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“Papá, ya la ha cogido Messi y nos la ha liado”

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Alfonso Alba

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Lleno histórico en el Arcángel con una afición volcada con su equipo

“Bueno, pues al próximo dentro de 40 años que me traiga mi nieto”. Los aficionados blanquiverdes del Fondo Sur, la grada más joven de todo el Arcángel, están acostumbrados a escuchar a sus abuelos cantar de memoria la alineación de aquel Córdoba que quedó quinto en la Liga o la del famoso y último partido contra el Barça en el que se le ganó por un penalty. Por eso, muchos se han gastado el dinero que no tienen en ir al mejor partido de fútbol que se ha podido ver en Córdoba en los últimos 40 años. Por eso, salvo unos huecos en tribuna con precios ya imposibles, el estadio del Arcángel se ha llenado por primera vez en su historia desde su última reforma. Por eso, porque era un día histórico un resultado tan injusto no escuece tanto. Porque enfrente estaba el mejor equipo del mundo. Y porque hoy, los que serán abuelos dentro de 40 años le podrán contar a sus nietos que vieron a Messi meter dos goles en el Arcángel, que animaron a un Córdoba que le plantó cara al mejor equipo de los últimos tiempos y que se emocionaron cuando 20.000 gargantas al unísono cantaron el himno de Queco en el minuto 54 del partido.

Los primeros diez minutos del Córdoba-Barça quedarán grabados como los mejores de los últimos 40 años de historia del cordobesismo. Y 40 años en la vida pero sobre todo en fútbol son muchos años. Fueron los diez minutos más intensos que se recuerdan en el Arcángel. Dos uys por culpa de otros tantos tiros a puerta y los olés del público ante los toques de su equipo crearon un movimiento de ilusión telúrico en el estadio. El Córdoba parecía el Barça. Tocaba, corría, profundizaba, tiraba paredes y llegaba a la puerta de Pinto. El Barça seguía siendo el Barça pero había perdido en esos diez minutos lo que nunca pierde: la posesión del balón. Por eso, la afición soñaba. Por eso, ya en el minuto diez se gritaban los olés hasta cuando se retrasaba el balón al portero Saizar. Pero llegó Messi.

“Papá, ya la ha cogido Messi y nos la ha liado”. El niño tiene apenas siete años. La edad suficiente para admirar al 10 azulgrana y también para saber que aunque enfrente está su ídolo él hoy va con el Barça. El padre le mira, le zampa un beso en la frente y lo coge en brazos. Los dos son del Barça, los dos han ido al Camp Nou a un derby con el Real Madrid pero los dos están tristes. Han visto a Messi meter un gol en el Fondo Sur pero no lo celebran. Gritan “¡Córdoba, Córdoba!” con rabia.

El Fondo Sur del Arcángel ha sido el último espacio del estadio en ser habilitado y por eso es, quizás, el más extraño. Padres con sus hijos confundidos con sus hijos asiento con asiento con los ultras, jefes de gabienete de ayuntamientos, antiguos asesores de partidos políticos y curritos, muchos curritos que ya no tienen trabajo o que lo tienen y cobran mucho menos que antes. Por eso, sorprende que a pesar de haber depositado quizás los excesos de la Navidad (para muchos, de hecho, era un regalo anticipado por Reyes) su comportamiento sea tan exquisito cuando es difícil tener paciencia. El club los ha citado a las 18.30. A los abonados les ha dicho que lleven su carné y su DNI. Son las 19.15 y las puertas siguen cerradas. Las colas que se forman rodean el estadio. Empiezan los pitos, algunos empujones, suenan las sirenas. Y en ese momento, se abren las puertas y no funcionan los tornos. Los operarios cortan a la antigua usanza la esquina de unas entradas que muchos quieren guardar de recuerdo. Nadie mira nada. Nadie controla a nadie. Nadie se hace responsable de nada. Pero es igual. El público y la afición demuestra que es más responsable que un club que no está a la altura de sus pretensiones de Primera División.

Muchos pensaron que los cordobesistas que son del Barça se iban a romper las manos a aplaudir los goles de Messi. Los hubo, por supuesto. Pero fueron más los que soñaron, los que se dejaron la garganta para estar con su equipo y los que gritaron el “sí se puede” cuando Saizar le paró un gol cantado a Messi, el jugador de otro planeta, en un mano a mano. Fueron muchos más los que humedecieron el lagrimal cantando a capella el himno en el minuto 54, por el año de fundación del Córdoba, y a los que luego no se le cayeron los anillos para aplaudir a David Villa cuando fue sustituido o a Carles Puyol cuando salió a calentar. “Ambientazo. El Córdoba y su afición se merecen estar en Primera”, escribió en Twitter Gerard Piqué.

Muchos dudaron que así fuera, pero el Arcángel fue el campo del Córdoba.

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