El golf, una devoción imparable en Córdoba
El Real Club de Campo, epicentro de la expansión con una cantera cada año más prolífica | La celebración de los Juegos Olímpicos puede ser un trampolín para que muchas personas se interesen y conozcan este deporte
Hace ya más de cuatro décadas que comenzaba la relación entre Córdoba y el golf de la mano del Real Club de Campo. Por aquel entonces, y con solo nueve años, Félix Ortiz ya daba su primeros hierros en el corazón de Sierra Morena. Hoy en día es uno de los maestros-profesionales encargados de enseñar y hacer progresar a todo aficionado y nuevos talentos de este deporte.
Un crecimiento que sigue al alza. Tal y como señala Ortiz, en el primer semestre de 2016 “se habrán dado de alta unas sesenta licencias para ganar cerca de un centenar de practicantes que vienen a tirar bolas”. Y este aumento exponencial se debe en gran medida a la apertura del club hacia la ciudad. “Creo que antes había mucho desconocimiento y poca información del golf, que es más accesible de lo que podía imaginar el aficionado, tanto a nivel económico como a la hora de practicarlo”, subraya el golfista.
Además, la cantera del Real Club de Campo sigue dando sus frutos, lo que abre aún más el abanico de jóvenes interesados en esta disciplina. “Para ver los resultados reales de los chavales hay que esperar más tiempo, pero se va por el buen camino. Pronto tendremos jugadores a nivel nacional”, afirma Ortiz. Un talento que seguirá los pasos de los hermanos Marcos y Victor Pastor, y que ya tiene nombres propios como José María Alberti, Falete Navas, José Manuel Ortiz, Miguel Ángel Crespín o Fernando Concha. “Pueden llegar a tener un gran nivel de juego como Carmen Belmonte, que sigue a un nivel alto pese a que el cambio de categoría por su edad le haya hecho más duro este año, pero en Andalucía y España hay mucho nivel entre las infantiles”, apostilla el profesional.
Se espera que los Juegos Olímpicos sean una nueva lanzadera para este deporte, aumentando el número de aficionados a nivel mundial, y reduciendo al mismo tiempo “esa etiqueta de deporte elitista que arrastra”, matiza Ortiz.
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