Música para la resistencia
Por Francisco Muñoz
Dicen que la música amansa a las fieras.
Quizá el símil no sea el más adecuado para la población que pasa encerrada un período que poco a poco se va haciendo cada vez más largo. O quizá precisamente por esto último, y por la incertidumbre de hasta cuando se puede prolongar, se esté ajustando más a la realidad, también.
Asistimos cada día, desde la utópica cercanía de nuestras ventanas y terrazas, a breves, pero intensos, momentos de unión entre vecinos, gracias a las sesiones de aplausos, las pequeñas discotecas de casa de algunos de ellos, e incluso a las vajillas y menaje del hogar de otros, en honor de regentes en paro.
Estos, como digo, ratitos de entretenimiento y cohesión de una masa social que empieza a hastiarse ayudan a sobrellevar una situación complicada, sin visos claros de solucionarse a corto plazo, y complicada, sobre todo. Muy complicada.
Por suerte, disponer de un acceso a internet, hoy día, nos ofrece más posibilidades. Sin mencionar las conocidas sobre películas, series, descarga de libros o visitas a museos virtuales que ruedan por grupos de WhatsApp, hay personas que ponen su granito de arena a nivel personal, llevados por la necesidad de ayudar, a su manera, dentro de sus posibilidades, con algo propio y único: su arte.
Es el caso de nuestra protagonista, la violinista Olivia AR. Desde hace unos días ofrece un pequeño concierto de violín desde la intimidad extraña de su habitación mostrada al mundo a través de su teléfono móvil.
En directo, a través de las redes sociales Facebook e Instagram, interpreta temas de todo tipo y variedad, e incluso acepta peticiones cual agotado Disc Jockey de discoteca. ¿Quién da más por menos?
Hablamos de una persona que cambia los escenarios de grandes teatros y salas de conciertos por su pequeño trozo de mundo y abre la puerta a su magia a cualquiera que quiera disfrutarla, de manera completamente altruista. Eso, en tiempos difíciles, es una puerta a la esperanza.
Ella lo llama “Música para la Resistencia”, como hemos bautizado el titular de este artículo.
Y me parece un nombre perfecto.
Pongamos nosotros de nuestra parte: Resistiremos.
Siempre.
Gracias, Olivia.
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