Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Manuel Mata Piñero: “Siempre habrá poetas serios y poetas que intentan parecer poetas”

El poeta Manuel Mata | DENNISE VACCARELLO

Pilar Montero

0

Manuel Mata Piñeiro (Vilagarcía de Arousa, 1992) es doctor en Bellas Artes y ahora imparte distintas clases de esa misma disciplina en la Universidad de Vigo. Además, es artista plástico y escritor. Por fortuna. Si el autor hubiera encontrado reticencias en su formación para adentrarse en la literatura, el XIX premio de poesía joven Gloria Fuertes, con el que fue galardonado, habría perdido un gran aliciente. También la editorial Dieciséis, con la que publicó su libro de relatos El abecedario de una Rosa en 2018.

Son voces como esta, transversales y transgresoras, innovadoras, sin prejuicios ni miedos por rebuscar en las palabras, las que están cautivando a los jurados de poesía joven. En el caso de Mata Piñero, todo el proceso es más natural de lo que parece. Será por saber trasladar la visión artística innata al camino literario.

PREGUNTA. Tu formación es más artística que literaria, tus investigaciones han estado siempre enfocadas a las vertientes más experimentales del lenguaje, ¿Es así como abordas los poemas? ¿Miras con ellos hacia realidades externas o surgen de dentro, al estilo del poeta romántico?

RESPUESTA. Mi formación está más enfocada en el arte, es cierto, pero mi tesis doctoral es mitad literatura mitad arte contemporáneo. Tengo una formación artística muy arraigada, pero lo veo más como una forma de abordar la creación con mezclas, sin las referencias clásicas de siempre. Me gusta que se contaminen las cosas. No escribo para ser experimental, sino que escribo porque tengo que escribir, como escribe todo el mundo. Si tengo que elegir entre experimental y romántico para definirme, lo cierto es que no sé qué decir. Sí puedo afirmar que me gusta que mi escritura se contamine de otros campos, me gusta pensar tanto en artistas clásicos como en artistas visuales contemporáneos. Para mí pesan lo mismo artistas como Tracey Emin como Raymond Carver.

P. ¿Y cómo ese amor al poema?

R. No lo sé. Supongo que el amor por el poema viene a fuerza de leer y leer y de escribir y escribir. Es muy típico pensar que una persona que viene de bellas artes rara vez se va a interesar por la literatura o viceversa, pero las personas que estamos en estas carreras estamos con un pie en las otras. Cada vez se dan más perfiles transversales en estos campos, perfiles de jóvenes arquitectos que se convierten en artistas, por ejemplo, y eso me parece muy interesante.

P. ¿Hacia dónde crees que tienden las nuevas poéticas?

R. Para responder a esa pregunta haría falta un gran bagaje de la literatura a nivel universal, pero creo que siempre habrá poetas serios y poetas que intentan parecer poetas. Con estos últimos me estoy refiriendo a la poesía de las redes sociales, facilona, que no va a ninguna parte, frente a otra poesía más seria ya no a nivel de estilo, sino de dedicación por parte de quien la escribe.

P. El jurado ha destacado la honestidad y el carácter ingenioso de tus versos, ¿Cuánto hay de ti en ellos?

R. Todo lo que escribo es autobiográfico, a todos los niveles. Trato de no caer nunca en imposturas. ¿Cuánto hay de mí en ellos? Todo. Aunque supongo que la honestidad es siempre una sensación. Dependiendo del enfoque que des a lo autobiográfico puedes obtener un resultado más o menos honesto. Yo agradezco el calificativo.

P. ¿Cuáles son los temas centrales de este poemario?

R. No creo que haya temas centrales, creo que hay ciertas sensaciones que se van repitiendo o adaptando a distintas temáticas a lo largo de los poemas. Cada poema va hacia lo suyo.

P. Persigue entonces esa tendencia del arte contemporáneo a generar emociones y sensaciones en el espectador.

R. El arte contemporáneo también tiende a la dialéctica como método explicativo de todo. Mi poesía no es dialéctica, pero tampoco es completamente sensorial, ni pretende generar únicamente eso. Creo que soy literal cuando estoy describiendo una escena, pero esa escena remite siempre a sensaciones. Sí hay una tendencia a pensar más en esto que en la descripción cruda, explicativa. Creo que si describes cualquier tipo de suceso cotidiano, al final la gente puede obtener una correspondencia con su vida. Si hablas de una cocina es más fácil que alguien se identifique con los versos que si hablas de ángeles o usas recursos de un imaginario más potente a nivel tradición literaria pero menos potente a nivel popular, de cada uno en su día a día. En este caso tienes menos respuesta por parte del lector. A mí me interesa más hablar de mi cocina que de los ángeles. Aunque no pienso en cómo lo vayan a leer, sino en cómo me apetece hacerlo a mí. Aunque supongo que si funciona es por ese tipo de referentes cotidianos.

P. ¿Cómo ha sido el proceso de creación?

R. No puedo hablar de una línea temporal clara en este sentido. Los poemas tienen influencia de Islandia y de París, de mis estancias allí. Del proceso, lo que más puedo destacar es la libertad que me han dado en Cántico para formalizar el libro. Me han permitido incluir imágenes, pensar en la portada, en las solapas. Me han dejado redondearlo todo a mi manera y eso ha sido muy interesante, más que hablar de cómo ha sido la creación de los poemas.

P. Es interesante que percibas la creación del poemario como un todo, hasta físicamente.

R. Claro, al final el libro tiene que tener un sentido global. Si los poemas tratan temas diversos pero apuntan hacia la misma dirección, ahí hay algo con lo que puedes jugar, intentar construir algo. En la editorial me han dejado libertad para apuntar hacia esa dirección y me ha parecido interesante.

P. Tu poesía parece perseguir una búsqueda estética definida, ¿De qué vertientes rescatas tus influencias?

R. No me enmarco en ningún tipo de corriente, pero tengo que admitir que durante los últimos cuatro o cinco años he estado investigando sobre el realismo sucio estadounidense de autores como Raymond Carver. He estado leyendo a ese tipo de autores muy intensamente, por lo que ciertas pautas de esa literatura me han calado y respondo a ellas aunque sea por ósmosis, por haber estado tan pegado a ellas. A nivel visual, creo que las influencias que tengo son bastante dispares como para englobarlas. Soy un adepto del arte contemporáneo al estilo de Documenta, en el pueblo alemán de Kassel, que he frecuentado. Me ha influido mucho, como me influyen Egon Schiele, el cómic de Frederik Peeters, los trabajos de Sophie Calle o las fotografías íntimas de Nobuyoshi Araki.

P. ¿Cómo sueles afrontar la creación poética? ¿Dónde y cómo sitúas al lector en ella?

R. Al lector no lo considero hasta que me planteo la construcción de un libro. La creación poética la sitúo en un ámbito privado y cotidiano.

P. También abordaste el relato en El abecedario de una rosa, ¿De dónde te vino el interés hacia ese género? ¿Tienes la vista puesta en algún otro?

P. Simplemente quise construir un libro con relatos que tenían que ver entre sí. Me interesa tanto la poesía como el relato, trabajo en ambos géneros de forma asidua. Intento trabajar en campos distintos. Si pasas de un género a otro tienes más procesos que seguir para pasar de un campo a otro y eso da vida a la creación, la enriquece. Novela no tengo en mente llevarla a cabo, pero sí que he tocado y toco híbridos, casi monstruos. Por ejemplo, hace unos años hice una serie de libros de poesía combinatoria, mezclando las matemáticas con la poesía. El febrero pasado, cuando estuve en Islandia, jugué con fotos instantáneas y con formas literarias, presentadas en una galería. También he hecho un cuento ilustrado con Dennise Vaccarello. Son ejemplos de hibridaciones que he hecho.

P. ¿Artista, escritor o ambas? ¿Puede la poesía caminar sola?

R. Soy artista y escritor. También he sido profesor en la universidad y comisario. Creo que la poesía sí puede caminar sola, es una preocupación de los artistas contemporáneos el combinarla con otras armas. Eso tiene que ver mucho con las preocupaciones del mundo de hoy, de dejar de ver las cosas en tonos blancos o negros para mezclarlas a ver qué sale. No es experimentar por experimentar, sino que se trata de reunir intereses, de combinarlos. Antes te comentaba los artistas por los que más me dejo influir. Al final uno intenta reunir las cosas que le gustan y hacer algo con ellas. Si tus intereses son dispares va a salir algo más dispar que algo monotemático. Intento añadir combustibles extraños a mi poesía para ver qué pasa.

Etiquetas
stats