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Azul y negro, 50 años después

Formación del Recreativo Oscus en 1980.

Paco Merino

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De 17 de la calle Valladares a La Asomadilla. Cincuenta años de vida y milagros, si así consideramos las peripecias, renuncias y desafíos que conlleva el funcionamiento de un club deportivo. Son miles los futbolistas que han ido pasando a lo largo de cinco décadas por una entidad que ha tenido cientos de técnicos, decenas de colaboradores, dos denominaciones oficiales... y un solo presidente. Su fundador, Rafael Jaén Carmona (Córdoba, 1948), permanece al frente de un proyecto que ahora está inmerso en un proceso de renovación para afrontar los retos del futuro. Porque el Deportivo Córdoba, ya alcanzada la madurez, mantiene el latido de un corazón joven.

Los orígenes hay que buscarlos en 1966, cuando un grupo de amigos se reunían en el centro de la Obra Social y Cultural Sopeña (Oscus). Allí se citaban para estudiar, montar tertulias y divertirse. Uno de aquellos jóvenes, Rafael Jaén Carmona, lanzó una idea que a todos les pareció atractiva. ¿Por qué no montar un equipo de fútbol federado? El conjunto amateur ya había dado profundas muestras de su potencial en distintos torneos amistosos y campeonatos no oficiales. Parecía que había llegado el momento de dar cuerpo a aquella aventura. Así, un 10 de junio de 1967 se crea oficialmente y federa el Recreativo Oscus Club de Fútbol, el germen del futuro Deportivo Córdoba.

“Era otra época. Hoy el niño que quiera jugar tiene un club al lado de su casa. Antes no era así. Te ibas a los llanos con los amigos y tal. Ellos mismos no sabían la calidad que tenían. Yo los veía mejores que los que jugaban en los campos del Puga, Lepanto o Electromecánicas, que eran los que había entonces. Entonces se me ocurrió ir el lunes siguiente a hablar con la directora de la academia Oscus y comentárselo. Le dije que me gustaría que ese equipo lo metiéramos en las competiciones de la Federación con el nombre del centro. Me dijo que sí, que le gustaban las personas jóvenes y con iniciativa, pero que aquella era una obra social muy pobre y que no tenían dinero para dar. Entonces gente como Salcedo, Sebastián, Paco Ruiz… nos pusimos en marcha. Federamos al equipo y yo tuve que empezar a buscarme la vida”, relata Rafael Jaén sobre los primeros pasos del club en una entrevista en Cordópolis.

El equipo participó en la temporada 67-68 en el campeonato de Tercera Regional, clasificándose en tercer lugar del grupo tercero y ascendiendo al segundo. Entre aquellos pioneros del azul y negro destacó José Navarro Molero, que fue el primer futbolista que estampó su firma en la ficha del club y que en la temporada 92-93 recibió el reconocimiento de la entidad con la imposición de la insignia de oro del club en las bodas de plata de la entidad. Dos de los hijos de Navarro vistieron después la misma camiseta que su padre.

Durante esos primeros años se mantenía una gran unidad entre la plantilla, cuadro técnico y junta directiva. No sólo se “vivía” del fútbol, sino que eran numerosas las actividades que se desarrollaban. Aquel grupo de amigos aprovechaba el máximo el tiempo para, a la vez que llevaban adelante sus obligaciones académicas, montar certámenes culturales y recreativos. Son muy recordados los bailes en el salón de actos del centro, las obras de teatro, los concursos, las chocolatadas, las fiestas de Navidad y Reyes, excursiones (Almería, Valencia, Sevilla, Valencia, Zaragoza, Roma...), ciclos de conferencias, tertulias, convivencias, peroles, cursillos de cristiandad y, sobre todo, aquella caseta en la Feria de Mayo cordobesa que siempre sobresalía por su gran ambiente.

Esa idea de ir más allá del deporte, de dar una dimensión humana a la labor formativa de los jóvenes, ha sido siendo un sello para el club que preside desde hace ya cinco décadas Rafael Jaén. Adaptándose a los tiempos, el Deportivo Córdoba se mostró preocupado siempre por disponer de un grupo de directivos muy dinámico, favoreciendo la participación de padres y educadores, con el fin de que el fútbol sea un peldaño más en la formación integral de los chavales.

Para la historia queda ya la primera junta directiva del club, que estaba formada por: Rafael Jaén Carmona, presidente; Antonio Salcedo Bejarano, delegado de actividades; Francisco Ruiz López, secretario; Rafael Román Villén, tesorero; y Miguel Ruiz González, Rafael Trenas, Fernando Ruiz López, Juan Díaz Zafra y Francisco Serrano Segovia, vocales. Por aquellos años, además, se estilaba tener dentro de las asociaciones a señoritas o señoras que engalanaban con su presencia y ayuda sorda los momentos más entrañables del colectivo. Entre aquellas presencias femeninas, bautizadas como madrinas del club, destacaron María Luisa Blanco, María Jesús Martín Artajo y Carmen Gutiérrez Morales. Igualmente, las directoras del centro Oscus (las señoritas Mari de Miguel, Sacramento, María Teresa y Pepa) tuvieron una labor fundamental en la puesta en marcha del club y su desarrollo, que en un principio completó la sección de fútbol con otras de balonmano, tenis de mesa, ajedrez y fútbol sala.

El recinto de juego del club fue, durante la mayor parte de su historia, el Colegio Virgen del Carmen. En aquel campo de chinos se forjaron durante muchos años talentos del fútbol local que se sobreponían a las dificultades del escenario. En otros lugares tenían el privilegio del albero. ¿Césped? Había jóvenes que a los 18 años ni siquiera habían pisado esa superficie. Las dificultades para llevar adelante un programa de entrenamientos y de partidos para un número creciente de equipos llevaron al club a un peregrinaje por terrenos como los campos de Enrique Puga, San Eulogio, el patio central del Seminario Diocesano, el Colegio La Aduana, el llano de Martorell en El Brillante, el cine de verano Fuenseca... En su época moderna, las instalaciones deportivas municipales de La Asomadilla se han convertido en su hogar fijo.

Un momento clave en la historia del club llegó con el cambio de denominación. Fue en 1987, veinte años después de su fundación. A partir de esa temporada 87-88 pasó a denominarse definitivamente Deportivo Córdoba, dejando atrás la etapa como Recreativo Oscus. Ese cambio fue parejo a una mayor independencia del club, que pasó a ser privado, al tiempo que se entraba en una nueva era. Pero siempre manteniendo la esencia formativa que impregnó el proyecto pionero de Rafael Jaén.

Más de ocho mil personas, entre deportistas, entrenadores, directivos y colaboradores han pasado durante estos cincuenta años por una institución clásica en Córdoba, cuya presencia resulta imprescindible para entender la evolución del fútbol en la provincia. En el imaginario azul y negro hay nombres de futbolistas que llegaron a jugar en categoría nacional. Son los casos de Antonio Rubio, Francisco Javier Cebrián, Rafael Toledano, José Antonio Leiva, José Antonio García, Miguel Ángel Morales, Raúl Álvarez, Javier Álvarez, Agustín, Hidalgo, Muñoz, Dalmau, Paco Baena, Coco, Carrasco, Cerrato, De Haro, Pino, Cost, José Luis, Muñoz González, Vavi, Villegas, Sepúlveda, Rojas, Pedro, Manolo, Diego, Ocaña, Del Pino o Pablo, entre otros muchos. Y en esta historia no falta un toque femenino en el césped. Rocío Gálvez es la mejor futbolista cordobesa en la actualidad y, con los números por delante, la más destacada de todos los tiempos nacida en la ciudad. Juega actualmente en el Atlético de Madrid, donde se ha proclamado campeona de Liga. Fue la primera futbolista cordobesa en jugar la Champions League femenina y ha sido internacional en todas las categorías con La Roja. ¿Dónde empezó? Efectivamente: en el campo de La Asomadilla defendiendo los colores del Deportivo Córdoba, un azul y negro que cumple 50 años repletos de historia... Y los que le quedan.

El inolvidable Ciudad de los Califas

Hubo un tiempo en el que presenciar partidos de juveniles en verano era considerado un lujo para la afición futbolística cordobesa, que convirtió al Ciudad de los Califas en una cita de culto. Durante treinta y dos ediciones, desde 1980 hasta 2011, el estadio El Arcángel (y años después la mayoría de los campos de césped de la provincia) albergó un certamen juvenil que ofrecía ramalazos de placer para el paladar de los seguidores. Desde 2011, la historia se terminó. Se celebró entonces la última edición sin saber que después no habría más. De hecho, en 2012, el organizador -el club Deportivo Córdoba- se quedó con el cartel en la mano: estaban apalabrados el Real Madrid, el FC Barcelona, el Sevilla FC y el Córdoba CF. El club blanquiverde fue el único participante que jamás perdió su sitio. Estuvo siempre ahí, hasta el final. Aquel verano de 2012, la crisis económica (y seguramente la falta de sensibilidad de muchos que pudieron hacer algo más para sostenerlo en pie) se tragó al trofeo futbolístico más emblemático de la ciudad. Nunca ningún certamen había alcanzado tal longevidad. Del Ciudad de los Califas, seis años después, sólo queda el recuerdo y la tibia esperanza de poder recuperarlo algún día. ¿Será posible? No lo descarten.

Rafael Jaén Carmona, creador del torneo, permanece al pie del cañón como presidente del Deportivo Córdoba y aún alberga el sueño de poder ver cómo renace de sus cenizas un torneo al que en ocasiones ha calificado como “un hijo”. El Ciudad de los Califas tuvo como último campeón al Córdoba. El equipo blanquiverde derrotó en aquella última edición al Real Madrid en el primer cruce y al Benfica en la gran final. Aquella generación fue la mejor en décadas, con hombres que luego destacaron como Bernardo Cruz, Fede Vico, Sillero, Dani Espejo, Morante, Rafa Gálvez… El torneo de Los Califas permitió durante más de tres decenios a los aficionados chequear el potencial del primer equipo juvenil del Córdoba con rivales de la élite nacional. El más clásico fue el Real Madrid, que acudió a 26 ediciones y fue campeón en 18 de ellas. El capitán blanco que más veces levantó el trofeo fue, curiosamente, un cordobés: José Alberto Toril Rodríguez. El mediocampista de Peñarroya, integrante durante tres años del conjunto juvenil blanco -al lado de talentos como Alfonso, Urzaiz, Cañizares…-, terminó actuando en Primera División y entrenando, ya retirado, a una extraordinaria hornada en el juvenil madridista.

El Ciudad de los Califas fue el escaparate de los productos más sobresalientes de la cantera local, pero también el escenario en el que dejaron destellos futbolistas a los que luego los aficionados siguieron su trayectoria, inevitablemente, por televisión. Barcelona, Atlético de Madrid, Betis, Sevilla y Valencia enseñaron el poder de su cantera, casi siempre a la sombra de un Madrid que tenía su comparecencia en Córdoba como un compromiso fijo. En el banquillo blanco llegaron hombres como José Antonio Camacho, Valdano, García Remón o Rafa Benítez. También el Barcelona, que se incorporó a mediados de los noventa, creó una alta expectación. El primer derbi Madrid-Barcelona se disputó en Lucena y congregó a más de dos mil aficionados. Ganó el Real por 1-0 a un Barça en el que figuraban Arnau, Albert Celades, Xavi Moro, Toni Velamazán, Óscar Arpón y Javi Moreno. En la formación madridista, el líder en el centro del campo era Movilla.

En la última etapa de Los Califas se produjeron episodios sonados… con efecto retardado. Pocos podían suponer hasta dónde iba a llegar aquel mediapunta delgadito que apareció con la camiseta del Barcelona en la edición de 2004. Era el primer partido que iba a jugar de blaugrana. Le habían fichado desde el San Isidro, con el que había debutado en Tercera a los 17 años, y sus cualidades impresionaron a los ojeadores del Barcelona en el Torneo de Adeje. El chaval salió a disputar la final ante el Córdoba, que había dejado atrás al Valencia. El cuadro culé, entrenado por el mítico Asensi, había noqueado a su eterno rival, el Real Madrid, en el primer cruce (1-0). Pero el chico de Tenerife no intervino. Cuando le tocó salir al césped estuvo deslumbrante. De sus botas salió el primer gol de la cuenta del Barcelona, que se impuso por 1-4. Aquel chaval se llamaba Pedro Rodríguez Ledesma y aún le llamaban Pedrito. El internacional ganó su primer título con el Barcelona en El Arcángel. Luego llegarían todos los demás. Y todos son todos. Son las historias del Ciudad de Los Califas, un trofeo legendario que se fue… ¿para no volver?

“Yo diría que está hibernando. Lo paró la crisis. Ésta está desapareciendo, pero Los Califas sigue ahí. Ha habido algún político que me lo ha insinuado y yo ya le he dicho cómo lo veo: no tengo ningún problema en organizarlo, ninguno. Pero ojo: lo organizo. Ni cobro ni pago. Si queréis poner taquilla, la ponéis. Si no, pues no la pongáis. Yo me ocupo de las gestiones con los clubes, de la reserva de viajes, de los hoteles, de los arbitrajes, de todo lo que es la organización. Sin tocar el dinero. No quiero nada. Ni subvenciones ni nada. Si quieren, yo lo hago. O igual ven a otra persona que lo pueda hacer mejor. Yo me ofrezco por mi experiencia y mis relaciones para volver a sacar Los Califas, pero en esas condiciones: lo hago todo menos cobrar y pagar. Yo intentaré traer los mejores equipos que hay”, ha explicado Jaén sobre el -improbable pero no imposible- renacimiento de un torneo que marcó a varias generaciones de amantes del fútbol en Córdoba. Llegar a los 50 años parece un buen motivo para preparar el regreso.

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