Un árbitro expulsa al público en La Asomadilla
Erradicar los comportamientos violentos en los recintos deportivos se ha convertido, más que nunca, en una prioridad. En los últimos tiempos el foco se ha puesto en las gradas, donde el comportamiento del público -normalmente familiares y amigos de los jugadores- está siendo examinado desde los propios clubes y desde el estamento arbitral, que está cumpliendo con celo la normativa. Este domingo se produjo en las instalaciones de La Asomadilla un episodio inusual. El árbitro del partido Deportivo Córdoba-Fundación Lucena, correspondiente a la jornada 20 del campeonato de Tercera Andaluza Juvenil, decidió expulsar al público de la instalación cuando quedaban dos minutos para el final.
Con un marcador de 4-2 a favor del equipo local, el colegiado Juan Notario Rodríguez tomó la decisión de ordenar el desalojo del público -según reflejó el mismo árbitro en el acta- por los insultos que estaba recibiendo por parte del sector procedente de la localidad de Lucena. “Es algo que no había visto nunca”, indica Rafa Román, entrenador del equipo deportivista, que se convirtió en involuntario protagonista de un episodio singular. El árbitro detuvo el partido debido a la actitud de esa parte del público y solicitó que acudiera la fuerza pública. Al no encontrar respuesta a este requirimiento por falta de efectivos, llamó a Román. El entrenador del Deportivo ejercía en ese momento también como delegado, pues el encargado de esa función había sido expulsado a la media hora por realizar observaciones al árbitro. “Me tocó ir a la zona de los padres de los jugadores del Lucena y decirles que se salieran de la instalación. Sólo quedaban dos minutos”, relata.
“En principio se mostraron reacios a hacerlo, pero les hice ver que no era el club el que les expulsaba, sino que simplemente yo era un intermediario que les comunicaba la decisión del árbitro. Finalmente, accedieron y pudieron seguir el final del partido desde el exterior. Eran dos minutos y unos tres más de añadido. Afortunadamente no ocurrió nada más. Estaban muy enfadados, eso sí”, manifiesta Román. “No hubo invasión de campo, intentos de agresión ni nada de eso. Fueron insultos, especialmente en la parte final del partido, y el árbitro tomó esa decisión”, apunta el técnico, que resalta que fue un choque “muy intenso y disputado” -los lucentinos marchan cuartos y los deportivistas quintos en la clasificación- pero en el que “hubo deportividad en el campo entre los futbolistas”. El encuentro se enmarañó especialmente al final, después de marcar el Deportivo el 4-2 en el minuto 73. En el último cuarto de hora, el árbitro mostró cuatro tarjetas amarillas (dos por equipo) y decidió frenar en seco la hostilidad de la grada con una simbólica roja al público.
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