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El pionero del punk, el house y el techno alemán que nació junto a la Mezquita

Un joven Delgado en una actuación.

Juan Velasco

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No tiene una calle a su nombre. Apenas se le conoce en la ciudad donde nació más allá de un reducido círculo de personas. Su nombre no suele surgir cuando las autoridades piensan en músicos cordobeses que merezcan un homenaje. Y, sin embargo, es uno de los artistas y creadores nacidos en Córdoba que mayor influencia ha podido tener en la música contemporánea. ¿De quién hablamos? De Gabi Delgado (Córdoba, 1958), uno de los padres del punk y de la música techno industrial alemana, que es casi como decir uno de los padres de la música europea.

Porque tanto el punk como la música electrónica, a priori dos movimientos inconexos, nacieron como fenómenos prácticamente al unísono y lo acabaron contaminando todo a su paso. Y una de las primeras personas en captar la relevancia de los dos movimientos y fusionarlos fue precisamente este cordobés que nació en la calle Manríquez. Lo hizo como fundador, cantante y compositor -junto a Robert Görl- del influyente grupo D.A.F., acrónimo teutón de Amistad Alemana-Americana. Una banda de culto, un proyecto pionero, muy diferente a sus coetáneos de la escena de Düseldorf de finales de los 70 y principios de los 80, a base de regar de espíritu punk y hedonismo la música electrónica que sus vecinos -Kraftwerk o Can por nombrar dos bandas- se empeñaban en crear desde postulados neoclásicos. Tras el aterrizaje de D.A.F., formación en la que Delgado cantaba y componía, todo fue diferente.

Aunque su historia comenzó antes. A unos metros de la Mezquita-Catedral. Allí nació Gabriel Delgado López a finales de los 50. No aguantó mucho en esas calles porque tuvo que huir de España por los problemas de su padre -al que no conoció hasta los ocho años- con la dictadura de Franco. Así que, de un día para otro, pasó de corretear en la Córdoba de la posguerra a hacerlo en la Alemania del milagro económico junto a su progenitor, según cuenta en una entrevista para la revista alemana Kaput. En el vídeo, colgado en Youtube y uno de sus escasos documentos videográficos -junto a su lectura para Red Bull Music Academy-, se puede ver al músico pasearse por Córdoba, recomendar el salmorejo, hablar de Averroes y recordar algunos de sus momentos en una ciudad en la que, según narra, “el flamenco está en todos lados”.

Sin embargo, poco flamenco hay en la música de este cordobés que reconoce que sus epifanías musicales vinieron de la mano de la música negra -Parliament y Funkadelic-, de donde agarró “la tensión y la sexualidad”, y de la mano de la música electrónica de Giorgio Moroder. Concretamente del I Feel Love: “El sexo, la música, los arpegios... El sexo”, insiste de nuevo Delgado, que acabó integrando la sexualidad en la hasta entonces fría y cerebral música electrónica alemana.

Y a este background musical le unió el punk, el movimiento cultural que modificó para siempre su vida como inmigrante español en la Alemania de finales de los 60 y principios de los 70. “El punk lo cambió todo. Daba igual tu sexo, origen, color de piel…”, explica Delgado en la citada entrevista, en la que reconoce, en un alemán perfecto, haber vivido episodios de xenofobia junto a su familia. Todo ese periplo, junto a su sexualidad liberada -siempre se ha declarado bisexual-, acabó en la música que compuso con D.A.F., una banda a la que el gurú británico John Peel concibió como “los abuelos del techno”.

En realidad, su influencia fue mínima en Detroit, la ciudad donde el techno echó a andar oficialmente y donde sí que cuajaron muy bien los discos de Kraftwerk, pero máxima en otros movimientos sin los que no se entiende el devenir de la música de club de los últimos 30 años, como el sonido industrial, el primer electro o el EBM. En ese sonido que fue solapando las guitarras por los sintetizadores, Delgado siempre apunta a la influencia que tuvo del ingeniero y productor Conny Plank, uno de los padres del sonido krautrock.

D.A.F. fue una banda sin grandes hits -quizá el más conocido fuera Der Mussolini-, pero que se las apañó para vender muchos discos y para fichar por una multinacional como Virgin. Y sobre el sonido rítmico de las máquinas y la distorsión de las guitarras, emergió el Delgado vocalista, que lo mismo cantaba -aullaba, en realidad- en alemán que en español canciones tituladas El que, Co co pino, Y la gracia o El basilón. Un tipo que, con la liberación sexual definitivamente aceptada por el mainstream, se mostraba en los conciertos y en las portadas de los discos con una imagen totalmente sexualizada.

Esta imagen es la que posteriormente explotaría en su primer disco en solitario, Mistress (1983), una obra seminal, de nuevo producida junto a Conny Plank, que hace de él un pionero del house en Europa, puesto que canciones como History of a Kiss (1983) veían la luz al mismo tiempo que en Chicago y Nueva York Ron Hardy y Frankie Knuckles empezaban a introducir este sonido en las discotecas.

Tras su aventura en solitario, Delgado decide volver de Londres -donde se había instalado D.A.F. hasta su disolución- a la ciudad de Berlín, donde el músico cordobés se convierte en dj y comienza a organizar fiestas. Algunas tan míticas como la primera house party de Alemania, que Delgado organiza junto al dj y productor WestBam. Su carrera sigue ya definitivamente vinculada a las pistas de baile y tocada por un aura de insobornabilidad, materializada en proyectos Delkom o 2 German Latinos, con el que edita temas como Yo soy tu droga (1991).

Con la llegada del nuevo milenio, Delgado vuelve a unirse a Robert Görl para lanzar un nuevo disco de D.A.F. que demuestra que el sonido que crearon a finales de los 70 sigue vigente y encaja a la perfección con el movimiento electroclash que reinaba entonces en las discotecas. Su carrera sigue, sus discos con D.A.F. se reeditan en cajas para coleccionistas y le empiezan a caer premios y reconocimientos en Alemania. De alguna manera, su carrera cierra un círculo perfecto en 2018 cuando, con 60 años, Giorgio Moroder, el tipo que le cambió la vida con I Feel Love, pone sus manos para remezclar Der Mussolini y a convertir el himno punk y antifascista de principios de los 80 en artefacto para las pistas de baile de 2019.

Esta última alegría ya le pilla en España, donde reside desde hace un tiempo y desde donde sigue haciendo música casi de manera compulsiva -su último disco, (2016) cuenta con 40 temas- y viaja regularmente para recibir homenajes y ofrecer conciertos, la mayoría de estos en Alemania y pocos o ninguno en España, donde el padre del punk, el techno y el house alemán no llegó a tocar hasta el año 2015. Sigue sin haberlo hecho en Córdoba, una ciudad que tiene una deuda con Delgado que ya va siendo hora de saldar.

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