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Si piensas igual que yo, tienes razón

Palco de autoridades en el Córdoba-Girona | LARREA

Paco Merino

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Se dejó ver en el palco de autoridades y comprobó, a pecho descubierto, el estado actual de las cosas en El Arcángel. Un equipo en fase terminal y una grada semidesierta y ofuscada. El Córdoba ha terminado el curso 16-17 del mejor modo posible después de reconstruirse sobre la marcha, incluyendo en ese lifting un cambio de presidente (Alejandro González en lugar de su padre, Carlos González), de director deportivo (Álex Gómez suplió a Emilio Vega) y de entrenador (Luis Carrión sustituyó al despedido Oltra). Décimo en la tabla, a ocho puntos del play off de ascenso a Primera y a seis del descenso. El puesto final deja mensajes y preguntas en el aire.

La peor temporada de los últimos tiempos ha valido una posición mediana. Vendiendo lo mejor y con repuestos a coste cero se puede aguantar. Un buen final de Liga te puede dar un premio gordo... siempre y cuando antes no hayas hecho el primo. El Córdoba tuvo unos bochornosos lamparones en su expediente: estuvo cinco meses y medio sin ganar en El Arcángel y sólo venció en un partido fuera de casa en toda la segunda vuelta. Y eso le vale para quedar en medio de la clasificación. Ver a la Sociedad Deportiva Huesca -donde, por cierto, está Emilio Vega desde enero- disputando las semifinales por el ascenso a Primera causa en los cordobesistas una sensación agria, entre la envidia y la perplejidad. ¿Qué le falta al Córdoba para competir en esos puestos de arriba? Parece claro que -esto es fútbol, nadie garantiza nada- todo podría ir mejor si hay una inversión en la plantilla. Así lo entiende la afición, que volvió a cantar el clásico “¿dónde están los millones?” mirando hacia el palco. Luego, en la sala de prensa, Carrión habló de “abaratar la plantilla” y a más de uno se le encogió el corazón.

Carlos González, dueño del paquete mayoritario de acciones, maneja proposiciones de pretendientes. Si su intención es vender -tal y como le reclama un amplio sector del cordobesismo-, no lo parece en absoluto. El Córdoba ya tiene su equipo de trabajo configurado: Alejandro González en la presidencia, Álex Gómez en la dirección deportiva, Carrión en el banquillo del primer equipo y Jorge Romero en el de Segunda B. Se han anunciado las renovaciones de Markovic y Alfaro, además de la promoción de varios jugadores del filial. En apenas unos días llegará la campaña de abonos, seguramente precedida de algún fichaje. Antes quieren asegurarse que siga Javi Lara, un chico de la cantera al que hace una década invitaron a irse y que ahora puede ser el estandarte de una nueva etapa. Que será, en principio, muy parecida a lo anterior.

Todo está de nuevo en marcha. La maquinaria no se detiene. Carlos González sigue siendo el jefe supremo, el arquitecto de un Córdoba que deportivamente atraviesa -con los números en la mano- el mejor tramo de su edad moderna y que económicamente se mantiene en puestos top de los rankings de la LFP. El negocio va bien. Al empresario tinerfeño se le acumulan los frentes en contra, pero esas cuestiones no parecen quitarle el sueño. Este sábado apareció en el palco durante el primer tiempo. Luego salió. La hinchada le instó a irse o vender, pero él sigue. A Carrión también le mostraron su desafección, pero el catalan va a ser el jefe del vestuario. “Nadie de la directiva me ha dicho lo contrario”, indicó en la sala de prensa. González tiene muy claro quién, cómo y para qué. Es su empresa, son sus leyes.

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