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Historia del C4, un edificio que debería llevar cinco años funcionando

Imagen áerea del C4, ahora llamado C3A.

Alfonso Alba

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La historia del C4 es tan antigua que algunos de los enlaces que usa la Wikipedia como fuente ya no funcionan. Es solo un ejemplo de cómo la puesta en marcha del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, la gran apuesta de la Junta para que Córdoba fuera capital europea de la Cultura en 2016, ha sido un camino plagado de retrasos, indefiniciones e incertidumbres.

Las obras de construcción del entonces llamado C4 comenzaron el 9 de septiembre de 2008. Rosa Aguilar, entonces, era la alcaldesa de Córdoba y Rosa Torres la consejera de Cultura. El plazo de los trabajos era de 37 meses. La obra tendría que haber estado acabada y equipada para octubre de 2011, unos cuatro años antes de la ansiada capitalidad. Pero la historia del C4 es mucho más antigua y tiene ya más de una década.

Siendo consejera de Cultura Carmen Calvo, la Junta convocó un concurso de ideas para ver qué hacía en un solar público de Miraflores. El Ayuntamiento ya había decidido que en otro solar a apenas diez metros de distancia iba a construir el Palacio del Sur, el Guggenheim que la ciudad merecía y que encima lo iba a diseñar el prestigioso arquitecto holandés Rem Koolhas.

En el verano de 2005 (hace ya más de 11 años), los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano ganaron el concurso de ideas y se pusieron manos a la obra. Hablaron con el sector del arte contemporáneo en Córdoba e hicieron un edificio a medida y “de batalla”, como lo llamaban algunos artistas. El suelo, por ejemplo, estaba preparado para ser manchado por la pintura, las esculturas o todo lo que surgiera de la creación contemporánea andaluza.

En esos años, aquellos en los que “éramos ricos”, el C4 apenas ocupaba portadas. El foco estaba puesto en otros proyectos más ambiciosos, como la construcción (que nunca se produjo) del Palacio del Sur. El día en que arrancaron las obras del C4 hacía calor (septiembre) y los principales titulares insistían en el guiño al arte contemporáneo en la carrera por la Capitalidad que hacía la Junta.

Los trabajos fueron encargados a la constructora FCC por un presupuesto de unos 18 millones de euros, aunque finalmente la Junta se ha dejado 30 millones (tras asumir además la adecuación de los accesos que tendría que haber ejecutado el Ayuntamiento). Comenzaron a buen ritmo. En un año ya estaban al 22%, pero poco a poco se fueron ralentizando sin que la Junta acabara de definir cómo iba a poner en marcha todo el inmueble.

En 2010, con la crisis del ladrillo estallando, los trabajos llegaron a su ecuador y se frenaron. Desde entonces, todos los presupuestos de todas las administraciones públicas se redujeron. La cultura fue la primera víctima y, por tanto, los nuevos proyectos quedaron ralentizados. En 2012 los trabajos alcanzaron el 85% de ejecución, pero el 15% restante tardó en construirse más de un año y medio. A finales de 2013 el edificio estaba acabado, sin que se supiera muy bien cómo iba a ponerlo en marcha.

El C4 fue sobreviviendo a los consejeros de Cultura. Paulino Plata lo visitó y prometió que lo pondría en marcha inmediatamente. De hecho, anunció que para los presupuestos de 2014 habría presupuesto suficiente. Después llegó Luciano Alonso, que también prometió su apertura, pero ya para 2015. Incluso dijo que el 1 de enero de ese año se convocaría el concurso para elegir al director del centro. No ocurrió.

Mientras, de manera paralela, surgía un conflicto institucional con el Ayuntamiento, entonces gobernado por el PP y que rechazaba hacerse cargo de las obras de los accesos. La Junta finalmente accedió y asumió estos trabajos. En ese tiempo, que provocó otro retraso, tampoco se definió qué es lo que iba a ser el C4, ni cómo se abriría ni con qué contenido.

La Junta siempre defendió que el edificio de Miraflores no iba a ser un museo (Pilar Citoler lo pidió insistentemente para ubicar su colección, que finalmente se llevó de Córdoba). Y siempre insistió en que sería “un lugar de creación contemporánea”.

Ahora, con cinco años de retraso, la Junta quiere abrir como sea el C4 antes de que acabe el 2016, el año símbolo para la Córdoba moderna. Y probablemente la persona que lo haga como consejera de Cultura sea la misma que puso la primera piedra como alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar.

Este viernes, la consejera reunió a todo el sector en la sede de la Delegación de Cultura. Como hacía cuando era alcaldesa, primero le explicó el proyecto a los principales afectados y después a la prensa. También como cuando era regidora, un pequeño pero irreductible grupo de personas protestaba en la puerta, ahora contra el traslado de la Filmoteca de Andalucía al C4. Más allá de esa pequeña manifestación, el sector se muestra contento aunque prudente. Aguilar ha prometido 1,4 millones de euros para echarlo a andar y el traslado de 50 trabajadores a Miraflores. Ahora sí que sí parece dinero suficiente como para que abra sus puertas el primer edificio de la Península cultural de Miraflores. El primero y el último, parece ser.

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