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Pedro, el hombre que le puso la firma al comienzo de todo

Pedro, feliz con un sombrero en El Arcángel. FOTO: ÁLVARO CARMONA

Paco Merino

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El punta de Aspe, clave en la reacción blanquiverde, vuelve a La Condomina, donde jugó como titular tres temporadas

Aquello se hundía. El Córdoba más deprimente de la temporada acababa de empatar en casa (1-1, ante el Murcia) y la amenaza de los puestos de descenso se sentía como un viento gélido en la nuca. Todo se ponía en cuestión. Los objetivos -la simple mención del término play off sonaba a broma-, la idoneidad del cambio en el banquillo -“Chapi” estaba recién aterrizado, en “pretemporada”- y el modelo de gestión del club, con un creciente ejército de detractores del presidente González. Quedaban diez partidos y el Córdoba se disponía a visitar al Sporting de Gijón. En El Molinón se preparaba una fiesta porque los asturianos querían meterse en puesto de ascenso directo. Los blanquiverdes acudían con la etiqueta de víctima pegada en la frente. Y entonces, sencillamente, ocurrió.

Si en la formación cordobesista había nombres en descrédito, el de Pedro Sánchez era uno de primeros en la lista. Llevaba once partidos de auténtica pesadilla. Cinco se los perdió por lesión, en cuatro ni siquiera actuó, en dos salió desde el banquillo y el único en el que estuvo todo el rato fue, precisamente, aquel ante el Murcia. Una tortura. Pero aquella tarde en El Molinón cambió todo. El Córdoba ganó donde jamás lo había hecho (1-2) con dos goles del extremo alicantino, que desde entonces no se ha movido de la alineación inicial de Albert Ferrer y ha jugado absolutamente todos los minutos. Ha firmado cinco goles (doblete en Gijón, Mirandés, Zaragoza y Real Madrid Castilla) en los últimos diez partidos, de los cuales el Córdoba solamente perdió uno (aquella pifia de Raúl Bravo en el descuento ante el cuadro maño), y se ha convertido en una referencia absoluta. La reacción blanquiverde lleva el sello de Pedro.

Hace varias semanas llegó a un acuerdo de renovación por dos temporadas más con el Córdoba, que le fichó en 2012 procedente del Murcia. Allí, en el club pimentonero, estuvo tres campañas (entre 2009 y 2012) en las que fue una pieza básica. El punta, nacido en la localidad alicantina de Aspe en 1986, vivió un descenso a Segunda B en el primero de los cursos, aunque después se vistió de héroe para sacar a los granas de la división de bronce. Hizo 13 goles en 35 partidos para devolver la categoría perdida. Después, otros 35 partidos más (4 goles) para ayudar a la permanencia. En verano del 2012, el Córdoba le reclutó como refuerzo de lujo después de perder a hombres clave que se catapultaron tras el play off con Paco Jémez.

Desde que llegó a El Arcángel ha soportado la presión de la comparación con antecesores -especialmente con Borja García- y vivido momentos de todo tipo. Su relación con la afición ha pasado por dientes de sierra. La gente le exige y su fútbol no siempre es bien entendido. Al final, con el lenguaje universal del gol, se ha hecho querer. Hay clubes -se ha hablado del Espanyol- que le siguen, pero Pedro tiene una tarea pendiente en el Córdoba. Este domingo vuelve a Murcia, que fue su hogar, pero los abrazos se quedarán para otro momento. Si los tiene que repartir, que sea a los suyos y después de alcanzar un puesto en la final del por el ascenso. Sería lo más cerca que ha estado Pedro de la Primera División. Una tentación demasiado fuerte como para dejarla pasar.

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