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El ardiente cumpleaños del Córdoba más ilusionante

Abel Gómez | ALVARO CARMONA

Rafael Ávalos

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El club elebra su 60 aniversario con la magia de Fede Cartabia y la esperanza de una afición que piensa ya en Primera

Pasan quince minutos de las diez de la noche. Aparecen las primeras sonrisas de las muchas que se esperan en los próximos meses. Un aplauso generalizado corresponde al saludo que unos cuantos hombres, vestidos de blanco y verde, realizan desde el centro del escenario. Es el final de la gran fiesta. Aunque realmente se trata sólo del inicio. Es el comienzo de un tiempo marcado por la ilusión, que invade por igual a mayores y jóvenes. Todos en compañía de quienes en su infancia conocen el secreto de un teatro que aguarda las mejores interpretaciones de las últimas cuatro décadas. Los focos iluminan las tablas, que en esta ocasión no son otra cosa que césped. Los actores también sonríen. Atrás queda el feliz estreno de una compañía que interpreta cada vez con mayor soltura. Pero es sólo un ensayo más para el puñado de funciones previstas para el final de agosto. Sin embargo, a la vez, también significa el broche perfecto a una jornada inolvidable. No todos los días se cumplen 60 años.

El jolgorio no cesa en El Arcángel, donde cada cual regresa a su asiento. El Córdoba cumple 60 años y lo celebra en su casa, con su gente. Y con un calor sofocante. Media hora sobre las siete de la tarde, el sol aprieta sin piedad. Quizá por ese motivo sean pocos los valientes que se reúnen en las gradas del coliseo ribereño. Uno a uno, los futbolistas que afrontan el reto de Primera hacen acto de presencia sobre el terreno de juego. Los aficionados llegan en un goteo incesante, pero aún restan muchos para que el estadio presente el aspecto que merece la ocasión. Tras la foto de familia, en el centro del campo, suena el himno. No se canta, pero sí se siente. Los grandes lo van a escuchar de viva voz dentro de no mucho tiempo. La hora de la función está cada vez más próxima, pero antes toca encender las velas. Y soplar. Comienza el espectáculo de pirotecnia.

Los cohetes que se lanzan dibujan estelas de color en el aire. Pero, sobre todo, están a punto de prender una mecha que ya arde con fuerza. La dinamita explota en el acto segundo. Después de uno primero más sencillo, poco atrayente, el que viene tras el descanso es mucho mejor. En escena aparecen algunos de los intérpretes llamados a protagonizar la esperada obra. Uno tiene acento argentino. Es pequeño, pero sabe lo que se hace. Las miradas del público se dirigen a Fede Cartabia. Toma la palabra, que esta vez es el toque preciso del balón. Apenas cuatro minutos sobre el escenario le bastan para levantar al cordobesismo. Parece un mago y magia hace. Recoge un rechace y sin pensárselo manda el esférico al lugar en que el guardameta rival no la puede alcanzar. Es el primer gol del Córdoba de Primera en El Arcángel. La fiesta toma fuerza. La función cobra ritmo. El prestidigitador llegado de Valencia se estrena con una obra de arte.

Al tiempo, el Raja Casablanca asiste a la celebración por momentos como un invitado poco molesto. Eso no puede ser. Y el conjunto de actores que dirige Albert Ferrer quiere más. El teatro atiende expectante cada movimiento de los hombres de la línea de tres que acompaña a Havenaar, el intérprete japonés con rasgos europeos. De Países Bajos más concretamente. La acción definitiva tiene el sello de Fidel. Es el onubense quien rubrica el triunfo blanquiverde desde el punto de penalti. Mientras, en la grada no cesan los comentarios cargados de ilusión. Queda mucho por hacer, pero el aniversario termina como no puede ser de otra forma. Sonrisas y esperanzas de disfrutar más que padecer. La pirotecnia argentina prende la mecha.

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