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“Me acuerdo de aquel día en el Poli...”

Imagen del interior del Polideportivo de la Juventud, años después de su cierre.

Paco Merino

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“No es solo deporte, es toda una vida”. Lo dice Antonio Reyes, que entró por primera vez en el pabellón siendo un chiquillo y terminó entrenando al Cajasur Córdoba en el que quizá sea el partido más célebre de su historia: una eliminatoria de ascenso a la Asobal ante el Coronas Tres de Mayo en 1989. Han pasado tres décadas desde aquel episodio y Reyes, referencia del deporte cordobés, lo recuerda como si hubiera sido ayer. Lo lleva grabado. Como tantos otros protagonistas que en distintas modalidades experimentaron la sensación irrepetible de ser la referencia de los suyos, el equipo del pueblo.

Los mejores representantes de Córdoba tuvieron allí su hogar en los ochenta. En baloncesto, balonmano, fútbol sala... No era muy grande, ni tenía grandes lujos. A menudo había que esparcir serrín por la pista o poner cubos para las goteras. “Eso era parte de su encanto”, recuerda Miguel Ángel Luque, jugador de baloncesto y uno de los últimos en competir bajo el techo de esta emblemática instalación enclavada en el Sector Sur.

El Polideportivo de la Juventud lleva muchos años cerrado, en ruinas, testigo mudo de la evolución de la ciudad y lanzador de una crítica sin necesidad de palabras: su imagen desvencijada, justo en una de las entradas a la capital, ha sido un mensaje permanente sobre la falta de capacidad en la gestión y de respeto a la historia por parte de quienes debieron acometer hace tiempo alguna actuación. La que fuese. Y no era la de dejar que se cayera a pedazos a la vista de todos. Hace unos días empezó el proceso de demolición del Polideportivo de la Juventud -el Polimecano, el Poli...-, la casa de la gente del deporte y un foro en el que tuvieron lugar hazañas, anécdotas, triunfos épicos y victorias íntimas, campeonatos locales, nacionales y espectáculos delirantes. Ahí van algunos de esos recuerdos, contados por sus protagonistas.

Antonio Reyes: “Era el centro de reunión del barrio”

“Son muchas vivencias allí. Estamos hablando de un periodo que va desde 1966 hasta 1995, casi treinta años. Me acuerdo de haber llegado como alevín de mano de José Trillo, que me metió en el mundo del balonmano. Venía con los amigos. Era parte de mi vida cotidiana”, explica el responsable de la dirección deportiva del Cajasur Córdoba Balonmano.

El veterano deportista, que aún sigue entrenando a equipos de base, subraya el carácter social del Poli: “No era una instalación deportiva solamente, sino el centro de reunión de toda la juventud del barrio. Estaban los Juegos de la Juventud, que desde las cuatro hasta las ocho de la tarde congregaban todos los días a las distintas modalidades deportivas. Pero muchos veníamos antes y nos quedábamos hasta que el pabellón cerraba”.

“Allí se ha forjado la mentalidad deportiva y la vida de muchas personas. En el barrio tenías dos caminois: o ibas al poli, donde había una vida sana y deporte, o te quedabas en la calle con los peligros de otro ambiente. Muchos jóvenes del barrio del Sector Sur nos enganchamos al deporte y eso se ha notado en nuestra vida; otros no tuvieron esa suerte. Es una instalación que hizo mucho bien a la sociedad. La gente del barrio estaba muy vinculada a ese pabellón y ese sentimiento no lo he vuelto a ver jamás en ninguna instalación de Córdoba”, apunta.

Eduardo Burgos: “La pista era de cemento”

“Mis recuerdos se remontan allá por el año 1971. Para mí el Poli -así le llamábamos todos- era como mi segunda casa. Allí nos congregábamos muchos chavales, que aunque había de todos los barrios de Córdoba la gran mayoría éramos del Barrio del Sector Sur y del Campo de la Verdad (Juanjo González, Santi Gisbert, Antonio Millán, los hermanos Cosano, Rochel, Juani Cañete, Jesús Llinares, Santi López, Juan Pedro, los hermanos Doblaré, creo que Tripi también, etc.) y otro gran núcleo de Ciudad Jardín (Enrique Garrido, Antonio Cantillo, Juan García, Abilio, etc)”, recuerda.

Burgos, jubilado como profesor y en activo en los banquillos hasta la temporada pasada, rememora sus años en la cancha. “El equipo en aquella época se llamaba Córdoba OJE, con el paso de los años creo que en la temporada 1974-75 más o menos, se hizo cargo del equipo Andrés López y el nombre paso a ser Juventud de Córdoba. Lo que a la larga fue el equipo conocido por todos como Cajasur Córdoba”, relata.

“Cuando yo empecé a entrenar con el Córdoba OJE, el suelo del Poli era de cemento, no había canastas colgantes y nos duchábamos con agua fría, pero como sarna con gusto no pica lo hacíamos tan contentos y alegres. Recuerdo que terminábamos de entrenar a las once de la noche y tras el entrenamiento era una religión tomarnos juntos una cervecita o un refresco en el bar del Poli”, explica.

Un momento especial llegó con las primeras reformas. “A los dos años o por ahí se hizo una remodelación en el Poli que a nosotros nos pareció extraordinaria: pusieron agua caliente, arreglaron el suelo y pusieron ”cintasol“, instalaron las canastas colgantes y modificaron las gradas, añadieron un espacio en un lateral y en los fondos para colocar gradas móviles, etc.”, manifiesta Burgos, quien se acuerda de los pioneros de la instalación: “El encargado de dirigir el Polideportivo era Pepe Trillo, que todos los días lo abría a las siete de la mañana. Yo lo veía llegar cuando esperaba el autocar de mi colegio. Hubo dos encargados peculiares: el primero se apellidaba Alférez, era muy serio y muy poco hablador, decían que había sido Guardia Civil y yo no sé si era verdad, pero impresionaba. Luego llegó Paquito, que era todo lo contrario, dicharachero y alegre. En cualquier caso, eran como personas de la familia”.

Eduardo Burgos guarda una vivencia personal en el Polideportivo de la Juventud. “Viví muchas anécdotas, pero para mí la que más quedó grabada fue cuando una semana después de morir mi padre jugamos una final de un Torneo que en aquel entonces tenía mucha tradición y en el que participaban todos los equipos seniors de Córdoba capital. La final del torneo, si la memoria no me falla, fue contra el equipo del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Se guardó un minuto de silencio en memoria de mi padre. Recuerdo que todos mis compañeros me arroparon y me dieron muchos ánimos, pero se me quedaron grabadas las palabras de Abilio, que era el capitán del equipo y que me dijo: 'Hoy vas a jugar mejor que nunca'. No sé si fue así, pero sí recuerdo que con el reloj a cero y con empate en el marcador dispuse de dos tiros libres y los anoté los dos. Fuimos campeones del torneo y a mí me dieron la medalla como mejor jugador”.

Tripi: “Cuando colgaron las canastas nos sentíamos como el Madrid”

Ángel Fernández Tripiana estuvo en el Polideportivo de la Juventud como jugador y entrenador. “Se me agolpan un montón de recuerdos, tantos que me bloqueo. Ten en cuenta que lo pisé en 1974 en unos entrenamientos con Jesús Orozco, José Luis Reyes 'El Pipa', Eduardo Burgos, Abilio... Aquello era entrar en otras dimensión. Con esas gradas... Era lo más”, rememora el que fuera jugador en el Juventud desde cadete hasta senior, participando en el ascenso a Segunda, ya con el legendario Andrés López al frente como presidente.

“En el 78 o así le pusieron el cintasol, las canastas colgadas y el marcador electrónico. Nos sentíamos como el Madrid, fue para mí un momento increíble”, dice Tripi, que subraya un episodio vivido desde el banquillo. “Como entrenador, en la temporada 88-89, estuve en el que fue el primer derbi local en la máxima categoría entonces, Segunda. Yo estaba en La Caja Cotuba y en frente estaba el Cajasur con Abilio, que había sido mi entrenador durante muchos años. Fue muy emotivo y... ¡además ganamos!”.

https://www.youtube.com/watch?v=vr6rmgP_L9Y

Domingo Galán: “Estabas arropado y era muy ruidoso”

Domingo Galán fue jugador del Cajasur y del Aquasierra, los dos equipos más representativos del fútbol sala cordobés en los años 80, en los que militaron nombres para el recuerdo como Utanda, Younes o Cuquín. “Este pabellón, para todos los que hemos disfrutado de él, tenía un encanto especial. Cuando se jugaba allí te sentías muy arropado por el público y era muy ruidoso, lo que no les gustaba mucho a los contrarios. Quiero destacar siempre los derbis de Auto Escuela Séneca y Cajasur. Y por supuesto cuando nos visitaba Interviú. Era todo un espectáculo cómo se ponía ese pabellón”.

https://www.youtube.com/watch?v=8og9gdnLy5k

Antonio Vioque: “Le ganamos a la selección de Portugal”

Antonio Vioque fue uno de los referentes del Cajasur, que jugó en la máxima categoría del fútbol sala en los 80. Para él, el Poli está asociado a muchos recuerdos pero a uno en especial. “Para mí un partido que tengo guardado en la memoria es el que jugamos la selección cordobesa contra Portugal. Fue muy bonito. Era la primera vez que se escuchaban los himnos y ganamos 1 a 0 a toda una selección como era y es Portugal espero que te valga este comentario gracias un saludo”, indica.

Miguel Ángel Luque: “Me emociono al recordarme jugando allí”

Miguel Ángel Luque fue uno de los últimos jugadores que compitió en la cancha de La Juventud. Formó parte de la plantilla del Cajasur de baloncesto en la Primera División B en la temporada 92-93, la última antes de la inauguración del Palacio Vista Alegre y la “mudanza” a Ciudad Jardín.

“Se me saltan las lágrimas, qué recuerdos... Me acuerdo de entrenar allí de niño a las órdenes de Juanjo. Veía los partidos del equipo grande y recuerdo la gran rivalidad con clubes como el Bellavista de Sevilla. Luego llegó la etapa más gloriosa de Braden, Morrow, Adams, Gervin... Y Abilio siempre dándolo todo”, dice Luque, que explica que “tenías que llegar una hora antes al pabellón porque no pillabas sitio”.

“Como jugador, aquello era una pasada. Era un pabellón pequeñito, con mucha gente empujando. Espectacular. Recuerdo que cuando llevabas el balón solamente te veías tú y la canasta, como en un túnel. Un sentimiento muy especial, de película. Le ganamos al Cornellá, al filial del CAI Zaragoza... También recuerdo la presentación contra el Cáceres”, recuerda Luque.

“En los post partidos, Cochele -el preparador físico del Cajasur- nos hacía tomar una sauna que había pequeñísima en una de las entradas laterales, al lado del bar. Era un pabellón en el que a la gente le encababa jugar por el parqué, que era fantástico, te permitía jugar muy cómodo. Cuando llovía mucho salían goteras y había que poner cubos, pero ahí estaba su encanto”.

https://www.youtube.com/watch?v=qlKR8xWShdM

Juan Ignacio Rubio: “Había que conocer el terreno y evitar los charcos”

Fue jugador y llegó a ser presidente del Cajasur Córdoba de balonmano durante una etapa de esplendor de la entidad. En el Poli disputaron partidos legendarios.

“Inevitable una primera sensación de nostalgia por revivir, en estos momentos, tantos años de actividad entre las paredes que hoy se derriban. Desde cuando jugar en esa instalación era un privilegio, por ser la única que había en Córdoba, quizá la primera de Andalucía, hasta cuando  hubo que disimular la impotencia por tener que recibir en ella a equipos de élite internacional, poniendo cubetas y toallas para señalizar las goteras y evitar caídas en los entrenamientos. En los encuentros, había que conocer el terreno y evitar los charcos”, indica.

Rubio recuerda el esfuerzo para organizar eventos de primer nivel internacional. “Gestionamos la presencia en ella de lo mejor del balonmano mundial: selección nacional de Cuba -en varias ocasiones-, la más representativa del Balonmano en América; la última selección de la URSS, en pleno proceso de disolución, hasta el punto de que cuando sonó el himno, el entrenador no quería ponerse de pie y lo levantó el ayudante; el Dínamo de Astrakhan, ruso, plagado de figuras emblemáticas; el entonces mejor equipo del mundo Metaloplastika de Sâbac, serbio, de la antigua Yugoslavia, con los míticos Vujovic, Vukovic, Portner, Basic, Isakovic... a los que atendimos con esmero supliendo las carencias pero estableciendo para Córdoba un gran recuerdo de todos que aún perdura como hemos podido comprobar pasados los años”.

Los albores del Poli fueron intensos emocionalmente. “El Polideportivo de La Juventud, con Pepe Trillo de gestor, fue la cuna en la que nació el primitivo Club Ebasur (Escuela de Balonmano del Sector Sur) de la mano de Antonio Reyes, y que, en poco tiempo, pasó a dilucidar su ascenso a la máxima categoría del balonmano nacional.

Muchas horas diarias, durante muchos años, se dedicaron a miles de jugadores -unos 300 por temporada- que, de esto se trata, se formaron en valores como alternativa a otras opciones más peligrosas que darse un golpe haciendo un deporte, de mucho contacto pero tan noble“.

https://www.youtube.com/watch?v=5o9mm5xoGSY

Rubio sigue manteniendo atados los lazos de amistad con esos compañeros de juventud. “Hoy, pasadas decenas de años -más de 50 en mi caso- y los veinte últimos incomprensiblemente cerrada la instalación para la actividad para la que fue creada, los que tanto crecimos en ella mantenemos el contacto, la amistad, buscando buenos momentos en los que recordar la experiencia inicial que la hizo referencia de nuestra juventud y la práctica del balonmano”, afirma.

Para Juan Rubio, “no tiene que quedar en anécdota lo que debe ser una enseñanza; esta debe ser una lección aprendida para quienes tienen la responsabilidad de dotar de equipamiento deportivo”. “No hay excusa para tener una instalación deportiva cerrada, pendiente de acuerdos, por muy complejos que sean los procedimientos y las circunstancias. Un polideportivo en un recinto de educación, convivencia, aprendizaje de vida; de aprender a perder y a ganar. De prevención de enfermedades y base de lo que llamamos cultura, cuando llegan elecciones, sobre todo”, zanja.

Inma Baena: “Cuando jugábamos en el Poli era increíble”

Fue jugadora de fútbol sala en los primeros pasos de las mujeres en el deporte en Córdoba. Inma Baena ha sido siempre una persona vinculada a distintas modalidades, realizando todo tipo de funciones.

“Mi primer partido en una pista de parqué fue allí, en la temporada 1984-85. Pasé de jugar al fútbol en la calle con mis amigos a mi primer equipo femenino de fútbol sala, el Autoescuela Gimbert. Normalmente jugábamos y entrenábanos en cemento/asfalto (colegio Carmen, Fuensanta, Hostal La Lancha, colegios en Fátima), así que cuando de vez en cuando jugábamos en el Poli de la Juventud, eso era increíble. Allí no te raspabas cuando te caías”, dice.

“Luego, ya en mi etapa universitaria (estudié en ETEA), recuerdo haber jugado allí algunas finales del trofeo Rector (fútbol sala y baloncesto). Y también tengo gratos recuerdos de ir a ver algún partido de baloncesto del Colecor, cuando sacaban las gradas de la parte de abajo y estabas literalmente encima de los jugadores”, rememora a propósito de una instalación que ha sido un símbolo de Córdoba y que caerá en pocos días derribada bajo las piquetas.

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