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Uno de esos días, cuando todavía había niños en la calle

Viñeta de 'Uno de esos días'

Juan Velasco

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“Lo más significativo es que los niños ya no juegan en la calle. La calle ya no está tomada por los nenes como nosotros, que estábamos todo el día en la calle. Los nenes tienen sus quehaceres particulares, sus clases, sus extraescolares, y hoy es muy raro verlos jugando solos en la calle”, reflexiona el dibujante Andrés G. Leiva, al hilo de su última obra, Uno de esos días, premio Ciudad de Palma en la categoría de cómic.

Leiva ha estado esta semana firmando ejemplares de la obra en Ostin Macho, al tiempo que a apenas unos metros de allí, el artista belga Mark Colle, ganador de primer premio del festival Flora, se hacía la misma reflexión para su instalación floral Los niños del parque: ¿Por qué los parques y las calles ya no son de los niños?

Colle y Leiva son dos autores distintos, de dos disciplinas distintas, aunque de una edad aproximada. Ambos eran niños que crecieron en los confiados años 80 y que ahora, cuando salen a la calle o quedan con sus amigos con hijos, se sorprenden del silencio infantil y del vacío que dejan en las calles. Un vacío de vida. “A veces, se habla de peligrosidad, de miedo, de cuidado. Y sin embargo nosotros estábamos allí tirados todo el día. Y pasaban cosas, claro. Pero eso es la vida”, afirma el creador.

Uno de esos días es un título de ficción autobiográfica que traza un retrato recreado de la infancia de un niño cualquiera que se hace adulto en el año 1982, en un escenario cualquiera, pero que en realidad es el sector sur. Unos días aquellos en los que asomaba un cambio político, un mundial de fútbol y un progreso inapelable, pero en los que resonaban también algunas preocupaciones que, vistas a través de los ojos de un niño, podían sonar más aterradoras de lo que después fueron, como “el miedo a la escalada nuclear”.

“El cómic incluye los programas Jiménez del Oso del más allá, especialmente en el tema ovnis y las invasiones extraterrestres”, remarcq Leiva, que ubica esta ficción sobre el panel de ladrillo de protección oficial del Sector Sur por una cuestión personal. Una decisión emocional que parte de una época en la que volvió a su barrio por motivos familiares y decidió ambientar en él su siguiente cómic tras Serie B.

Un emplazamiento obrero que apenas ha cambiado

Unos cuatro años después, Uno de esos días vio la luz, y poco después fue galardonado con el Ciudad de Palma, que además resaltaba la “calidad gráfica extraordinaria” de un libro que se desarrolla en un barrio que en la actualidad está “un poco abandonado” y con edificios que en su infancia fueron el corazón del Sector Sur y que, cuando empezó el cómic, estaban “dejados a su suerte”: La Escuela de Magisterio o el Pabellón de la Avenida de Cádiz, lugares emblemáticos y casi “sagrados” en un barrio obrero.

“Me hace gracia cuando después vendían proyectos para el polideportivo, algunos de ellos como novedosos, y la lástima es que no se haya cuidado un edificio que a mí me parece que tiene mucho valor arquitectónico”, lamenta Leiva, que ha recreado también en el libro su calle, su portal, su colegio o ese “mamotreto de ladrillo en medio del barrio” que es la Telefónica. “No hay motivo feo. De cualquier motivo se puede hacer algo singular. Todo está en cómo se mire”, señala.

Y cuando salía a la calle a mirar seguía notando ese vacío de los niños que no estaban. “Ahora, o somos más miedosos o creemos que los niños son más chicos que entonces. O quizá haya cambiado también la estructura social y ya no haya tanto apoyo familiar o comunitario que se percibía a pie de calle”, añade a su reflexión inicial el autor, que está acostumbrado también a la soledad de su profesión.

Una profesión que en los últimos días ha entregado el Premio Nacional, que por primera vez ha recaído en una autora, Ana Penyas, otro vacío que se ha podido llenar. “El cómic antiguamente tenía ese cariz más masculino y que iba incluso a la temática, más dirigida al público masculino. Yo creo que eso ha desaparecido y han ido surgiendo en los últimos años dibujantes excepcionales. Autoras como Cristina Durán, Sonia Pulido, Ana Penyas... Eso está ahí, son una realidad, cuentan historias excepcionales con un discurso fenomenal”, señala Andrés G. Leiva.

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