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“Mi virgencita de Luna”: ‘Carmonilla’ y los años dorados del Villanueva

'Carmonilla', ante la placa con su nombre en el estadio de Villanueva

Rafael Ávalos

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De todo aquello ahora sólo queda el recuerdo. La memoria permite la continuidad en el tiempo de momentos únicos. Muy especialmente, uno de ellos. Es el histórico ascenso a Segunda B en la temporada 2004-05. Aunque en tiempos peores, los mejores suelen generar nostalgia. Y más aún cuando la situación, en general, es la más negativa tras décadas. Pero es igualmente importante la ligazón con la historia por mucho que los años se sucedan. Incluso cuando el motivo de la mirada atrás es triste. Desde el lunes la provincia está huérfana de un personaje tan único como incombustible, al que sólo la voracidad de la vida le agotara la gasolina -o el gasoil, o lo que se quiera-. Todavía mayor es el sentido de pérdida en Villanueva de Córdoba, que quizá en esta situación recobre la sonrisa por un instante de sus años dorados en fútbol. Una época que, sin duda, jamás hubiera sido lo mismo sin Bartolomé Carmona Carmonilla.

El lunes llegó la despedida a un hombre enamorado de su tierra natal, tanto como de su comarca. Eran Villanueva de Córdoba y Los Pedroches, respectivamente, lugares en que surgía como una figura relevante. Sin necesidad de títulos, de un egocentrismo sempiterno pero al alza en la actualidad, de sumas desorbitadas en la cuenta corriente o, simplemente, de enorme fama, por más que eso suponga eso de “que hablen de ti, aunque sea para mal”, Carmonilla dejó una huella imborrable. Lo hizo gracias al fútbol más auténtico, ése al que la inmensa mayoría no le interesa lo más mínimo. ¿Qué hay más allá del Real Madrid o el Barcelona? Pues muchísimo, y disfrutarlo o sufrirlo con pasión resulta más grato o difícil que la conquista o no de una Champions League. Y como si la hubiera ganado el club de su vida gozó y lo contó como nadie un ascenso a Segunda B. El bronce era oro para él.

La grandeza de las simples cosas lo era para él por la nobleza de su corazón. Pero… Fue un 26 de junio de 2005 cuando contó lo quizá nunca imaginó. Ese día ascendió a Segunda B el CD Villanueva, extinto menos de un lustro después, al que había ligado su existencia -al igual que a su pueblo-. El conjunto de Los Pedroches marcó un hito al vencer al Torredonjimeno en la vuelta de la final del play off, que comenzó con un 2-4 de incalculable valor. Ocurrió después de dejar en la cuneta, como se suele decir, al Moralo en la primera ronda de la promoción. “Gol, gol, gol del Villanueva”, es lo que se viene a la mente al recordar aquella gesta. Aunque su ele era una erre: “Gor, gor, gor”. Ese partido lo cerró desbordado de emoción, si bien los sentimientos le afloraban en cada segundo, en cada acción de cualquier encuentro. Carmonilla era así, diáfano en su proceder, también en Radio Luna, y con sus sentimientos.

Su voz terminó de apagarse el lunes, si bien va a perdurar en el oído de todo el que tuvo oportunidad de escucharle. No eran narraciones propias de un periodista las que hacía pues apenas tenía estudios. Y al tiempo eran tan vibrantes como las realizadas por las grandes figuras nacionales. Al fin y al cabo, la bondad y el amor, y no sólo a las personas sino a la patria chica y los ideales, no se aprenden en la universidad. Por tal motivo, Bartolomé Carmona fue esencial en la historia reciente de una Villanueva de Córdoba en que vio la luz entre convulsiones -nació en 1937, en plena Guerra Civil- y de su fútbol. Peinaba cabello blanco y cada vez menos y a la vez era más joven que quienes realmente lo eran. El fervor por su gente, la gente en general, y su tierra natal, con todo en un pack, le restaban años. Además, la felicidad, cuando es plenamente sincera, no conoce de edad.

Y Carmonilla pudo narrar los años dorados de su CD Villanueva, en que lo fue todo y más. Futbolista, entrenador, presidente y lo que fuera menester. Contó ese ascenso a Segunda B como antes había transmitido el salto a Tercera y vivió los mejores días del club, ya en la categoría de bronce y durante dos cursos, antes del fin. ¿Un derbi ante el Córdoba? Lo vio y lo trasladó en la radio de una localidad que quiso reconocerle como merecía en 2016. Entonces, el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba rebautizó al nuevo estadio, el que sustituyó al viejo San Miguel, con su nombre. Otra vez fue el hombre más feliz del planeta. Aunque ya no llenara las ondas hercianas con su peculiar sello. “Mi virgencita de Luna”, repetía con cada tanto del equipo o cuando deseaba que llegara, en los instantes de dicha y en los complicados. La patrona de su localidad -también de Pozoblanco- aparecía cada dos por tres, lo que servía al oyente, fuera creyente o no, para ver lo que sólo oía. El lunes, Bartolomé Carmona cantó su último gol. Seguro que fue con el latiguillo inolvidable: “Mi virgencita de Luna”.

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