Medina Azahara se juega a partir del domingo ser Patrimonio Mundial
La Ciudad Califal de Medina Azahara, que ya fue incluida como única candidatura española en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco de este año, llega a la sesión del Comité de Patrimonio Mundial, que se celebra desde este domingo y hasta el 12 de julio en Cracovia (Polonia), como siguiente paso en un proceso que continuará en 2018.
En la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, consultada por Europa Press, aparecen otras 36 candidaturas de todo el mundo, aunque ocho de ellas no presentaron el expediente completo, como sí hizo España con la candidatura de la antigua ciudadela califal del siglo X, ubicada en el término municipal de Córdoba.
Esto es la consecuencia de que, en marzo del pasado año, la 78ª reunión del Consejo de Patrimonio Histórico de España, celebrada en Córdoba, aprobó la presentación de la Ciudad Califal de Medina Azahara como candidata por España a la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2017, lo cual formalizó el Gobierno de la Nación a principios de este año, habiendo sido incluida hace un mes la ciudad palaciega en dicha lista.
Desde este momento la candidatura de la Ciudad Califal de Medina Azahara seguirá un complejo proceso de evaluación por parte de la Unesco, que implicará que recibirá 'in situ' la misión de evaluación de Icomos a finales de este año, hasta que finalmente, en 2018, el Comité de Patrimonio Mundial evaluará y aprobará, en su caso, definitivamente la candidatura como Patrimonio Mundial de la Unesco.
La propuesta de Medina Azahara (Madinat Al-Zahra), impulsada por la Junta de Andalucía, simboliza y conserva la ciudad palatina del Califato de Córdoba, que constituye un ejemplo único y excepcional de la planificación urbana de la ciudad islámica de al-Andalus y de su contexto territorial en el siglo X, en una etapa crucial de su evolución.
Medina Azahara compone una huella material relevante de un conjunto urbano y territorial rico y complejo. Una ciudad nueva, organizada entre los años 940-960 como símbolo del poder del califato de Córdoba, testimonio de una cultura que desapareció en su periodo de esplendor. Se trata de un conjunto urbano singular, que ha llegado hasta el presente apenas alterado y del que queda un 90 por ciento por excavar.
Su investigación y estudio enriquecerá previsiblemente el conocimiento sobre la cultura, arquitectura y urbanismo de un periodo de esplendor musulmán en la Península Ibérica, ya que por esas mismas fechas Abderramán III y Al-Hakam II levantaban la parte más monumental de la Mezquita de Córdoba.
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