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El Kodokan, cuna de campeones en un tiempo complejo

Entrenamiento del Club Kodokan | MADERO CUBERO

Cristian López

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Las consecuencias del Covid-19 no entienden de historia, ni de trabajo previo. De años de sacrificio. Ni de resultados al máximo nivel. Inevitablemente, el deporte se ha visto muy afectado por la crisis sanitaria, aunque aún falta por ver cuál será realmente el impacto económico, que en los deportes minoritarios tendrá previsiblemente un recorrido mucho más doloroso. Los clubes modestos han tenido que luchar siempre a contracorriente por la escasa visibilidad, pese a tener resultados muchas veces más notables que los de otras disciplinas con una repercusión mediática más masiva. Es el caso del Club de Judo Kodokan Córdoba, una de las entidades con mayor tradición de la ciudad en dicha modalidad, y que ha sido desde hace años cuna de grandes campeones a nivel mundial.

Son más de tres décadas las que acumula el club cordobés formando a jóvenes judocas, y desde entonces no han dejado de brotar grandes talentos. En efecto, fue en el año 1989 cuando se fundó, en un primer momento con sede en el Colegio Eduardo Lucena, desde cual se trasladaron al gimnasio de Juan Orcera, en el que permanecen desde el año 1996 hasta la actualidad. Y ahí siguen dando guerra. “Seguimos trabajando para sacar campeones”, pues “todos los años sacamos medallas nacionales, de categoría infantil, cadete y júnior”, afirma a CORDÓPOLIS Francisco José Prados, presidente y maestro de la escuela.

Él es el alma principal que contribuye a que todo salga adelante. Y los resultados, hasta el momento, son óptimos. Además, Prados destaca que “no enseñamos solamente judo”, ya que “también enseñamos valores, para que sean personas de provecho, hombres y mujeres de bien, estudiantes”. Actualmente, el Club Kodokan cuenta con 80 licencias, las cuales ocupan niños desde los 3 años hasta adultos de más de 60. “Aquí caben todos”, subraya. La llegada del coronavirus a España pilló al club compitiendo en la Supercopa de España de Alicante, y “ahí ya se escuchaba hablar del Covid-19, pero no sabíamos qué dimensiones iba a pillar esto”, recuerda Prados. Un torneo en el que compartieron cartel con luchadores de España, Portugal, Bélgica o Italia, entre otros países, y en el que la escuadra cordobesa consiguió subirse al podio.

En concreto, fue el georgiano Davit Kevlishvili quien logró proclamarse subcampeón de España infantil. Y es que dicho judoca es una de las últimas grandes perlas salidas de la cantera del Kodokan. Fue hace tres años cuando él y su hermano Nika llegaron al club, previo paso por otro conjunto de la ciudad. “Necesitaban más judo y los componentes del otro club eran más pequeñitos, y aquí se les dio lo que de verdad querían, que era competir”, detalla su entrenador, quien matiza además que “cogieron un poquito de técnica, pues físicamente son dos portentos”. En este sentido, el Kodokan se presentó en el Campeonato de España sin rankear con su nuevo talento, lo que significa que te pueden tocar los mejores. Y allí, Davit ganó a los tres primeros del ranking nacional y se proclamó vencedor.

Eso sí, “la sorpresa fue luego se clasificó como campeón de Andalucía júnior, siendo infantil, quedó también campeón de la fase sector del Campeonato de España júnior, y en la final quedó subcampeón y perdió porque tenía menos experiencia. Eso es un gran logro”, valora orgulloso Francisco José Prados. Por su parte, su hermano Nika fue campeón de Andalucía; se clasificó también para la fase final del Campeonato de España y en la fase final cayó en un combate igualado. Dos talentos que “ya hacían judo en Georgia, aunque muy rústico”, matiza el maestro.

Un bagaje que les ha valido para dar el salto al Centro de Alto Rendimiento de Valencia, donde se encontrarán con otros dos talentos forjados en el Kodokan, como son la olímpica Julia Figueroa y Francisco José Prados Barbero, hijo del mencionado técnico. “Cada vez que mandamos a alguien a Valencia es un sentimiento agridulce. Formas a un niño desde los 3 años y cuando llegan a 16 o 17, no es que los pierdas, porque no los pierdes. De hecho, la política de allí es trabajar conmigo también”, pues “cuando van a algún campeonato yo me siento en la silla de entrenador”, detalla, al tiempo que aclara que “tengo licencia de maestro nacional de allí de Valencia, que no quita que mantenga también la de aquí de Andalucía”. Palabras mayores las que vienen a confirmar la capacidad de trabajo de dicho club. Y al igual que Figueroa, ambos deportistas apuntan a la selección española. “Pueden competir en categorías inferiores, pero no en la absoluta, salvo si tuvieran la doble nacionalidad, que estamos en ello”, puesto que “es lo que quieren”, explica Prados.

Mientras tanto, el entrenador va recuperando poco a poco la normalidad tras el confinamiento. Desde el pasado mes de junio ha vuelto a poner en marcha los entrenamientos con los más pequeños, y los cuales están llevándose a cabo al aire libre durante estas semanas. Además, siempre “con unas estrictas medidas higiénico sanitarias”, tales como el lavado de manos, gel hidroalcohólico, pies desinfectados, toma de temperatura y haciendo judo individual con dos metros de separación. Es la nueva realidad para un club para el que la situación resulta complicada. Es más, Francisco José Prados apostilla diciendo que “ahora en estos meses no se puede valorar, porque son meses que nuestra actividad suele bajar mucho”, por lo que “ya será en septiembre cuando se comprobará. Crucemos los dedos y esperemos seguir otros treinta y tantos años más, por lo menos”.

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