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FRITANGA FANZINE
Vuelve Fritanga, el fanzine punketa cordobés

Paco Tuercas, Jess Carcía y JL Breell, los responsables (penales e intelectuales) de Fritanga

Juan Velasco

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“Si has llegado hasta aquí quiere decir que has sido capaz de abrirme y que sabes leer, y eso ya me llena de felicidad”. Así de amable arranca el último número de Fritanga, el corrosivo fanzine independiente cordobés que está de fiesta estos días. Diez números ha llegado a cumplir esta publicación independiente, a pesar del insoportable hedor a superioridad intelectual de sus creadores.

Paco Tuercas, Jess Carcía y JL Breell son las mentes pensantes de Fritanga, al que le colgaron el subtítulo Fanzine de ilustración rara. Era el año 2013, los tres ilustradores andaban estudiando Diseño Gráfico en el Mateo Inurria y se les encendió la bombilla punketa de hacer un resumen gráfico de sus taras mentales por su cuenta, de manera independiente y autoeditada.

En aquellos años, triunfaba una red social llamada Facebook, que algunos centenialls seguramente ni conozcan. Así que Fritanga también fue grupo de Facebook durante unos años, en los que el trio pensante sumaba millares de seguidores al tiempo que seguía acumulando borracheras y borradores de ideas y volcándolos de vez en cuando en papel. El último número, hasta hoy, es de 2016.

Sátira del absurdo

“Cuando sacamos el último no éramos profesionales -recuerda JL Breell-. Cada uno hemos ido haciendo cosas por nuestro lado pero siempre pensábamos que había que sacar otro. Lo que ocurre es que a medida que vas trabajando, tienes más ambición, y cuesta más sacar un número”. Paco Tuercas añade que tampoco se hacía fácil repetir cuando cada uno andaba viviendo en un sitio de España buscándose la vida. “Estábamos un poco quemados”, señala cual croqueta color cobrizo.

¿Pero de qué fritura hablamos cuando hablamos de Fritanga? Tuercas define el proyecto como un fanzine de ilustración filosófica cotidiana barnizado de humor y sátira. Es una definición bastante pomposa, aunque no menos acertada. Jess, que habla en jerga tarantiniana, se remite a los inicios: “Fritanga empezó como un momento de evasión por parte de un grupo que estaba hasta la pXXa de los estudios y quería sacar algo físico”.

Así que salió un primer número en blanco y negro que comenzaron a vender mano a mano por un par de pavos, lejos de la lujosa edición de la que hace gala el número 10, publicado a todo color con exceso de amarillo fritanga. ¿Esto es un fanzine o un libraco? Jess apunta que hay quien podría pensar que eso no s un fanzine, puesto que es a color y no tiene grapas. “Lo que pasa es que nos come los cojXXnes”, remata de nuevo con total tranquilidad.

Más allá de cuestiones técnicas que no le importan a Jess, en el último número, el trio de dementes fritanguero se apropia prácticamente del apartado gráfico e invita a la freiduría a artistas y escritores que compartan su corrosiva visión schoppenhaueriana de la existencia. Así, el fanzine incluye joyas como una entrevista a Concha García Zaera, una anciana nonagenaria con casi 300.000 seguidores en Instagram rendidos a su maestría en el manejo del Paint, y sitúa a sus creadores en la misma línea que artistas como Juarma o Joan Cornelia, con quienes comparten una visión similar del absurdo de nuestra existencia contemporánea, en la que todos somos nuestro propio escaparate.

Así que, toca hablar de redes y de por qué sacar un trozo de papel en la era dorada del Meme. “Defendemos y nos cagamos en las redes. Pero el libro está en otro estado. La publicación no va a morir, porque es lo que queda en realidad. Si Instagram y Facebook se van a la mierda, ahí seguirá la publicación”, señala Breell, que aboga por lograr un equilibrio.

“Las redes son un sistema de comunicación en el que puedes recordarle a la gente que existes, pero también se puede crear un producto que demuestre de dónde salimos y conseguir que lo quieran porque conecta con ellos”, teoriza el artista. Tuercas, por su parte, recuerda que las redes se chuparon mucho de su tiempo haciendo memes y dibujos. “Eso hizo que la gente nos siguiera como sigue a Rafalcor. ¿Qué objetivo tiene eso? Para nosotros no tenía objetivo ninguno. El fanzine era ese algo que le da empaque y lo cierra”, reflexiona. 

Todos coinciden en que la freidora está caliente y que, tras la fiesta de presentación del número 10, que se ha celebrado este domingo en el Botániko Ekobistró, toca diversificar, estar tanto en las redes como en las imprentas. Así que, si les llega olor a Fritanga, ya saben quién ha sido.

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