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ASOBAL
La sangría defensiva frena en seco las aspiraciones del Cajasol Ángel Ximénez

Lance de un duelo del Ángel Ximénez

Alejandro Jiménez

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El Cajasol Ángel Ximénez de Puente Genil vive instalado en una paradoja constante que amenaza con amargarle el final de la primera vuelta. A simple vista, la clasificación muestra al equipo en una cómoda octava posición con 10 puntos, viviendo en esa zona tranquila que es el objetivo primordial del club. Sin embargo, si se rasca la superficie, los datos revelan una tendencia preocupante: el equipo de Paco Bustos ha entrado en una espiral negativa de resultados, sumando cuatro derrotas -tres de ellas ante equipos de la zona alta- en sus últimos cinco compromisos. Una mala racha que tiene un culpable claro y estadístico: una fragilidad defensiva que está anulando todo el talento que el equipo derrocha en la portería contraria.

Las cifras no mienten y dibujan a un equipo con dos caras opuestas. En la faceta ofensiva, el Ángel Ximénez es una auténtica apisonadora. Con 372 goles a favor en doce jornadas, el cuadro pontanés ostenta el quinto mejor ataque de toda la Liga Nexus Energía Asobal, codeándose con trasatlánticos como el Barça, el Logroño, el Bidasoa o el Granollers. El equipo tiene gol, tiene ritmo y es capaz de plantear partidos a tumba abierta contra cualquiera, rozando la excelencia en la finalización. El promedio es claro: 31 goles en contra que deberían de haber valido más puntos. Pero esa valentía se torna en suicidio cuando toca defender el arco propio.

La realidad es que la “manta corta” deja al descubierto las vergüenzas atrás. El Ángel Ximénez ha encajado hasta el momento, al término de esta duodécima jornada, un total de 398 goles, convirtiéndose en la segunda defensa más goleada de la categoría, superando únicamente los registros del colista en este ámbito, Bada Huesca (403). El promedio es demoledor: los de Puente Genil reciben más de 33 goles por encuentro. La herida se ha hecho más profunda en las últimas semanas, donde el equipo ha encajado marcadores de balonmano de otra época: 41 goles del Barça, 42 del Logroño y, más dolorosamente, 39 del EON Alicante en la última jornada.

Esta dinámica de intercambio de golpes obliga al equipo a una exigencia ofensiva casi imposible de mantener cada fin de semana. Para ganar, el Ximénez necesita rozar la perfección en ataque, como ocurrió en la victoria ante Huesca (37-36). Pero cuando la puntería baja un ápice, o el rival impone su físico, el sistema se cae. La reciente derrota ante un Alicante que llegaba en horas bajas y como rival directo ha encendido las luces de alarma, no tanto por el peligro de descenso -que sigue lejos- sino por la sensación de vulnerabilidad que transmite el bloque defensivo, y la tendencia negativa con la que se llega al final de esta primera vuelta del campeonato.

Con el hito histórico de los 10.000 goles en Asobal a la vuelta de la esquina (9.951 suman en la actualidad tras el último duelo), el reto inmediato para Paco Bustos en este tramo final de año ante Valladolid y Villa de Aranda es evidente: echar el cerrojo. Si el Ángel Ximénez logra frenar esta sangría y equilibrar sus prestaciones atrás, tiene argumentos de sobra para mirar hacia arriba ante dos rivales con realidades muy distintas, que pueden ser una gran piedra de toque; de lo contrario, la espectacularidad de su ataque servirá de poco si cada partido se convierte en una ruleta rusa donde el rival siempre tiene una bala más en la recámara.

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