional, también en parte porque al comienzo de este curso sumó a su patrimonio un himno compuesto nada más y nada menos que por Camilo Sesto. ¿Quién no cantó alguna vez esto de “Bujalance, Bujalance, la afición está contigo”? Más cierta no puede ser la letra.

Los tiempos de gloria: con mirada a División de Honor

Manuel Pérez y su junta directiva continuaron con su apuesta de crecimiento de un proyecto que comenzaba a ser respetado en la segunda categoría nacional. Lo mostró más si cabe durante la temporada 2007-08, en la que Fede Vidal completó su tercera campaña como entrenador. De la mano del jerezano el cuadro rojillo pugnó por lograr una plaza en la promoción de ascenso. No la obtuvo por la diferencia de goles con el Colegios Arenas Gáldar. Ambos cerraron con 62 puntos pero los canarios terminaron quintos y los cordobeses, sextos. Finalizó entonces el periplo del ahora seleccionador nacional pues decidió dar el salto y convertirse en segundo preparador del Benicarló. La salida del andaluz era un problema para Maderas Miguel Pérez pero hubo solución rápida y positiva por mucho que fuera arriesgada.

Un joven Antonio García, hombre de la tierra, tomó las riendas del club. El plan a nivel deportivo no varió un ápice respecto de los anteriores cursos. Todo lo contrario. Y ese entrenador que parecía inexperto para asumir la responsabilidad que le encargaban en el José Pérez Pozuelo llevó al conjunto bujalanceño a culminar su mejor temporada de la historia. Los rojillos perdieron siete partidos y cedieron sólo un empate, de forma que acumularon hasta 12 victorias. Éstas fueron las mismas que sumó el campeón del Grupo Sur, el UMA Antequera. Como segundo clasificado selló pasaporte para el play off a División de Honor. Aquella etapa probablemente no haya caído en el olvido de quienes la vivieron pues la localidad soñaba con entrar en la mejor liga del mundo. El asunto no fue del todo bien y el Maderas Miguel Pérez concluyó último de su fase.

Después de alcanzar tan alta cota existía la posibilidad de que arrancará la sensación de vértigo. Quizá fue eso lo que le sucedió a un club, que además perdió al que fue su principal patrocinador los años anteriores. El Maderas Miguel Pérez pasó a llamarse Calderería Manzano. La capacidad de actuación se rebajó tras las pretensiones de las campañas precedentes pero aun así la entidad siguió adelante con fuerza. La 2009-10 comenzó Dani Rodríguez como entrenador jugador -o al revés-. Pero el ahora técnico del Jaén Paraíso Interior fue suplido a mitad de campeonato por otro viejo conocido, este menos, como es Miguel Ángel Martínez Maca -entonces, Macario-. Su trabajo -el de los dos- y el de la plantilla concedieron al Bujalance una permanencia tranquila. Pero las exigencias económicas eran demasiadas y la crisis golpeaba. El Calderería Manzano optó por renunciar a su plaza pese a su buena undécima posición. Ahí, sin saberlo probablemente en el Pepe Montalbán, tuvo inicio una época más discreta. El comienzo del crecimiento debe estar, también en el Pérez Pozuelo, este sábado.

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