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Jona, un recuerdo y una misión

Jona Mejía en la Ciudad Deportiva del Córdoba | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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La última vez que jugó en ese campo resultó un mal día. En lo personal y en lo colectivo. Se enfrentaban el 5 de mayo del año pasado el Albacete Balompié y el Alcorcón, a falta de tres jornadas para la conclusión de la Liga 15-16 en Segunda y con los manchegos en situación límite. Penúltimos. Ganaban o descendían. Perdieron por 0-2 y la historia se terminó. Ahí estuvo Jona García, porfiando durante noventa minutos para conseguir un gol que no pudo hacer. Ni él ni nadie. El hispano hondureño no jugó más con el Alba en los partidos que quedaban. El proyecto se despeñó hacia la Segunda B y él, con un año más de contrato, se fue en calidad de cedido a un UCAM Murcia que acababa de asomarse a la división de plata.

Aquel día de mayo de 2016 fue el último en que vistió la camiseta de un club al que perteneció hasta este verano, cuando fue traspasado al Córdoba. Este viernes volverá a aparecer en un recinto en el que corearon su nombre y donde ahora, con la camiseta del enemigo, tratará de comportarse como un profesional. Su trabajo es golear para los blanquiverdes. Sabe que tendrá muchos ojos encima, lo que siempre resulta un estímulo extra.

Jona se cruzará con un equipo que le resultará ajeno. De aquel conjunto que adiestraron Luis César Sampedro y César Ferrando apenas queda nada. Cuando él salió también lo hicieron muchos más, entre ellos Antoñito y Edu Ramos, que fueron reclutados por el Córdoba. El lateral sólo duró un curso y salió este verano con rumbo al Valladolid, mientras que el mediocentro sigue de blanquiverde encarando una temporada crucial para su carrera deportiva. En el Belmonte también fue uno de los que padeció la bofetada del descenso, aunque el mal rato le duró menos ya que siguió en Segunda.

Lo de Jona Mejía en Albacete sí fue una experiencia fuerte. El club manchego hizo una apuesta importante por él, fichándolo al Granada por 370.000 euros en 2015. La entidad nazarí le había tenido siempre dando tumbos de aquí para allá, en una etapa alocada. Estuvo en el Vitoria Guimaraes portugués, donde jugó unos cuantos partidos en la máxima categoría, y también pasó por el Real Jaén -otro descenso a Segunda B, con 16 goles- y, en su mejor etapa, en el Cádiz. Con los amarillos fue campeón y máximo goleador (18) del grupo en Segunda B, pero la aventura no culminó con el ascenso. Su buen papel no le abrió las puertas de un Granada de Primera y el Alba estuvo presto para el fichaje. Le dio un rendimiento aceptable (29 partidos, 5 goles), pero insuficiente para evitar la debacle. En el UCAM Murcia el hondureño firmó 15 tantos, pero la desgracia colectiva aniquiló su satisfacción individual. Otro descenso para su historial.

A sus 28 años, este malagueño de El Palo, con ascendentes hondureños, ha seguido una trayectoria errática (Melilla, Deportivo B, Zamora, Ourense, Vitoria, Granada, Jaén, Cádiz, Albacete, UCAM Murcia) hasta que este verano llegó el Córdoba con un ofrecimiento irrechazable. Al Albacete le pagó medio kilo y a Jona le plantó en la mesa un contrato hasta junio de 2020. La perspectiva de recalar en un club más poderoso, con un buen escaparate mediático, destacada masa social y un objetivo ambicioso, hizo que a Jona se le saltaran las lágrimas de la emoción. Sus primeras declaraciones nada más concretarse el fichaje fueron emotivas. El Córdoba le presentó como un jugador estelar y el delantero firmó goles en sus tres primeros partidos de pretemporada. En el inicio liguero fue suplente, aunque salió a jugar ante el Cádiz, uno de sus ex. Con los amarillos vivió un ascenso frustrado y con el Albacete, otro ex, un descenso consumado. Este viernes vuelve al que fue su hogar. Entre recuerdos y una misión: ganar.

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