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El Cajasol Ángel Ximénez se abona a la épica y prolonga su estado de gracia

Lance del duelo entre el Ángel Ximénez y el Bada Huesca

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Este Cajasol Ángel Ximénez está en racha, y parece que le ha cogido el gusto a ganar sufriendo. El conjunto pontanés prolongó este viernes su particular estado de gracia al sumar su cuarta victoria en las últimas cinco jornadas, esta vez doblegando por la mínima (37-36) a un combativo Bada Huesca en un partido de infarto. En un auténtico festival ofensivo donde las defensas brillaron por su ausencia, los de Paco Bustos demostraron tener el corazón y la puntería necesarios para amarrar dos puntos de oro en el Alcalde Miguel Salas.

La victoria, sin embargo, tuvo que cocerse a fuego lento y empezó con el Ximénez a remolque. Fue el Bada Huesca quien marcó el territorio de salida, con un Frank Cordiés estelar (9 goles) que castigaba una y otra vez la portería local. Los oscenses tomaron ventajas de hasta tres goles (3-6, 8-11) y dominaron con una autoridad que hizo saltar las alarmas. Pero este Cajasol Ángel Ximénez tiene carácter. Lejos de descomponerse, reaccionó antes del descanso de la mano de un Paco Bernabeu (7 goles) que se echó el equipo a la espalda para igualar la contienda (16-16) sobre la bocina.

Tras el paso por vestuarios, el partido se convirtió en un “correcalles” delicioso para el espectador y agónico para los entrenadores. Fue un intercambio de golpes constante, un duelo de pistoleros donde cada equipo respondía de inmediato al tanto rival. El marcador avanzaba a una velocidad de vértigo (22-22, 25-25, 31-31) en una anarquía ofensiva total. Por el Huesca, Ignacio Suárez (9 goles) tomaba el relevo de Cordiés, mientras que en el cuadro pontanés, Mario Dorado (7 goles) y Daniel Serrano (5 goles) mantenían el pulso.

La locura llegó a su clímax en los últimos cinco minutos. Con 33-32 en el marcador, el Ximénez consiguió una renta de dos goles que supo administrar con más corazón que cabeza. A falta de 90 segundos, Paco Bustos pidió tiempo muerto con 36-35. La jugada acabó con un latigazo de Daniel Ramos que ponía el 37-35 a falta de 21 segundos. Parecía la sentencia, pero Huesca anotó en un suspiro (37-36) y el pabellón contuvo la respiración durante diez segundos que se hicieron eternos.

No hubo tiempo para más. La bocina sonó y certificó una victoria épica que afianza al Cajasol Ángel Ximénez en la zona tranquila de la clasificación, incluso permitiéndose el lujo de mirar de reojo la zona noble de la tabla. Ya no es una victoria aislada, es la confirmación de una dinámica. Un triunfo que demuestra que este equipo sabe sufrir, sabe competir y, lo más importante, ha aprendido a ganar, incluso en las noches más locas.

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