Dorantes: “Soy el más purista del mundo porque sé de donde vengo”
Cuando estalló la crisis del coronavirus, David Dorantes (Lebrija, Sevilla, 1969) pasó de encerrarse en un estudio de grabación a encerrarse en su casa. Acababa de rematar un trabajo en el que llevaba enfrascado desde 2018 y que, por si no tuviera suficiente enjundia por sí mismo, acabó cobrando un nuevo sentido por sus paralelismos con la actualidad.
La Roda del viento es un encargo que el pianista recibió de la Bienal de Flamenco de Sevilla, una celebración histórica -la del quinto centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano-, y una oportunidad para conocerse a sí mismo mientras estudiaba el pasado. Aquel concierto de 2018 se ha convertido en un disco que muestra al pianista sevillano completamente liberado de ataduras, dibujando desde la partitura una especie de viaje al corazón de las tinieblas en clave flamenca.
Porque, por muy clásico que sea el trabajo, Dorantes no se traiciona a sí mismo. Donde unos verían la gran hazaña de una corona, el pianista sevillano vio el sufrimiento de una tripulación. Y, como bien dice, nada mejor que el flamenco para retratar el sufrimiento. Así que el disco está en la calle y Dorantes está en su casa, intentando descubrir como será el nuevo mundo. Casi como aquellos 18 marineros que sobrevivieron al viaje de la Nao Victoria.
PREGUNTA. Este es un trabajo meditado, que lleva un tiempo cociéndose y que justo estrenas en un momento extraño. Cuéntame un poco la génesis de La Roda del viento.
RESPUESTA. Bueno, la génesis original, a modo de inspiración, es el gran viaje que hicieron Magallanes y Elcano, esa primera vuelta al mundo, que sale de aquí de Andalucía. Y luego es un encargo de la Bienal de Sevilla de 2018. Aunque a partir de ahí, pues me metí de lleno y leí el libro de Pigafetta, que era uno de los que iba en el barco. Y me enamoré. Porque todo lo que empecé a investigar sobre este viaje, al final ha acabado en un trabajo que recuerda y subraya lo que hicieron estos valientes.
P. Fue un evento de talla mundial. Un antes y un después.
R. Eso dicen, que fue el inicio de la globalización. Que al descubrir que se podía dar la vuelta al mundo y que había una puerta al mar del sur, pues se abrieron puertas también entre civilizaciones. Entonces, de ahí viene que se diga que el viaje de Magallanes y Elcano fue el comienzo de la globalización.
El viaje de Magallanes y Elcano fue el comienzo de la globalización
P. Tu música siempre ha tenido un componente muy cinemático. También muy viajero, pero es que en este encargo tenías que traducir a la partitura precisamente un viaje. No sé si eso te ha obligado a trabajar de otra forma.
R. Bueno, en este caso ha sido diferente. Sí, está claro que es una especie de banda sonora que le pongo a este gran viaje. Y a mí me gusta. Me gustan ese tipo de trabajos. Pero claro, lo que quise sobre todo es transmitir y expresar lo que los marineros sentían desde dentro. Desde el principio, con Preparativos, toda esa trayectoria me llevó a buscar lo que ellos sintieron. Esos momentos de duda, cuando se equivocan, las traiciones, cuando ya no creen en Magallanes, cuando empiezan a morirse. Los dientes que se caen. Todo lo que sintieron estas personas dentro de un cascarón de madera, que eso no es nada... Esta gente lo pasaron fatal. Fatiga pura. Y el flamenco, como es muy expresivo, ayuda a expresar mejor lo que uno siente.
P. Desde luego es un historión muy flamenco, el de esa tripulación. Partieron 300 y volvieron 20, como mucho...
R. Dieciocho. Una nave y dieciocho. Sí.
P. Ese tipo de viajes ayudaron además a difundir los ritmos de los que bebe el flamenco.
R. Hombre, claro. Descubrieron muchas cosas en ese viaje. La comunicación con América ya estaba hecha. Los cantes de ida y vuelta, todo eso está ahí. Y el flamenco es una música que tiene muchas connotaciones y muchos matices y brochazos de otras disciplinas y otros mundos. Y los propios mundos de aquí. Porque por aquí ha pasado de todo. Y sí que es verdad que los viajes y las comunicaciones entre civilizaciones enriquecen a la música. Y entre disciplinas: la cultura, la pintura... Todo es bueno.
P. Y la música que desde luego es uno de los lenguajes que más se ha enriquecido con este fenómeno que es la globalización.
R. Sí. Yo creo que sí. Hay partes de la globalización que no gustan a todo el mundo, porque a veces se pierde la identidad de los pueblos. Pero sí que hay otra parte mucho más positiva, que es la comunicativa. Ese “yo te doy, tú me das y estamos en contacto”.
P. A nivel musical, siempre has tenido el cascarón abierto a que se impregnen de otros sonidos, bien sean árabes o jazzeros.
R. Sí. Pero ya es una actitud, más que estar abierto. Yo tengo una actitud de que me gusta todo tipo de música y soy curioso. A la hora de componer no tiene sentido que yo descarte cosas. Hay que ser creativo y creo que es más una actitud ante el arte y el trabajo que uno hace. No hay que ponerse cadenas. No tiene sentido.
P. Esa es una actitud muy poco purista, todo sea dicho.
R. Bueno, no creas. Depende. Bueno, es un mundo en el que podemos entrar que no sé. Porque luego yo soy el más purista del mundo, porque sé de donde vengo. Y en ese sentido soy muy purista. Pero en mi trabajo soy muy abierto.
P. Sí, quizá la línea sea el miedo a lo desconocido. Como Magallanes y Elcano.
R. Sí, siempre con respeto y desde atrás.
P. Yo en estos debates siempre digo que el arte solo se concibe desde el respeto, si no tiene respeto, pues no hay arte.
Estoy condenado desde que soy chico al flamenco
R. Eso es. Siempre hay que partir de atrás. Como han hecho todos los músicos. De la música clásica igual. Beethoven de Mozart, y Mozart de Bach. Todo eso siempre es así y es lógico.
P. Tú esta obra la presentaste la primera vez en directo en Sevilla en 2018. Desde entonces hasta que has grabado el disco ¿ha cambiado mucho el proyecto? ¿Le has pegado muchos brochazos a la partitura?
R. Sí. En el disco hay tres temas nuevos. Y cuando uno estrena un espectáculo y lo escuchas lo empiezas a corregir. Y ya una vez que lo grabas, ya no se te puede ocurrir más ná. Pero mientras no está grabado... Piensa que yo primero lo grabé en formato casero para después criticarme y darme caña. Y bueno, luego he cambiado muchas cosas, claro. Y no fue muy largo. Yo estoy sorprendido. Me llevó muy poco tiempo componerlo. Hablamos de una orquesta de cámara, de una coral flamenca, y de percusiones muy potentes... Pues toda la música para eso la hice yo en la habitación en la que estoy. Y si te digo, fue en dos meses, pero con una previa de pensar mucho por donde tirar. Porque yo vine con todo el trabajo en la cabeza.
P. En el disco, aunque el piano flamenco está muy presente, lo cierto es que dejas mucho espacio a las cuerdas y otros aspectos como las percusiones. ¿Lo compusiste todo a piano y de ahí tiraste del hilo?
R. Claro. Es más, antes de sentarme al piano ya tenía yo el disco claro en la cabeza. Me despertaba a las 6 de la mañana porque iba tarde para la Bienal. Y como iba tarde, todas las mañanas resolvía, lo resolvía cada mañana.
P. ¿Acudiste a fuentes musicales de la época?
R. Bueno, empecé a escuchar cosas. Yo soy un enamorado de Stravinski. Y hay cosas que suelo escuchar también de Bartok y muchas músicas andaluzas. Sí, claro, sobre todo me puse a escuchar mucho para que el oído se entrenara hacia este trabajo.
P. ¿Y qué has aprendido de tí mismo en este viaje?
R. Pues fíjate, he aprendido una forma de trabajar que yo no sabía que podía hacer. Eso de sentarme a pensarlo todo antes no sabía que podía hacerlo. Y me he dado cuenta de que es mucho mejor pensar las cosas antes de sentarte a componer. Ha sido una preparación, la verdad. Es curioso, he descubierto que soy capaz de componer lejos del piano.
P. Es curioso que haya sido terminar el disco y te hayas metido tú en tu propio barco.
R. Estamos todos en el barco metido. Tú también. Es verdad que hay un paralelismo entre el tema del disco y estos momentos que estamos viviendo. Y no sé si estamos preparándonos, nuestros barcos, nuestras casas, o nosotros mismos como nave, para este nuevo mundo que viene. Y también la búsqueda del estrecho. Porque aquí hay una preparación para lo que puede venir. Yo desde luego no sé si va a cambiar mucho. Pero estamos todos aquí metidos.
P. La incertidumbre puede ser bastante similar a la de aquellos marineros.
R. Dios quiera que no sea así. Yo me lo he pasado muy bien y a la vez he tratado de pasarlo mal para poder transmitir lo que esta gente vivieron. Había tramos muy duros en ellos. Y otros de alegría. De rezo por las noches. En un pasaje explican que llegó un momento en que las estrellas eran monótonas. Al principio era: que bonito el cielo y las estrellas, y al final llegó un momento en que las estrellas estorbaban. Era curioso, porque Pigafetta iba luego descubriendo especies animales. Entonces, es tremendo, ¿no? Iban descubriendo cosas como el que va a Marte.
P. Claro, yo siempre digo que lo más parecido a un contacto extraterrestre que ha habido en la historia de la humanidad es cuando llegamos a América. Aquello fue un shock civilizatorio.
R. Exacto. Es curioso. Iban encontrándose civilizaciones y pueblos que no tenían ni idea de que existieran.
P. Hablando de encuentros. ¿Cambia mucho el trabajar con chicos como los de Cristina Heeren o de una orquesta respecto a trabajar con flamencos de peña y de calle?
R. Bueno, en el caso de Cristina Heeren son flamencos todos. Son todos cantaores, tienen la misma disciplina que los flamencos porque son flamencos. Igual. Así que trabajar con ellos igual. En el caso de las cuerdas está claro que es otra disciplina, pero a la que yo estoy acostumbrado porque fui al conservatorio. O sea, que los conozco y he trabajado muchas veces con ellos en partitura. Y también es fácil, porque solo tienen que leer y soltarlo.
Ya está bien eso de que hay que pasar fatigas para hacer buen flamenco
P. Ese equilibrio entre los dos mundos que te define a ti muy bien, ya está totalmente asimilado.
R. Sí hombre. Ahora hay muchos artistas flamencos, guitarristas y cantaores que vienen de otro mundo. Y eso viene muy bien. El conservatorio no quita flamencura, todo lo contrario. ¿Es que Federico García Lorca por saber escribir era peor poeta? Todo lo contrario. Sabía la gramática y luego era capaz de llevar lo que tenía a la cabeza a un papel.
P. Eso cuando tú empezabas no era así.
R. Yo es que parto del flamenco. Estoy condenado desde que soy chico al flamenco. Y aunque yo quisiera es que no me podía quitar el dejillo. Es que es como si fuera mi idioma. Es como el que es de Córdoba o de Cádiz, que tiene su dejillo. Pues yo tengo el mío. Y eso no me lo podía quitar. Y luego, en aquella época, cuando yo tocaba cosas clásicas, pues se me notaba el flamenco. Y había profesoras que tenían una curiosidad tremenda y otros que me decían: “No por ahí no”. Es verdad que en aquella época había una especie de rechazo hacia el flamenco. Hoy ya no lo hay. Esa época era un poquito joía.
P. Lo que está claro es aquello que decía Miles Davis de que cuesta mucho tiempo sonar como uno mismo.
R. Es verdad. Cuesta años y años. Si se consigue.
P. Antes de terminar te quiero preguntar por el paso que has dado al frente de Unión Flamenca, que busca precisamente quitar muchos reparos frente al flamenco. Es una empresa también bastante ambiciosa.
R. Tenemos mucha ilusión y estamos muy volcados buscando el reconocimiento del artista, del artista flamenco. Es importante que estemos regulados y que podamos cotizar y tener nuestro paro y nuestra jubilación como cualquier otro trabajador. Echamos muchas horas en este trabajo y luego nos quedamos todos sin jubilación. O, si por lo que sea me hago daño en la mano, no tengo ninguna baja. Todo eso hay que cambiarlo. Otros países lo tienen, Francia, Alemania... Y nosotros deberíamos de tenerlo. Ya es hora. Y estamos todos muy ilusionados y con muchas ganas. Lo tenemos que conseguir. Esta vez sí.
P. La pregunta clave es cómo crees que va a salir el flamenco de este tiempo. Es verdad que el flamenco tiene cayo, pero también que es un momento muy duro, especialmente para un arte que estaba muy bien situado en el imaginario popular. Mucho mejor, quizá, que sus artistas.
R. Pues es que yo creo que el arte depende mucho de los artistas. Hay que conseguir que los artistas no pasen fatigas, que ya está bien eso de que hay que pasar fatigas para hacer buen flamenco, que es algo que no tiene sentido. Podemos ser como todo el mundo, como todos los demás. Un compositor de música clásica no tiene que pasar fatigas para ser bueno. Vamos a cambiar eso. Si los artistas flamencos estamos bien, el flamenco está bien. Nos tienen que cuidar para que este arte esté bien. Eso lo tenemos claro. Esta crisis está haciendo mucho daño a la gente que tiene la nevera vacía. Y no hay que olvidar a todos los que se han quedado atrás y que están en una situación muy dura. Pero hay que reconocer todas las realidad.
P. Desde luego, si hablamos de deje, nada representa mejor a España que el flamenco.
R. El flamenco aporta mucho a la identificación de España en el mundo. En esa bandera, nosotros tenemos un porcentaje bueno. Y eso hay que cuidarlo. Lo sabemos todos.
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