‘Sister Act’ lleva al cielo al Gran Teatro
El musical, producido por la actriz Whoopi Goldberg y El Terrat, aterriza en Córdoba con un elenco que arranca la risa y la emoción del público
No sabemos si el Gran Teatro estaba preparado para su llegada, pero ocurrió. Catorce monjas subieron al escenario e hicieron de la taquillera película Sister Act un musical que arrancó la risas del público. En el momento exacto en el que estaba señalado. Y levantó la emoción con los temas que el elenco intepretó, todos inspirados en los estilos musicales de la época como soul o funky.
El contenido no era desconocido para nadie. Deloris –Mireia Mambo– pasa de querer ser una “brillantísima estrella” de los bares a ver su felicidad reflejada en los ojos de las hermanas de la Iglesia Virgen de los Ángeles. Al entrar en el convento ya no es Deloris. Ahora es María Clara y lucha para evitar que su amante Curtis –Benjamí Conesa– la encuentre. Éste es responsable de un asesinato y Deloris lo sabe.
La Madre superiora –Àngels Gonyalons– acepta acogerla en la casa de Dios porque la palabra de Monseñor va a misa. Pese a eso, no puede evitar expresar su descontento. Sabe que María Clara va a desatar la manera en que tenía anudadas a sus feligresas. Y así ocurre. Un tocadiscos en el claustro, purpurina por cada rincón y monaguillos con tupé. La Madre superiora se mantiene insurrecta y no cede ante el espectáculo de sus pupilas. Sólo ve perversión y mal hacer.
María Clara se hace con el coro de la iglesia y despierta la alegría de sus compañeras. Hermanas que se van quitando sus miedos y ataduras y una novicia que va sorprendiendo a lo largo del musical. Una voz dulce y tímida que se convierte en ruda y madura conforme avanza el espectáculo. Y un cura que siente debilidad por la nueva incorporación a la iglesia.
Estas monjas no son unas hermanas corrientes. Son religiosas que aparecen en los periódicos y en la revista PlayBoy, para escándalo de la Madre superiora. Unas monjas a las que les va la marcha y la fiebre del domingo. Aunque de una manera poco ortodoxa.
Son “monjas al borde un ataque de nervios” en la noche de antes a la actuación delante de su Santidad. Pero, para ellas, su Dios no lleva solideo ni casulla. Su ejemplo a seguir es Camilo Sesto.
Entre cantos y desórdenes a la Madre superiora, Curtis y sus secuaces idean todas las artimañas para atrapar a Deloris. Desde conquistar a las monjas con dotes traviesas y picarescas a disfrazarse de hermanas. Nada de ello les sirve. El policía Eddie –Edu Engonga– consigue liberar sus miedos y se arma. Por fin. Pistola en mano y con un cuerpo imbuido de un valor que adquiere a lo largo del espectáculo, dispara a Curtis y se hace con él. Deloris está a salvo. Pero ella no quiere ser aquella estrella con “abrigo de zorro blanco”. Porque ya es parte de este grupo Sister Act.
La Madre superiora, terca y pertinaz, acaba cayendo en las garras del soul, abandona su atuendo ennegrecido y se viste un hábito repleto de brillantina.
Y, al mando de todo este espectáculo, está una persona que todo lo que ve y todo lo controla. ¿Quién? Descúbranlo ustedes mismos. Sister Act actuará en el Gran Teatro hasta el 15 de noviembre. Háganme caso. Ya pueden ir en paz.
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