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Ecos de Tokio: casi un siglo de olimpismo con sello cordobés (I)

Francisco Jiménez-Alfaro, en una competición.

Rafael Ávalos

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Es verano de 1960. La televisión aún no tiene cuatro años -que cumple en octubre- en España. De hecho, son pocos los hogares que todavía cuentan con el aparato. Son los primeros años de visionado compartido con vecinos o amigos. Agosto acalora como es habitual, sobre todo en Córdoba -aunque menos que hoy en día-. Entre temperaturas altas y periódicos en blanco y negro, las miradas se dirigen a un lugar lejano. La vista está puesta en Roma, al menos por parte de los grandes amantes del deporte. Porque la capital de Italia alberga en estas fechas una nueva edición de los Juegos Olímpicos. Y en la cita se encuentra una deportista de la provincia, por mucho que su nombre y apellido haga parecer que no. Mary Shaw representa los intereses cordobeses dentro de la competición de esgrima y se convierte en la primera mujer también de Andalucía en acudir al mayor evento deportivo del mundo. No suena por primera vez su historia, que ya se escuchara -leyera en realidad- en estos ecos de Tokio. Con todo, ella no es pionera a nivel general pues el origen de la historia está en 1928.

Casi un siglo de olimpismo con sello cordobés, en efecto, se cumple este año. Son 92, para ser más exactos, los que han transcurrido desde la primera representación de la provincia en unos Juegos Olímpicos. Desde que en 1896 Atenas alumbrara la cita en su etapa moderna hubo que esperar en este sentido hasta finales de la década de los veinte del siglo XX. Sí, fue en 1928 cuando Córdoba tuvo presencia en el evento, que entonces se celebró en Ámsterdam. La capital de Países Bajos se convirtió en centro mundial del deporte y allí acudió Armando Alemán. También lo hizo, y debe ser citado, Francisco Jiménez-Alfaro. El primero, natural de Priego de Córdoba, se desplazó a la ciudad neerlandesa para competir en esgrima. El segundo, nacido en Las Palmas de Gran Canario pero afincado en Montilla, viajó para participar en hípica.

Tanto el tirador como el jinete fueron los primerísimos de una lista que crecería con los años, aunque de manera lenta hasta 1968. De vuelta a Ámsterdam, Armando Alemán no tuvo demasiada suerte pues cayó eliminado en la primera ronda del campeonato de florete en categoría masculina. No mucho mejor le fue a Francisco Jiménez-Alfaro, que además de tener corazón montillano tenía ascendencia de la provincia. No en vano, su madre, Manuela Alaminos, era cordobesa. Lo cierto es que tuvo que abandonar tanto en la competición individual como en la disputada por equipos -el Ejército español en esa época- de su disciplina. Tras la participación de ambos en Países Bajos, Córdoba no disfrutó de representación en unos Juegos Olímpicos hasta dos décadas después.

Ocurrió en 1948, así es, y el escenario fue nuevamente europeo. Londres fue la sede de aquella edición de los Juegos Olímpicos, en la que el deporte de la provincia contó con José Amador Alonso. Militar de carrera -como capitán de infantería- y nacido en la localidad de Montalbán se desplazó a Inglaterra para competir en tiro olímpico, dentro de la modalidad de precisión y más concretamente en pistola velocidad 25 metros. Su clasificación final fue un cuadragésimo sexto puesto. Doce años después, ya en 1960, en el verano que diera inicio a estos ecos de Tokio, Mary Shaw, auténtica pionera de Córdoba y Andalucía, participó en el torneo femenino de esgrima -de florete- en Roma. De nombre María del Rosario Shaw Martos, con padre británico y madre rondeña, la tiradora se vio eliminada en la primera ronda. Aun así, su nombre quedó grabado para la posteridad al ser la primera cordobesa y andaluza que fue a una cita de este tipo.

Y sin embargo no fue una pionera en plano global. Como tal se tiene oficialmente, y en realidad lo es, pero otra mujer tuvo ocasión de participar en una cita olímpica muchos años antes. Lo que sucede es que lo hizo en unos Juegos de Invierno, concretamente en su cuarta edición. En 1936, con España en plena Guerra Civil y Alemania bajo el yugo de Adolf Hitler, Garmisch-Partenkirchen fue escenario del evento. En los Alpes Bávaros fue, precisamente, donde Ernestina Maenza compitió en esquí alpino, en la prueba combinada. Natural de Lucena, la deportista no pudo concluir. Pero los Juegos Olímpicos son una historia diferente, en la que hasta 1968 se contabilizaron apenas seis cordobeses o ligados a Córdoba. Los dos últimos, que cierran esta primera lista, fueron Rafael Jaén Cone y Rafael Alcaide Crispi.

Los dos futbolistas, nombres propios del Córdoba, acudieron a México 68’, como es lógico, como integrantes de la selección española de fútbol. Tanto Cone como Crispi, este último nacido en Sevilla pero cordobés de pura cepa -crecido en la ciudad tanto personal como deportivamente-, militaban entonces en el conjunto blanquiverde. Ya habían debutado, de hecho, con el primer equipo aquel verano a punto de encarar su séptima temporada consecutiva en Primera. Ambos se despidieron el país americano tras cuartos de final de la competición, ronda en la que cayó el combinado nacional. El adiós de España se produjo al perder, precisamente, ante el equipo anfitrión por 2-0. Antes, la fase de grupos se saldó con el liderato gracias a dos triunfos ante Brasil (1-0) y Nigeria (3-0) y un empate ante Japón (0-0).

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